2. Otro nuevo, al parecer.

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Suena otra alarma, es la hora de ir a comer, estoy hambrienta. Bajamos y nos sentamos, son unas siete mesas de cinco sillas y somos unos treinta aquí.


Realmente no conozco a muchos de ellos, creo que debería hablar con más gente, digo, llevo trece años aquí y solo conozco a la mitad, pero es que son tan odiosos, siempre pelean por ser adoptados. Cada mes aproximadamente se va uno y llega otro, normalmente son bebes, abandonados de la misma manera que a Wally y a mí.


Terminamos de comer y me levanto de la silla.


Camino distraídamente hasta que me topo con un chico y los dos caemos en un sillón, hay unos seis por toda la sala. "Perdón" le digo. "No importa, de todas maneras me iba a sentar" contesta y comenzamos a reír. No recuerdo haberlo visto.


"¿Y tú cuanto llevas aquí?" le pregunto. "Apenas unas horas, me trasladaron de otro orfanato" me responde, no sabia que se podía hacer eso, pero no importa. "¿Y por qué Kenia no te presentó?" me atrevo a preguntar. "Por que le pedí que no lo hiciera" responde. "Oh...pues yo soy Maya" le digo. "Soy Leo, mucho gusto" me responde y sonríe. Tiene cabello negro con un pequeño copete hacia un lado, cejas que hacen que parezca que está pensando, como cuando alguien se pone dudar sobre en algo e inclina hacia abajo un lado de la ceja y alza la otra. Es delgado y un poco más alto que yo. Su nariz es afilada pero se redondea al final, en la punta y sus labios son delicadamente delgados. Es algo atractivo. "Maya apúrate" me dice Wally quien va platicando con Isabela, ya era hora de que se hablaran. "Me tengo que ir, nos vemos luego" le digo y me voy.


Los tres nos vamos a nuestra habitación.


"Y, ¿Qué te ha parecido este lugar?" le pregunto a Isabela. "Muy bien" me responde feliz, ahora tendrá que prepararse para lo peor. "Adiós chicos los dejo con Kayra" dice Kenia en el altavoz. Oh no.


Llega Kayra, lo sé, se escuchó como la puerta se estrelló con la pared, siempre hace eso. Nos pide que bajemos por el altavoz y todos bajamos rápidamente.


Lleva consigo cajas de paletas, creo que venderemos otra vez, al menos normalmente nos dan dos días para vender las cosas. "Y quiero que vendan todas, hoy mismo" nos dice Kayra, espero poder hacer eso.


Cuando nos entregan las cajas, llega Leo. "¿Puedo acompañarlos?" nos pregunta. "Claro" decimos Isabela y yo, pero se escucho un no, que vino de Wally, él suele ser muy celoso con todos los hombres del orfanato. "Ignóralo" le digo a Leo y nos vamos a vender. Mientras nosotras tocamos las puertas, Leo y Wally se la pasan platicando, escucho risas, al parecer ahora son amigos.


"Perdón por ser tan grosero contigo" le dice Wally a Leo. "No importa" le responde. Bueno ya era hora de que Wally tuviera un amigo. "A que terminamos primero que ustedes" les decimos Isabela y yo a Wally y Leo.


Entonces cada quien se va por un lado y comenzamos a vender, ellos ya casi acaban pero nosotras ya vendimos todo. "Ganamos" grita Isabela y comienza a festejar, yo también hago lo mismo, ya que nos salvamos de la caja de castigo. Al parecer en compañía de amigos es más rápido vender las cosas.


Como nos queda mucho tiempo aún, los cuatro vamos a un parque, Isabela comienza a platicar aun más con Wally y yo me subo a un árbol, Leo hace lo mismo y se sube al mismo árbol. "¿Y, qué edad tienes?" me pregunta. "Catorce ¿Y tú?" le pregunto. "Quince, los acabo de cumplir hace un mes" me responde, es un poco más grande que yo, aunque los más grandes del orfanato ya tienen diecisiete años, cuando se cumplen los dieciocho y no te han adoptado, te puedes, o mejor dicho, te tienes que ir del orfanato.


Kenia es como el lado amable y cariñoso de mi madre, toda mi vida ha estado allí apoyándome, Kayra pues, ella es como el lado estricto de mi madre, poco tolerante y mandona.


"¿A ti te gustaría ser adoptada?" pregunta Leo interrumpiendo mis pensamientos. La verdad no había pensado en eso, de hecho me da lo mismo si me adoptan o no, yo lo que quiero es saber qué pasó con mis padres, y no descansaré hasta saberlo. "Pues como sea" digo. "¿Cómo sea? A mi si me gustaría, más bien, me encantaría ser adoptado" dice Leo, me alegro por él ya que no pierde las esperanzas a pesar de que los niños de nuestra edad tienen menos posibilidad de ser adoptados, ya que las parejas normalmente buscan a niños bebés.


Cuando estamos Leo y yo en el árbol, una rama de la que estaba sostenida, se rompe y yo caigo al pasto. "¿Estás bien?" me pregunta desde arriba del árbol. "Si, el pasto es cómodo" le respondo y él comienza a reír, yo solo sonrió e intento levantarme, cuando lo hago Leo se baja del árbol. "Vamos con Wally e Isabela" me dice y yo asiento con la cabeza.


Al llegar con ellos nos unimos a su plática, se hacían preguntas sobre su vida para conocerse mejor, suena bien así que decidimos jugar también.



¿Por Qué No Me Quisieron Mis Papás?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora