Isaac

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Isaac observó a su mujer largo rato. Ella llevaba cerca de 10 minutos sentada en una silla mirándolo de arriba a abajo.

—Si te quedas otro minuto allí, ya no seguiré con esto.

—Shh—lo hizo callar y alzó una ceja.

Tuvo deseos de saltar de esa cama, ponerla sobre sus rodillas y castigarla como merecía por hacerle ese sonido. Se contuvo, primero porque no podía saltar de la cama, estaba atado a ella, con ambas manos sobre su cabeza. Segundo, ahora ella tenía el mando, controlaba la situación, así que nada de quejarse.

Le gustaba controlar todo a su alrededor, o lo que más podía, vivir con 4 hombres mas no le dejaba muchas cosas que controlar, así que por lo menos siempre era quien daba las órdenes en su habitación o la de ella, cuando estaban juntos. Pero nada de eso lo hacía ser un idiota, si ella le daba ese poder no podía menos que permitirle, a veces, tenerlo, era lo justo.

Tomó aire suavemente para calmarse. Isaac sabía que ella estaba jugando con su paciencia, con su control.

Cuando pasaron otros 5 minutos cerró los ojos.

—Bárbara—murmuro—que…

Abrió los ojos al sentir la cama moverse y observo a su mujer acomodare al lado de su cadera y llevar su boca a su polla ya necesitada. Jadeo al sentir su lengua contra él, al sentir su humedad y calor, esa dulce succión. Ella siguió largos minutos con eso hasta que supo que se correría pero lo libero y se quejó. No podía hacerle esto.

—¿Por qué…—ella se alejó de la cama y entró al baño—Bárbara—gimió y apoyo su cabeza en la almohada, cuando la sintió regresar la miro—¿pero qué?—pregunto al ver que traía una bata, ella se puso sus pantuflas y lo miro.

—Voy por algo para comer.

Abrió la boca sorprendido.

—No puedes…—lo ignoro y salió de la habitación, gruño molesto.

Dioses, cuando esto acabara se iba a asegurar de que nunca más lo dejara en tal estado. Mentiroso, grito su cabeza, te gusta que haga esto, que te torture. Gimió y cerro lo ojos. Sí, le gustaba, pero no cuando su polla estaba erecta y húmeda, contra el aire frio del lugar.

Cuando escucho risas en el pasillo presto atención. Esa era ella, obviamente, y estaba, si no se equivocaba, con Alec. Cuando las risas se fueron espero, nada. Intento prestar más atención pero no capto ningún solo ruido. Movió sus manos contra sus ataduras y otra vez tuvo deseos de terminar con esto.

Bárbara ingresó al cuarto cargando un pote de helado, al verlo con el ceño fruncido sonrió aún más y cerró la puerta.

—Lamento la tardanza, me entretuve hablando con Alec—él volteo los ojos.

—Sí, los oí a fuera—negó y miro hacia otro lado, ella lo dejo solo para ir y hablar con otro.

—¿Celoso?—susurro ella muy cerca y se giró para verla a centímetros de su cara.

—No estoy celoso—aclaro, ella alzo una ceja—si no molesto—apunto su pene—y él lo está a un más.

Ella hizo un puchero y se acercó a su pene, lo acaricio con su mano.

—Pues él no debería molestarse cuando fui a la cocina por algo solo para satisfacerlo—Isaac alzó una ceja.

—¿Por qué trajiste…—ella lo miró y alzó una ceja.

—Acepto que puedas estar molesto, pero no se te olvide quien da las ordenes ahora—apretó la mandíbula y no dijo nada—bien, veo que lo recordaste.

Serie Nuevo Edén: Ellos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora