David
¿En qué momento la vida te cambia el rumbo? ¿Cuándo todo lo sucedido deja de cobrar sentido al tener ante ti otras alzándose con fiereza? ¿Eso te hace el malo? ¿Eso te convierte en egoísta?
Mis ojos se abren lentamente, quejándome al momento por la fuerte claridad que la ventana me da en los ojos. Siento ardor en ellos, aunque no me extraña teniendo en cuenta que he estado llorando hasta altas horas de la noche.
Me froto con lentitud los ojos y estiro mi otra mano hacia el lado libre de mi cama. Al notarlo vacío mi corazón da un vuelco y mi mente empieza a funcionar a toda velocidad. Me incorporo de golpe, ignorando la molestia de mi cuerpo y observo con alerta el lado de la cama que ahora está fría. En mi cabeza sólo hay paso para un pensamiento.
Katherine.
Ella estuvo aquí. Ella me consoló y me abrazó hasta que me quedé dormido. Ella... Ella regresó sólo para armar de nuevo cada pedazo suelto de mi corazón.
Salto en la cama, con la mala suerte de que casi me caigo al hacerlo, y salgo de la habitación buscando en cada rincón de la casa. Mi respiración se atasca. Se ha ido. Ella ya no está aquí.
Siento nuevamente un malestar en el pecho, pero lo identifico como el mismo dolor que he estado sintiendo por causa de mi padre. Katherine se fue porque yo mismo le dije que se marchase. Que se alejara de mi vida para no seguir haciéndole daño. No tengo razones para sentirme mal. Yo lo decidí así, por el bien de ella.
Me revuelvo el pelo con una mano y camino hacia la cocina con cierto pesar. Desde la entrada puedo ver a mi hermana preparándole el desayuno a Sky, que balancea los pies sentada en la silla, con impaciencia. Río con cierta ternura. Al menos las tenía a ellas. Las dos mujeres de mi vida. Mis dos razones para vivir.
Entro en la cocina sabiendo que debo darle unas disculpas a mi hermana por todo lo que soportó ayer. No estuvo bien que por nuestro padre ella deba pagar los platos rotos que ese ser rompe sin piedad.
Sin embargo, cuando ya abro la boca para hacerlo, estas mueren al distinguir una tercera presencia en la otra esquina. Esos ojos azules se clavan en mí y yo trago saliva imperceptiblemente. Kath sigue aquí. No se ha ido.
-Buenos días, David -escucho la voz de mi hermana y me giro a tiempo de recibir un dulce beso en la mejilla de su parte, acompañado de los gritos de Sky alzando los brazos para recibirme.
Yo reacciono para soltar una carcajada y coger a Sky en brazos para hacerla girar en el aire.
-¡Buenos días, princesa! -ella ríe con ese apodo y me abraza por el cuello con esa sonrisa tan preciosa que sacó en común con su madre-. ¿Has dormido bien?
Ella asiente con la cabeza y mientras la dejo de nuevo en la silla, me relata lo que van a hacer hoy. Yo sacudo la cabeza con una sonrisa ante la energía de la pequeña a primera hora de la mañana.
De reojo, observo de nuevo a la persona que tengo a dos asientos lejos de mí. Ella observa a Sky con una sonrisa, pero al ser consciente de mi mirada me la devuelve con cierta intensidad.
¿Acaso me está retando para ver quién aguanta más la mirada?
Mantengo la mirada con una sonrisa de lado que provoca cierto nerviosismo en los ojos de Katherine. Aunque no los suficientes para dejar de observarme fijamente. Estamos tan metidos en esta pelea de miradas, que no somos conscientes de las personas que hay alrededor, hasta que Elena carraspea haciendo que ambos nos sobresaltemos y apartemos la mirada al mismo tiempo.
-David, ¿quieres desayunar también? -me pregunta ella con cierto reproche en la mirada. Se ha dado cuenta de nuestro juego y sé que no le hace gracia lo que he hecho. En el fondo yo tampoco estoy orgulloso de actuar como si fuera un niño pequeño.
-No, hoy tengo pensado salir un rato y desayunar fuera. Me vendrá bien para despejarme.
Y es que, aunque hoy ya no tengo la misma reacción que ayer, eso no quita que me sienta afectado ante todo lo que se estaba empezando a cerner sobre mí. ¿Cómo voy a hablar con Elena de todo esto? Voy a destrozarla con esta noticia.
-Bueno, yo me voy -las palabras de Kath me devuelven a la realidad. Ella ya está de pie, dándole un fuerte abrazo a Elena y un beso en la frente a Sky. Me mira un par de segundos, los suficientes para despedirse de mi con un gesto de mano.
Antes de que pueda reaccionar, ella se desvanece tras la puerta. De manera inconsciente me levanto y también me despido de mi hermana y mi sobrina de la misma forma. Salgo con cierta rapidez, sin notar la mirada de advertencia que me dirige Elena y abro la puerta a tiempo de ver a Kath alejarse por la acera. Cierro la puerta y avanzo por el mismo camino que ella. No sé cuál es el impulso que me lleva a hacerlo, pero no quiero dejar la cosas así. Tengo que decirle tantas cosas. Tengo que agradecerle otras tantas.
Pero sobretodo, disculparme por cada una de las cosas que he hecho y que la han herido. Tanto actualmente como en el pasado cuando aún recordaba el lazo que me unía a esta chica.
Justo cuando voy a hablar, ella se voltea de brazos cruzados para mirarme.
-¿Se puede saber por qué me estás siguiendo? Porque no creo que estés estudiando el terreno o observando los árboles.
Retengo la risa que casi me sale ante su sarcasmo. No puedo evitarlo. Esta chica y su forma de decir las cosas me gustan. Hacen que el niño interior que tengo quiera salir, cosa que con Sam nunca sucede.
-No es por eso. Sólo quería hablar un momento contigo.
Mi sonrisa hace que sus defensas se bajen y me mire con cierta desconfianza.
-¿Hablar sobre qué?
-Sobre lo que pasó entre nosotros ayer.
Eso hace que sus hombros se tensen un poco y un pequeño rubor, que no me da tiempo a apreciar, aparezca en sus mejillas.
-Si vas a preguntar por qué hice todo esto, que sepas que no fue por ti -escupe ella con cierta indiferencia-. Lo hice por Elena. Fue ella quien me llamó para que te ayudase. Así que no te preocupes, es la última vez que vuelvo a aparecerme por tu casa de esta forma.
Ella se da media vuelta dando por zanjado el asunto, pero a mí no me sirve eso. Agarro su muñeca y Kath se sobresalta ante ello. Vuelve a mirarme con una ceja alzada.
-¿Qué pasa ahora? ¿No te sirve esa respuesta? -sus palabras sólo hacen que, sin poder evitarlo, las comisuras de mis labios se alcen en una pequeña sonrisa. ¿Cómo demonios puede estar mujer ser tan cabezota? Ella me golpea con su dedo índice-. No voy a aparecer otra vez en tu vida. Quédate tranquilo. Si lo hice ayer fue por un caso especial. Nada más. Así que, ¿puedes soltarme ya?
Mi mano se mantiene firme en su muñeca. Alzo la mirada para encontrar otra vez sus ojos, pues me he quedado viendo como mi mano se ajusta perfectamente a su muñeca. Sonrío de nuevo.
-No -respondo con seguridad. Ella abre la boca con sorpresa y cierta indignación. Antes de que empiece a soltarme un buen sermón acompañado de varios insultos, me acerco a ella lo suficiente para que su voz enmudezca y se quede observando mis ojos con confusión-. Kath... Yo...
-¡David!
La voz de Sam me hace soltar a Kath al momento y girarme con cierta sorpresa. Mi novia corre hacia nosotros, sólo para saltar a mi cuello y darme un intenso beso en los labios que casi nos hace caer hacia atrás.
Ella se separa para abrazar mi brazo con fuerza. Yo sólo puedo mirar hacia atrás con la esperanza de que mis ojos vuelvan a encontrar los suyos. Pero allí, ya no hay nadie.
ESTÁS LEYENDO
Algún día, bajo las estrellas #1.5 (Libro #1.5 ADBECA)
RomanceToma mis manos y siente lo que yo siento. No decidas escapar, tampoco escojas esfumarte y menos apartar la mirada. Alza tus ojos y mira los míos; sólo entonces podrás ver lo que yo tengo guardado dentro de mí. Que estoy enamorada. Enamorada...