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Katherine

Idiota, idiota, idiota.

Mientras me alejo de allí con toda la rapidez posible, no dejo de reprenderme por haberme dejado caer tan fácil. Demonios, David tiene novia, ¿cómo he podido pensar siquiera que él iba a hacer algo?

Cuando vi nuestros rostros tan cerca, sus tiernos ojos observando los míos con tanta intensidad, sus tentadores labios tan próximos a los míos...

Joder, soy una estúpida por esperar algo que es más que obvio que jamás pasará. David no me ve de esa forma. De hecho, ni siquiera me ve con la misma importancia que antes. Para él sólo soy una desconocida que ha aparecido de la nada en su vida. Una chica que siente un huracán dentro de su pecho cada vez que él la toca o la mira con esos orbes azules.

Y envidio a horrores a su novia. A esa chica que tiene la dicha de tenerlo. De besarlo. De abrazarlo. De ser amada por él. Mientras que yo sigo aquí, esperando inútilmente una señal que me diga que debo lanzarme a sus brazos. ¿Desde cuándo soy tan malditamente masoquista? No puede ser que pierda la dignidad así por un chico que nunca se ha volteado a mirarme y que no va a hacerlo ahora.

Toco mis labios de manera inconsciente con las manos. Respiro hondo para detener el picor que ha llegado a mis ojos y el nudo en la garganta que empieza a asfixiarme. ¿Cómo voy a decir que no quería besarlo? Joder, claro que quería. Y por eso me quedé como una tonta mirándole, esperando esa señal, ese movimiento que me hiciese mandarlo todo a la mierda y responderle el beso.

Pero no, tenía que aparecer ella. La novia perfecta. La chica que tiene todas las cualidades que a David tanto parece gustarle. Sin embargo, yo nunca he tenido la oportunidad de mostrarle cómo soy, lo que guardo dentro, y es inútil intentarlo ahora. Con ese beso todo ha quedado claro. A David no voy a gustarle nunca. ¿Qué esperaba? ¿Qué dejase a su perfecta novia con modales propios de una princesa para irse conmigo?

Soy tan estúpida.

Cierro los ojos y detengo mis pasos para apoyar la espalda en una pared. Me arrastro hacia abajo, importándome poco si el suelo está sucio, si está a punto de llover y si la gente me mira raro. Ahora mismo no es algo que me importe mucho.

Sólo quiero acabar con esto. Quiero terminar de una vez con esta historia que jamás tendrá su comienzo.















Ya ha pasado una semana desde lo sucedido con David y ninguno de los dos hemos vuelto a encontrarnos. Honestamente, no es algo que me afecte a estas alturas. Debo seguir adelante. Con o sin él. Y despertar de este estúpido sueño de niña pequeña.

Esto no es un cuento de hadas, Kath, que te entre en la cabeza que David no va a venir a buscarte. No es a ti a quien quiere.

Hoy en el trabajo, después de haberme mentalizado en no pensar en ello más, Damián me contó que esta noche se celebraría un pequeño baile en el descampado a partir de la medianoche. Entre indirecta e indirecta, acabó pidiéndome ir con él, pero tuve que negarme al leer su doble intención.

-Está bien, está bien, me has pillado -rió él-. Nada de citas. Pero al menos déjame invitarte como un amigo.

Acepté.

Y aquí me encuentro ahora, llevando unos vaqueros con una camisa estampada, al lado de Damián en dirección a ese supuesto baile.

Cuando llegamos, me sorprende ver la cantidad de gente que hay teniendo en cuenta que yo no me había enterado de esta celebración hasta esta mañana.

Algún día, bajo las estrellas #1.5 (Libro #1.5 ADBECA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora