Pov Sakura
Han pasado más de cuatro años sin saber de él, miles de recuerdos atacan mi mente haciendo un profundo hueco que no he podido llenar, un hueco que solo él llenaría. Me encuentro hundida en un mar de soledad. Salgo a la calle y trato de aparentar la misma niña dulce que era antes, antes de conocer el dolor, antes de que él me dejara. Pero todo ha cambiado. Sonrío falsamente ya no encuentro el motivo de alegría que tanto me caracterizaba, mi semblante es decaído, mis ojos cargados de tristeza. Y tampoco soy ya una niña, he crecido un poco y mi cabello, está un poco más largo, Tomoyo dice que es más hermoso, y yo también me encuentro muy cómoda teniéndolo así.
Miro por la ventana, el sol se pone en el ocaso dando una tonalidad naranja al ambiente, las hojas de los arboles caen libremente, guiadas por el suave viento. Es un paisaje melancólico digno del otoño.
-Sakura- me llama Kero, mi gran amigo y guardián- ¿estás bien?- me pregunta un poco temeroso.
Hace tanto tiempo que ya no estoy bien, que mi actual estado es lo cotidiano: perderme por horas mirando por la ventana, recordando todos los momentos que pasé junto a él, mientras pequeñas lágrimas salen de mis ojos sin poder detenerlas, esperando que algún día pueda volver a verle por aquella ventana, así como le vi alejarse.
-Estoy bien Kero, no te preocupes- le respondo mientras le sonrío tristemente
- Bueno - suspiro resignado por mi respuesta tan cotidiana- Tomoyo está esperándote abajo, dice que prometiste acompañarla a dar un paseo.
Cierto, lo había olvidado. Esta tarde después de salir del instituto le prometí a Tomoyo la acompañaría a salir a dar un paseo por el parque.
-En un momento bajo- le digo a Kero mientras me cambio de ropa y me pongo una chaqueta. Antes de salir recuerdo que le escribí una carta a Eriol, así que aprovecharé para mandársela.
-Hola Tomoyo, disculpa el retraso- me disculpo con mi mejor amiga, mientras trato de sonreírle
-Hola Sakura no te preocupes- me responde de volviéndome. Ella también ha cambiado un poco, creció un poco pero aún tenemos la misma estatura, su cabello sigue igual de largo y hermoso, su semblante amable y perspicaz no ha cambiado, creo que es lo que nunca me ha dejado caer completamente. Mi gran amiga Tomoyo, siempre luchando para que no siga cayendo en el profundo pozo que me encuentro, evitando que me quede sola por mucho tiempo y llevándome fuera de casa cuando sabe que mi depresión aumentaría.
Actualmente Tomoyo y yo vamos al instituto donde iban mi hermano y Yukito, nuestros compañeros son casi los mismos que en la escuela y la secundaria, así que somos un grupo muy unido.
Nos disponemos a salir de la casa. Caminamos unas calles y nos encontramos un buzón, recordé que en la chaqueta traía la carta que le mandaría a Eriol
-Tomoyo, espera un poco deja mando una carta- mientras me acerco al buzón
-¿Es para Eriol?- pregunta mi amiga
-Si así es, hace mucho que no le escribo, así que pensé responderle la última carta que me mando- le respondo mientras cierro el buzón y no puedo evitar en pensar en mi buen amigo Eriol Hiiragizawa: en todo el tiempo que estuvo con nosotros, la amabilidad y gentileza que derrochaba por todos lados y cuando de pronto nos enteramos que él era la reencarnación del mago Clow, también de su partida repentina a Inglaterra cuando todo se terminó. Todo un remolino de recuerdos. Es difícil pensar que ya de eso cinco años pasaron y aún estabas conmigo en ese entonces. Desde entonces, Eriol y yo solo hemos tenido contacto por carta y una que otra vez nos llamamos por teléfono, ya lo no he vuelto a ver. En estos momentos me doy cuenta cuanto lo extraño. Siempre he necesitado de su apoyo incondicional y de su sonrisa que me hacen sentir, de algún modo, segura.