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David


Esta mañana en especial todo ha dejado de ser normal. El comienzo de este día había sido considerablemente bueno, cuando los médicos me dieron la noticia de que me daban el alta. Al fin podía regresar a casa con Elena y esa pequeña tan hermosa que tenía. Incluso volvería a ver a Rosa y a mi chica Sammy. Las cosas volverían a ser como antes de mi accidente. Recuperaría la riendas de mi vida y toda confusión terminaría al fin.



¿Por qué sentía entonces que seguía faltándome algo?


El médico me había puesto al corriente de mi pequeña lesión en el cerebro; que debido a ello no podría recordar un punto en concreto que había sido esencial en mi vida de entonces. Elena también me había hablado un poco de ello, pero yo estaba más preocupado por saber de la chica de ojos azules que había huido de la habitación aquel día. Y de la que no volví a saber nada más. Según mi hermana era posible que la pérdida esencial que sentía necesaria por entonces, tuviera relación con esa chica; que pasar tiempo con ella me aclararía la memoria. Me haría recordarla.




Sin embargo, ¿no era un tanto ruin ver a una chica cuando ya tenías a una maravillosa en tu vida? ¿Pensar en ella como si la sola idea de olvidarla me hiciera perder el juicio? ¿Era normal sentir eso o acaso me estaba volviendo loco?





Esos fueron mis pensamientos cuando me dirigí a la librería de Rosa para darle la noticia de mi mejora. Ella se alegró naturalmente y habló conmigo sobre mis progresos en aquellos días. Yo le respondí con las palabras del médico, pero mi mirada se había quedado clavada en una estantería en concreto. ¿Era mi imaginación o había visto un movimiento por aquella zona? ¿Acaso no estaba cerrada la librería?





Mis sospechas fueron aclaradas cuando Rosa pronunció el nombre que tan confuso me había tenido aquella semana. De nuevo la vi salir, ese cabello negro que resaltaba como nunca esos ojos azules. Su ropa se amoldaba perfectamente a su cuerpo, dejando a la vista sus largas piernas desnudas bajo esa falda negra.

¿Cómo no me voy a sentir confuso si esa chica altera mis sentidos al verla? ¿Por qué es importante para mí? ¿Qué papel representaba ella en mi vida?





Sacudo la cabeza y carraspeo para aclarar mis ideas. Frotándome la nunca vuelvo a clavar mis ojos en ella. Sus ojos azules me estudian con detenimiento una vez más. Como si tratase de responder a cada una de mis dudas y despejarlas al fin con sus ojos.




Rosa se va unos segundos para atender a un cliente, dejándome solo para enfrentarme a esa mirada. Por un breve momento no sé qué decir. No por timidez o vergüenza, mas bien porque intento buscar las respuestas a mis preguntas con esa mirada. Quizás verla pueda ayudarme. Quizás su presencia recupere a mi antiguo yo.




Ella aparta entonces la mirada. No puedo evitar mostrar mi disgusto por ello, pero al ver cómo apretaba los bordes de su falda, me hace ver que la pongo nerviosa. ¿Está avergonzada por mi mirada o hay algo más? ¿Existe tal respuesta en esos ojos? ¿Por qué me siento tan ansioso por descubrirlo?




Mi mente recuerda entonces nuestro primer encuentro cuando desperté, el que huyese por causa de mis palabras, con una expresión consternada y dolida. Di un paso al frente dispuesto a ofrecerle mis más sinceras disculpas.





-Kath, ¿cierto?-ella asiente a mi duda, con una barrera de indiferencia tallada en sus ojos. Esto va a ser bastante complicado-. Quería disculparme por lo que te dije en el hospital. No sabía quién eras, de hecho sigo sin saberlo, lo lamento. Los médicos me han dicho que puede deberse a un recuerdo que mi cerebro quiso desechar al momento, pero aún no sabemos el por qué de ello. Ni tampoco para qué lo hizo. Sé que puedo sonar muy insensible, pero no quiero tener incomodidades contigo. Me gustaría conocerte, Kath. Entender que me he olvidado para poder recordarte.





La muchacha parece sorprendida ante mis sinceras palabras. Enmudece un instante, quizás queriendo asimilar por completo lo que le ofrezco. Me estudia con detenimiento, arrugando su frente con un deje de sospecha.





-¿Cómo estás tan seguro de que me conoces? ¿No crees que sería mejor hacer borrón de todo esto y dejarlo estar? De esa forma no habrá más complicaciones en nuestras vidas y podremos seguir como si nada hubiera pasado.

Me sorprendo a mí mismo sintiendo cierta indignación con su propuesta. ¿Tan poco he significado para ella que desechaba nuestros recuerdos pasados así?


Sacudo la cabeza rápidamente para desafiarla con la mirada.


-No se trata sólo de ti y de lo que quieres, sino que también se trata de lo que yo quiero. Ambos estamos metidos en esta historia, por lo que si decides no ayudarme, yo encontraré la forma de recordarte sin tu presencia. Se trata de mis recuerdos, de mis pensamientos, de lo que yo haya sentido en algún determinado momento de mi vida. Ya no es algo que te afecte sólo a ti, sino que yo también estoy metido hasta el cuello con esto. A diferencia de ti yo sí quiero recordarte.


No pierdo la firmeza, ni la seguridad en mis palabras. Kath ha enmudecido completamente. Me mira como si no esperase que fuera a decir tales palabras. La verdad es que yo tampoco lo creía hasta ahora, pero, de alguna forma, aquellas palabras me habían dolido. El que ella hubiese querido olvidarme sin más, me hizo sentir extrañamente triste, como si el pasado no hubiera sido nada para ella.


Kath niega con la cabeza, resoplando. Yo entiendo que de momento no es buena idea presionarla. Quizás pueden ir a dar una vuelta para hablar sobre ellos mismos, contarse alguna cosa interesante. Conocerse una vez más. O al menos conocerle yo a ella.

Por esa razón sonrío para mirarla.


-¿Qué te parece si de momento vamos a dar una pequeña vuelta juntos?-le propongo sin perder mi sonrisa. Ella agranda sus ojos y masculla algo entre dientes. No la escucho, pero sé que la he hecho dudar. Decido darle un pequeño empujoncito más-. Venga, sólo será una vuelta. Paseamos un poco, hablamos, nos conocemos y también podríamos hacer algo diferente. ¿No te parece una propuesta muy tentadora?

Ella me mira, encontrándose de seguro mi divertida mirada. Las comisuras de sus labios tiemblan, dejando entrever una diminuta sonrisa. Me sorprendo deseando que esa sonrisa se vuelva más visible a sus ojos. Finalmente cede a mi propuesta y despidiéndome de Rosa salgo con ella al exterior.

Mentiría si dijera que no disfruté esos pequeños minutos de paseo. Ella me habló de sí misma, seguramente de cosas que mi yo del pasado sí sabía, de su trabajo, sus sueños, sus metas. Me reí bastante con ella, fue curioso encontrar a una amante del arte cuando esa joven parecía sacada de un auténtico retrato. No intento conquistarla ni nada de eso, yo ya tengo a Sammy conmigo, pero eso no quiere decir que no tenga ojos para aceptar que Kath es preciosa. Un arte difícil de resolver. De descubrir.



Entre tanta charla, llegamos al final del camino, por lo que Kath me mira con cierto recelo. Como intuyendo que no la dejaré ir tan fácilmente. Sin duda, no se equivoca.




-Antes de despedirnos, me gustaría invitarte a un sitio en concreto. ¿Te gustaría?-le ofrezco como última propuesta. Ella tuerce la boca algo indecisa. Yo la miro impasible, descubriendo mis pensamientos llevándome a la respuesta de que dirá que sí. De que vendrá conmigo.




Y mi mente tampoco me falla esta vez.

-Está bien. Vamos.

Algún día, bajo las estrellas #1.5 (Libro #1.5 ADBECA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora