Capítulo 24 - Frustrante y triste esperanza

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Volvió a mirar a su esposo mientras iban en el asiento trasero del taxi camino a casa. Llegaron a Seúl, pero Sung Kyu parecía perdido (una vez más) en lo profundo de sus pensamientos. Sin embargo, Woo Hyun no podía hacer otra cosa más que aferrarse a su paciencia; a la dulce esperanza de que recuperara la memoria y recordara la vida que ya hicieron juntos, así como el gran amor que se tenían el uno al otro.

Suspiró profundo y observó por el rabillo del ojo a Sung Kyu girar el rostro en su dirección. Él hizo lo mismo y su entrecejo se frunció cuando notó el confuso semblante en la cara de su marido.

—¿A d-dónde va-mos?

Woo Hyun parpadeó y entreabrió los labios. Quiso dibujar una pequeña sonrisa, pero le fue imposible al ver en los ojos de su pareja algo de temor.

—A casa —respondió con suavidad, suspirando de nuevo, e intentó tomar una de las manos del muchacho, aunque Sung Kyu las apretó en forma de puño sobre sus piernas.

—¿Y par-ra qué? ¿No es mej-jor q-que me despida de un-na vez...? —replicó, a pesar de que se le dificultaba pronunciar cada palabra.

Nam lo miró, dolido. Y por más que se lo explicó, Kim no entendía que estaba preocupado por él. No obstante, Woo Hyun recordó, por enésima ocasión, lo que le dijo el médico: los repentinos cambios de humor. Sung Kyu no iba a ser capaz de controlar su temperamento algunas veces y, más importante aún, era que tenía que permanecer tranquilo. Pero Woo Hyun tenía miedo de alterarlo más, parecía que al más joven no le agradaba su presencia.

—No quiero despedirte. Me preocupas mucho, y quiero que te recuperes pronto. Ya verás que con los medicamentos vas a...

Y Woo Hyun tuvo que detener su explicación, porque Sung Kyu de pronto volvió el rostro para mirar por la ventanilla otra vez. La desconcentración y su turbado estado eran otros de los tantos síntomas que presentaba; aunque, las horas de las prolongadas siestas que tomaba iban en disminución, algo que le mencionó también el doctor. Era una buena señal.

Apretando los labios, Woo Hyun deseó acercarse a Sung Kyu en ese momento para abrazarlo. Anhelaba tanto sentir su calor, aspirar su delicado aroma. Pero si lo hacía, era muy probable que el muchacho se asustara; que se confundiera más de lo que ya estaba. Incluso podía entrar en una fase de perturbación y llegar a ser contraproducente para su mejoría. Así que sólo suspiró largamente y se limitó a observarlo mientras continuaban el recorrido.

El vehículo se detuvo frente a la gran casa casi media hora después. Sung Kyu abrió más los ojos y Woo Hyun salió del auto, rodeándolo enseguida para abrirle la portezuela y ayudar a su compañero a salir. Por un momento, el muchacho dudó en tomar su mano, pero Nam se mantuvo mirándolo a los ojos y le transmitió con sus cristalinos ojos, algo de confianza, por lo que a Kim no le costó demasiado trabajo ofrecerle la mano para dejarse guiar hacia la puerta principal de la vivienda. Sin embargo, estando frente a ella, Sung Kyu se tensó y, casi por inercia, apretó su agarre un poco más.

—Te dije que mis padres regresaron a Japón, así que relájate —pidió Woo Hyun con tranquilidad, aunque esa pequeña reacción del muchacho hizo que su corazón se acelerara de felicidad.

Sung Kyu apretó los labios y asintió despacio, pero sus siguientes palabras estrujaron el corazón de Woo Hyun.

—Ent-tonces, ¿puedo s-ser yo mismo? E-Estoy har-rto de fin-ngir ser su n-novio.

Agachando la mirada, Woo Hyun sintió que sus ojos se humedecían, pero tenía que soportar todo lo que debía suceder. Sung Kyu no recordaba nada y, aunque lo lastimara con sus gestos y sus palabras, era su esposo, y estaba dispuesto a ser fuerte y ayudarlo a recuperarse, porque lo amaba. Además, también creía que Sung Kyu no lo había dicho precisamente para lastimarlo.

El Contrato | WooGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora