"Mentira"

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"Un hijo es sólo la extensión del ego de su padre..."

Realmente se le hacía insoportable la voz de su maestro de Álgebra, pero debía escuchar para sacar buenas notas y que nadie sospechara de él. Mientras tomaba sus apuntes, un recuerdo muy satisfactorio llegó a su mente: los gritos de piedad de Loke que nadie en el instituto logró escuchar. Fue su última víctima hasta el momento, y el que más placer le ha dado a la hora de asesinar. No habían pasado más de tres días desde que, con una navaja que siempre guardaba en su bolsillo, atravesó el abdomen del peli-naranja en un ataque sorpresa. Sus ojos confundidos y de un segundo a otro con una expresión de dolor. El placer de haber sacado su navaja del abdomen del Leon y ver la sangre manchar completamente su uniforme. Cuando se desplomó e hizo un ruido seco cuando su cuerpo tocó el frío suelo. Cuando él, apenas algo consiente le pidió explicaciones y en su rostro salían lagrimas por el dolor. Cuando usó el hacha del conserje (que había encontrado por casualidad) para arrancarle las extremidades de una muy limpia y rápida cortada. Ah, y cuando múltiples veces estrelló su cuerpo sin vida con una roca, en especial en su rostro. Fue su parte favorita. Todo ocurrió en el baño, sin que nadie se diera cuenta.

Apenas notó que estaba sonriendo, sonriendo retorcidamente. Agradecía que nadie había notado esto, pues todos siempre lo ignoraban, o eso creía. De repente, la campaña finalmente sonó. Natsu recogió sus cosas y las puso en su maleta algo ansioso, Lucy lo esperaba. No podía esperar para volver a probar sus dulces labios, tocar su suave piel, escuchar su suave y algo chillona voz...Sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz femenina.

—Natsu-san —Reconoció a la perfección ese tono frío algo indiferente de la persona al pronunciar su nombre-, puedo hablar contigo. —No era una pregunta. 


Usó su sonrisa más inocente, esperando poder despistarla


— ¿Qué pasa, Juvia? 

—Juvia quieres saber si aún tiene contacto con Gajeel-kun-Ella siempre le había dirigido miradas frías y sin brillo desde que era niño, y parecía que hoy no era la excepción—. Él sigue en la ciudad, aunque Juvia perdió el contacto con él. —aclaró.

—No—mintió—. Yo también he perdido el contacto con él desde el accidente de Mavis. ¿Por qué me preguntas? —Empezaba a sospechar a lo que quería llegar, no le ha hablado en años a pesar de estar en el mismo techo por ocho horas cinco veces a la semana. ¿Por qué justo ahora le volvía a hablar? Temía la respuesta.

—Lucy-san ha faltado hoy y...—Se le acercó hasta estar hombro a hombro, con él, solo era un poco menos de una cabeza más alto que ella. Natsu no se movió, y aún seguía con una sonrisa limpia. El salón estaba casi vacío, a excepción de ellos dos. No había nadie que observará la escena y notara la atmósfera de tensión que había entre ellos—. Juvia espera que usted no tenga nada que ver. —le susurró en el oído. Dejó todo rastro de inocencia en su sonrisa y mirada, y los cambió por una expresión llena de arrogancia y frialdad. Al parecer, Juvia dejó de ser tan inocente a comparación de cuando era niña.

— ¿Que? ¿Sospechas de mí? El mejor amigo de tu primo. Yo no tengo nada que ver con el hecho de que Zeref ya no conteste sus llamadas.


—Usted dejó de ser amigo de Gajeel-kun y lo sabe -replicó-. Y no estábamos hablando de Zeref-san ¿Por qué usted lo ha puesto de repente en el tema? —¿Desde cuando era ten preguntona? Siempre pensó que Juvia sólo tenía a Gray en su cabeza, era una lastima que no fuera así.

— Se que querías saber de Zeref. Repito: no es mi culpa que Zeref no conteste ni tus llamadas ni las de Gajeel. Él esta muy bien.  —«Bien, en el infierno»

Juvia lo miró con algo de duda, y antes de que abriera la boca para decir algo más, Natsu tomó su mochila y se fue, dejándola sola en el salón.

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«Esto llegó muy lejos, Natsu, no te ayudare más», recordó las palabras de su hermano.

«E-eso no est-ta bien, hijo», recordó las palabras de su madre.

«No eres mi hijo, estas loco», recordó las palabras de su padre.

«Salamander, ya basta con esto», esas fueron las últimas palabras que escuchó de Gajeel.

Estaba en la entrada de su casa, y ya no podía contener las lágrimas. ¡Maldita sea, Juvia! Ella le había hecho recordar su pasado. Pensó que después de que tuviera a Lucy junto a él, olvídalo a todo, pero no fue así. ¿Eliminar también a Juvia lo haría sentir mejor? Lo estaba considerando seriamente. Entró y cerró la puerta de un portazo que de seguro su amada había escuchado desde el sótano. Bajó apresurado las escaleras que conducían a la habitación donde estaba ella, la única razón por la que empezó una locura, y tal vez nunca acabaría con ella. Abrió la puerta con una llave que le colgaba en una pulsera. Allí estaba Lucy, dormida en la incómoda cama. Se veía tan hermosa estando tan tranquila. Aún tenía el uniforme, pero mal puesto, y la bandeja con la que le había traído el desayuno estaba vacía, se tranquilizó al saber que había comido.

-Luce -llamó suavemente mientras se le acercaba. Le acarició la mejilla y ella, aun en sueños, puso una expresión de molestia. Abrió lentamente los ojos y se encontró con la mirada jade del peli-rosado. Los ojos chocolate de Lucy, la primera vez que los vio, le pareció que estaban llenos de brillo, ingenuidad y confianza. Pero ese brillo, esa ingenuidad y esa confianza habían desaparecidos. ¿Que veía ahora en sus ojos? Estaban algo opacos, podía leer fácilmente el miedo, el temor, la desesperación en ellos. Los ojos de Lucy le recordaban a los de Mavis, antes y después de morir.

Culpa a mi Obsesión [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora