Capítulo 13 - Maravillosa y atribulada noticia

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El agarre de Woo Hyun sobre su cuerpo se hizo más fuerte. Sung Kyu sintió su respiración entrecortarse y que las piernas le empezaban a fallar. Las lágrimas brotaron de sus ojos con más insistencia y, después de unos segundos en los que el muchacho se había quedado mudo, su jefe clavó sus ojos en los suyos y Kim no pudo retener más las palabras.

—Ya... ya no puedo soportarlo más —dijo, entre leves sollozos, y Woo Hyun ciñó más sus dedos en sus brazos. Sung Kyu volvió a estremecerse y dejó ir un suave suspiro mientras sentía cómo le ardía la piel donde lo tocaba—. No entiendo por qué los haces —apuntó en voz muy baja.

Woo Hyun aflojó un poco su sujeción y también suspiró, sin dejarlo de ver a los ojos.

—Yo tampoco lo entiendo —le dijo, casi en un murmullo. Y para Sung Kyu parecieron eternos los segundos en los que Woo Hyun lo había mantenido pegado a su cuerpo, hasta que lo dejó ir.

El muchacho observó cómo agachaba la vista, apenado. Era la primera vez que lo miraba tan sumiso, y nunca creyó que pudiera verse así.

—Perdóname —masculló, y Sung Kyu sintió que su corazón bombeaba su sangre aún más rápido—. No volveré a tratarte mal... Pero, por favor, no te vayas —suplicó, y su voz parecía temblar mientras clavaba su mirada en la del muchacho.

Y las dudas atacaron la mente de Kim, porque no sabía qué hacer.

Por un lado, estaba el hecho de que Woo Hyun lo había hecho sufrir mucho, y por el otro, estaba ese profundo sentimiento que no le permitía siquiera odiarlo.

Su jefe ya se había enterrado demasiado en su pecho, pero esa no debía ser la razón por la que tenía que quedarse, sino por el trabajo. Ese dinero le ayudaría a acabar la universidad. Así que, de todas formas, Sung Kyu tenía que olvidarse de lo que sentía por él, aunque Woo Hyun prometiera tratarlo mejor.

Sin embargo, parecía que los sentimientos siempre le ganaban a la razón.

—¿De verdad, ya no lo harás? —preguntó, aún con una pequeñísima duda en su mente. Woo Hyun asintió, mordiéndose el labio inferior y el joven ya no pudo resistirse más cuando vio la sinceridad impregnada en los ojos de su jefe.

De alguna forma, quería creer en él. Quería pensar que sus palabras eran verdad.

—Está bien. Me quedaré —aceptó, y Nam comenzó a sonreír—. Pero te advierto que, si me vuelves a tratar así, ni siquiera te lo diré, sólo tomaré mis cosas y me iré de aquí —sentenció, y el otro borró su sonrisa de pronto, asintiendo velozmente a las palabras del muchacho.

Sung Kyu sintió entonces que la opresión en su pecho disminuía. Tal vez su jefe si era una buena persona después de todo, y él sólo deseaba disfrutar un poco más de esa furtiva amabilidad también.

—Que tengas un lindo día, cielo —le dijo la señora Nam mientras le acariciaba una mejilla con cariño.

Sung Kyu le sonrió de oreja a oreja y se encaminó tras Woo Hyun, quien ya lo esperaba dentro del auto. Abordó el vehículo y miró de nuevo a su futura suegra, quien les mandó un beso volador a él y otro a su hijo desde la puerta. Su jefe le sonrió en el acto y encendió el motor para ponerse en marcha hacia la universidad.

Y el recorrido para Sung Kyu no se hizo tan incómodo. Woo Hyun se había levantado esa mañana de mejor humor. Incluso le había dado los buenos días con una sonrisa y el muchacho se había sentido muy feliz sólo con eso. Así que pensó que había acertado al tomar la decisión de quedarse.

—Si quieres, puedo venir por ti a la salida —mencionó Woo Hyun casualmente, con un sutil tono de voz mientras estacionaba el auto frente al edificio.

El Contrato | WooGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora