Ya no necesitaba mirar las estrellas buscando consuelo, porque ningún astro se compararía al furor con el cual brillaba él, ni todos los amaneceres serían tan hermosos como verle dormitar.
Tampoco habría frío en un piso desconocido, entre enemigos que ahora debían convertirse en sus hermanos, hasta el fin de los días, cabalgando como aves encadenadas al cielo sin pertenecer a nadie ni a nada, sin un lugar al cual volver ni tampoco piedad en sus dispares y vacías miradas.
Secretamente sí tenía un hogar, tenía alguien que sostenía su corazón cuando todo fallaba, cuando se sentía desfallecer y quería morir, había alguien esperándole con una sonrisa.
Kieran también la tendría para Mark, en cualquier momento, si la nostalgia o la soledad llegaban, estaría para consolarlo, abrazándole durante las noches interminables, tras los duros golpes o las fatigosas marchas, relatando historias sobre la corte oscura o escuchando sobre Nefilim's. Ese espacio entre los dos era el más seguro del mundo.
Y cada día despertaba mucho antes para verle dormir, deslizaba sus huesudos dedos por los rizos rubios, los echaba hacía atrás o apartaba pequeñas basuritas de estos, y contemplaba el rostro de la persona que quería mientras susurraba promesas que se escuchaban como arrullos.
Nunca nadie lo sabría, nunca nadie entendería cómo rogaba a todos los ángeles en los que no creía, porque aquella criatura se quedase la eternidad entre sus brazos, y pudiese quedarse él también perdido en el espejo de su mirada, pues era la única que le daba una vista amable.
—Eres hermoso.
Mark continuaba dormido, enredado bajo la manta y sobre un nido improvisado de hierbas, su cabeza contra el brazo ajeno y sus dedos enredados en los mechones cada minuto más claros, de un azul como el mar durante los primeros rayos del amanecer.
Kieran quería ser parte de sus sueños y al mismo tiempo le atemorizaba saber que tras esos parpados cerrados se encontraban niños huérfanos, una familia amada y vida que pudo haber tenido si las cosas no hubiesen terminado tan rotas. Mark habría sido el mejor Nefilim de su generación, Kieran metería las manos al fuego por eso, y se preguntaba, cada día con mayor amargura, si le daban a elegir ¿volvería a surcar las estrellas? ¿Elegiría esa salvaje libertad o preferiría encontrarse prisionero tras gruesos muros con una familia a la cual ya no pertenecía?
—Quédate conmigo— Lograba susurrarle a veces, presionando sus labios en los ajenos casi temiendo despertarle—No te vayas nunca a donde yo no pueda seguirte, Mark Blackthorn. Me quedaré sin esperanzas, sin corazón y sin nada...
Pero no quería creer en ello, aún les quedaban interminables noches juntos embriagados por caricias y besos, promesas que sólo la luna podría entender. Quedaban días para cabalgar y cazar, tenían todo el tiempo del mundo para burlarse de sus miedos infundados.
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This is not a love story - Kieran y Mark
Hayran KurguMark Blackthorn le había dicho: "Afortunado es aquel que sabe el nombre de su corazón. Ellos son los que cuyos corazones nunca son perdidos realmente. Siempre pueden llamarlos de vuelta a casa. ¿Recuerdas el nombre de tu corazón, Simon Lewis?" pero...