"Locura"

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Palideció al recordar, su corazón dejó de latir, le costaba respirar. Simplemente debía de ser un retraso, ¿verdad? No había de qué preocuparse, pero estaba preocupada. Ella no podía estar... No podía tener un...

—No eso, no es eso... —se dijo a sí misma e intentó sonreír pero de sus labios sólo se formó una sonrisa cínica—. No he tenido mareos, no puedo estar embarazada. —«No puedo tener un hijo de un demonio, no puedo tenerlo aquí encerrada» quiso decir pero las palabras nunca salieron de su boca.

No había manera de comprobarlo, pero la falta de su periodo era una prueba esencial. Siguió sumergida en sus pensamientos hasta que la puerta se abrió lentamente, era Natsu con una bandeja de comida. Se sorprendió al verla despierta pero no dijo nada. El peli-rosado tenía el rostro rojo y pareció haber llorado por un buen tiempo, ¿qué habrá hecho? No, no era de su incumbencia. No se atrevió a mirarlo por más tiempo y volteó la cabeza rápidamente.

—¿No te dije que no quería verte? ¡Vete! ¡Déjame sola! —le gritó sin mirarlo.

—Luce... —Natsu al verla notó inmediatamente que tanta soledad había acabado con parte de su cordura, o tal vez haber visto morir a su mejor amigo, o haber sido violada, o haber sido secuestrada. Él había acabado con eso, y Gajeel tenía razón.

—¡Lárgate, sola estaba mejor! LÁRGATE. —Las lagrimas se empezaron a formar en los ojos chocolate de la rubia. No cerró la puerta y se le acercó. Ella intentó alejarse, pero terminó cediendo. La abrazó y sintió su corazón exportar al sentir como correspondía rodeandolo. Juntó sus labios aun con sus brazos en la cintura de la rubia y cerró los ojos para saborear mejor.

—¿Cuanto... Cuanto tiempo más? —Se separó ante la pregunta.

—¿Eh?

—Quiero irme, quiero ver a mis amigos, quiero ver a mi padre. Por favor... —Sus ojos se cristalizaron nuevamente.

—Luce... No quiero que te vayas de mi lado, por favor. —La volvió a abrazar—. Estamos destinados, tú me amas, sólo tienes que aprender a hacerlo.

—Sí... —Esta vez fue Lucy quien unió sus labios—. Sí, te quiero... —Siguieron así por unos momentos hasta que sintió un fuerte dolor en la espalda. Lucy lo apartó aún con lágrimas y sonrió tímidamente—. Bye bye. —Lucy lo empujó dejándolo en el suelo y su dolor aumentó al caer bruscamente. Ella se paró y notó que en la mano de la rubia había un pedazo de vidrio lleno de sangre, de su sangre. Todo se estaba volviendo negro para los ojos de Natsu y lo ultimo que vio fue a Lucy salir.

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—¿Tú amas mucho a Mavis? —preguntó el peli-rosado a su hermano y este asintió aún leyendo un libro.

—Quiero estar con ella, todo el tiempo cuando seamos mayores. —Cerró el libro y miró a Natsu.

—¿Cómo se siente estar enamorado? —Zeref soltó una carcajada.

—Es un sentimiento único e indescriptible. Lo entenderás cuando crezcas. —Se acostó en la cama ante la curiosa mirada de Natsu y sonrió—. Estoy seguro que lo entenderás, tarde o temprano. Buenas noches.

Ese fue el último momento feliz que tuvo con su hermano y fue lo último que recordó.

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Jude Heartfilia tenía grandes ojeras, un cabello sin peinar y una barba sin afeitar desde hace semanas. Trabajar era un reto casi imposible para él desde la desaparición de su pequeña. ¿Por qué había sido tan frío, distante e indiferente cuando ella era lo que más quería en el mundo y lo único que le quedaba? Su esposa estaría muy decepcionada. Se culpaba a sí mismo por no haberle puesto la atención necesaria, por no haber estado al tanto para evitar su desaparición. Había perdido las esperanzas, ya debía estar muerta. ¿Quién habrá sido el desgraciado? O acaso nadie lo había hecho, sólo ella había escapado, de nuevo, por su culpa. Sollozó al pensar en esa posibilidad. Entonces el teléfono empezó a sonar y él sin ánimos lo contestó.

—¿Hola? Habla con Jude Heartfilia, ¿que necesita? —Sus párpados poco a poco se abrieron conforme la mujer al otro lado hablaba. Colgó rápidamente, se vistió apropiadamente y tomó las llaves del auto para ir a la comisaría. Llegó unos veinte minutos después y le preguntó al primer policía a donde podía ir. Caminó a paso rápido por los pasillos hasta llegar a cierta sala. Tocó la puerta apresuradamente y un policía le abrió sonriente.

—Usted es el padre, ¿verdad? —Asintió—. Bien, pase. —Al entrar a la habitación se encontró con su hija totalmente pálida, con sus ojos sin brillo y miraba a la nada. Volteó al otro lado y se llevó una gran sorpresa al verlo. Empezó a llorar y sonrió levemente. Él también sonrió y se le acercó para abrazarla.

—Pa-papá. —sollozó aferrándose a él—. Te he extrañado, los he extrañado a todos, fue horrible.

—¿Quién te ha hecho esto? —Lucy se separó. Respiró profundamente y notó que los policías estaban atentos a los que diría.

Culpa a mi Obsesión [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora