Capítulo 8: Genial

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—¿Estás mejor? —me dijo Isaac con suavidad.
—Sí. Ver como le estrujaban el brazo y le chorreaba sangre era un poco desagradable —respondí irónica.
—Eh, Isaac, nos vamos —le llamó Derek.
—Ella viene con nosotros —dijo Scott.
—¿Qué? Ni hablar.
Scott miró a Derek con desaprobación y este, aceptó a regañadientes.

🌙

Llegamos a la veterinaria donde trabajaba Scott. Entramos en el local, era algo oscuro. Podía oler el olor a menta que procedía del chicle que mascaba Isaac a mi lado, agradecí oler eso, y no el hedor que había allí.
—¿Dónde está el veterinario? ¿Nos va a ayudar? —dijo Derek, como siempre, agresivo.
—Pues depende —respondió el que debía de ser Deaton, el veterinario— ¿a vuestro amigo Jackson pensáis matarlo o salvarlo?
—Salvarlo —dijo Scott.
—Matarlo —dijo Derek a la vez.
—Salvarlo —respondí mirando a Deaton.
Él nos hizo un gesto, invitándonos a pasar. Sacó una caja con una decena de pequeños botes llenos de hierbas extrañas.
Isaac iba a coger uno de ellos, pero justo antes de que siquiera lo tocara le di un pequeño manotazo.
—Traviesa —me susurró divertido.
Negué con la cabeza y presté mi atención a Deaton.
—¿Qué es? Una especie de...¿brujo? —preguntó Isaac apoyándose en la mesa.
—No, soy veterinario —respondió Deaton.
—Oh —murmuró Isaac. Se me escapó una pequeña risa.
—Por desgracia, no veo aquí ninguna hierba contra una toxina paralizante.
—¿Alguna sugerencia? —intervino Derek.
—¿Qué tal un ataque eficaz? —dijo Isaac.
—Ya lo hicimos, yo casi le parto la cabeza, y Argent vació un cargador contra él, pero se volvió a levantar.
—¿Tiene algún punto débil? —preguntó Deaton.
—Bueno...no puede nadar.
—¿Eso le pasa a Jackson también?
—No, es el capitán del equipo de natación —intervino Scott por primera vez.
—Resumiendo, que buscáis a dos personas —Deaton cogió una extraña moneda, y la expuso para que la viéramos mejor— a la marioneta, y al titiritero.
Uno mató al hombre, pero el otro se encargó de la mujer, ¿sabemos por qué?

Había habido un asesinato de una pareja, la mujer fue asfixiada por alguien justo después del parto. El hombre...fue asesinado en el bosque.

—Jackson no le haría daño a una mujer embarazada, por lo que le pasó a él mismo de pequeño —dije con firmeza.
—¿Seguro que no es parte de las reglas? El kánima mata asesinos, pero si Jackson mata a la mujer, el bebé también muere...—dijo Isaac.
—¿Tu padre era un asesino? —preguntó Scott.
—No me sorprendería para nada.
—Jackson...—comencé— Jackson no le tiene miedo al agua, por lo que la fobia debe de ser de la persona que lo domina. La kánima y su maestro tienen un vínculo, de ahí que mate a cualquiera que él le ordene.
—Si eso es así, cualquier cosa que afecte al kánima...—Deaton cogió un frasco y vertió un polvo oscuro rodeando la extraña moneda— le afectará a su maestro.
—¿Y qué pasa con eso? —preguntó Derek.
—Significa que podemos cogerlos. A los dos —dijo Scott.

🌙

—¡Eh chicos! ¿Tenéis ya las entradas? —les pregunté a Stiles y Scott, cuando les alcancé.
Habíamos quedado en la veterinaria otra vez.
—Sí ¿y tú? Ya no quedaban —dijo Stiles.
—Tengo mis encantos —le respondí guiñándole un ojo y enseñándole mi entrada.
Me sorprendí al ver un leve nerviosismo por su parte.
Pasamos dentro para encontrarnos con Deaton.
—¿Ketamina? —le preguntó Scott.
Estaba llenando una jeringuilla de un líquido transparente.
—Es lo que usamos con los perros pero en una dosis más grande —respondió Deaton. Le acercó la jeringuilla a Scott, que la cogió en seguida.
—Esto es para vosotros, Ella y Stiles —dijo Deaton entregándome un frasco, de aquel polvo oscuro que vi anoche. Lo cogí con las dos manos con cuidado, o eso intenté, porque no podía cogerlo, era como si un campo de fuerza lo protegiera de mí.
—Eh...yo...—titubeé.
—Está sacado del fresno del cual muchas culturas consideran que protege contra lo sobrenatural —dijo poniéndolo en la mesa— supongo que entonces esta parte es solo tuya, Stiles.
—Eso es mucha presión...¿podría encargarme algo con menos presión para mí? —respondió Stiles. Pero por nuestras miradas comprendió que no era adecuado.
—Entonces, ¿esparciendo esto alrededor del edificio se quedarán atrapados?
—No es solo eso, imagina que es como la pólvora, necesita una chispa para que encienda, tú tienes que ser esa chispa Stiles —respondió Deaton.
—Si está diciendo que me prenda fuego, aún no estoy listo para eso.
Scott y yo le miramos amenazadoramente. Deaton sonrió.
—Permitidme una analogía diferente, yo era golfista, y los mejores golfistas no golpean sin antes visualizar a donde irá la pelota. Ellos lo ven en su mente, y su mente se hace cargo. Puede ser impresionante lo que la determinación y el esfuerzo pueden conseguir.
—Fuerza de voluntad...—dijo Stiles en voz baja.
—Eh, si quieres que funcione, tienes que creer.
Stiles asintió e intentó parecer relajado.
—Deaton. ¿Sabe lo que podría ser Ella? —preguntó Scott. Se había dado cuenta de que quería preguntar, y se lo agradecí.
—Sabemos que no es una mujer lobo, y tampoco es el kánima —dijo Stiles.
—Enséñame tus ojos, ¿sabes cómo hacerlo? —me preguntó Deaton.
—No, no lo controlo, a veces simplemente pasa...
—Debería funcionar igual que con los hombres lobo. Stiles, mírala fijamente, Ella tú mírale a los ojos también.
Stiles hizo lo que le pidió y yo le seguí. Habían pasado solo unos segundos que parecían ya minutos, y noté como mi corazón empezó a palpitar con fuerza, y más rápido de lo normal. Seguro que tenía ya las mejillas sonrojadas y una mueca en mi cara.
—Eh...creo que funciona —dijo Stiles apartando la mirada bruscamente. Estaba intentando ocultar su rostro, y no pude evitar pensar que quizás él también se había sonrojado. Scott se rió.
Miré a Deaton. Realmente me gustaba ver a través de mis ojos brillantes, todo era mucho más nítido, y diría que más colorido.
—¿Hay algo más? —preguntó él.
—Se ha puesto azul en luna llena —intervino Stiles.
—¿Azul?
—Sí, toda mi piel era azul, parecía que estaba muerta —le expliqué.
—Ella Cordelia Rhodes ¿ese es tu nombre completo verdad? —dijo Deaton.
—Eh...pues sí —respondí sorprendida.
—¿Cordelia? —dijo Scott aguantando la risa. Le di un pequeño puñetazo en el brazo.
—Conocía a tus padres, ya antes de que nacieras, éramos amigos. Delia y Will.
Le miré expectante, pero él no continuó.
—Ella, no es algo que yo deba contarte. Tu padre debe hacerlo.
—Pero mi padre no sabe nada...—hice una pausa y caí en la cuenta— sí que sabe ¿verdad?
—Sí, y estoy seguro de que ya se ha dado cuenta de lo que te está pasando.

II: Perilune ↞ Stiles/Isaac/Teen Wolf ↠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora