*Ambientada en Death Cure cuando Thomas iba a ser operado y la ministra interviene*
Durante un tiempo prolongado, Thomas no vio más que oscuridad. En el vacío de sus pensamientos había una grieta muy fina pero lo suficientemente amplia como para que él mismo estuviera consciente de la existencia de ese vacío. En algún lugar de su mente sabía que debía estar dormido, que lo mantenían con vida sólo para poder examinar su cerebro. Iban a desarmarlo, rebanada por rebanada. De modo que aún no estaba muerto. Mientras flotaba en esa bruma negra, percibió una voz que decía su nombre. Después de oír Thomas varias veces, finalmente decidió ir tras ella, encontrarla. Se obligó a moverse hacia la voz. Hacia su nombre.
-Thomas, confío en ti —Le dijo una mujer mientras él hacía esfuerzos por recobrar la conciencia. No reconoció la voz, que era suave y autoritaria a la vez. Continuó peleando, se escuchó gemir, sintió que se movía en la cama.
Por fin, abrió los ojos. En medio del parpadeo ante el resplandor de las luces que brillaban en lo alto, notó que una puerta se cerraba detrás de la persona que lo había despertado.
-Un momento —Dijo, pero su voz brotó apenas como un murmullo áspero.
Con toda la fuerza de su voluntad, se apoyó en los codos y se impulsó hacia arriba. Estaba solo en la habitación; los únicos sonidos eran unos gritos lejanos y un rugido ocasional, como de truenos. Su mente comenzó a aclararse y comprendió que, de no ser por un leve aturdimiento, se encontraba bien.
Eso significaba que, a menos que los milagros de la ciencia hubieran dado un gran salto, él aún conservaba su cerebro.
-¡Tom! –La puerta se abrió de golpe y una delgada figura se precipito dentro del quirófano
Está vez sí reconoció la voz, la hubiera reconocido en cualquier lugar, era Teresa. Corrió hasta Thomas y lo abrazó.
-¡Pensé que no llegaría a tiempo! –Sollozó y besó su mejilla
Thomas la miraba desconcertado, si ella no lo había ayudado, entonces ¿Quién?
Como si aún pudiera leer sus pensamientos, Teresa respondió a su pregunta.
-La ministra dijo que me ayudaría... ¡La ministra te salvó Tom!
-¿La ministra? –Aún tenía dificultad para hablar
Thomas estaba algo mareado, sin embargo, pudo divisar la carpeta color madera que estaba en la mesa junto a su cama. En la parte de arriba estaba escrito "Thomas" en grandes letras rojas. Teresa siguió la vista de Thomas y se encontró con la carpeta, la tomó y se la pasó a Thomas. En su interior había dos hojas de papel. La primera era un plano del cuartel general de CRUEL, con varias rutas trazadas en marcador negro que atravesaban el edificio. Rápidamente observó la segunda: era una carta dirigida a él y firmada por la Ministra Paige. Dejó el plano y comenzó a leer la carta desde el principio.
Querido Thomas:
Creo que las Pruebas han concluido. Tenemos información más que suficiente para crear el plano. Mis socios no están de acuerdo conmigo en esta cuestión, pero logré interrumpir el procedimiento y salvar tu vida. Nuestra tarea actual es trabajar con la información que ya poseemos y desarrollar una cura para la Llamarada. Tu participación - al igual que la de los otros reclutados- ya no es necesaria.
Ahora tienes una gran tarea por delante. Cuando me convertí en ministra comprendí la importancia de crear en este edificio una especie de puerta trasera. La ubiqué en una sala de mantenimiento fuera de uso. Te estoy pidiendo que te vayas y te lleves a tus amigos y al considerable número de Inmunes que reunimos. Como supongo que habrás notado, no hay tiempo que perder. En el plano adjunto hay tres caminos trazados. El primero te enseña cómo abandonar este edificio a través de un túnel. Una vez afuera, podrás encontrar el lugar en que el Brazo Derecho creó su propia entrada para ingresar a otro edificio. Ahí, podrás reunirte con ellos. La segunda ruta te mostrará cómo llegar hasta donde se encuentran los Inmunes. La tercera te ayudará a encontrar la puerta trasera. Es una Trans-Plana que te transportará a lo que yo espero que sea una nueva vida. Llévate a todos y márchense.
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20 maneras de reconciliarse
Fanfiction-Lo siento, Tom -exclamó. Las lágrimas le mojaron la piel-Lo siento tanto. Dijeron que te matarían si no hacíamos exactamente lo que ellos decían. Por más horrible que fuera. ¡Perdóname, Tom! Thomas no podía contestarle ni responder a su abrazo. Tra...