Capitulo 2

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Me desperté con el ruido de la puerta de la casa cerrarse. Miré el reloj. Ya eran las nueve de la noche. Me había pasado dos horas tirada en la cama envuelta en mis pensamientos. Apagué el ordenador y salí de mi cuarto.

Mi padre ya había llegado a casa y estaba preparando como de costumbre la cena para los dos.

-¿Que tal tu día, cariño?- la pregunta que cada noche al llegar del trabajo me decía. Y yo respondía con un simple “bien” fingiendo que mi vida no era una mierda. Si. Mis padres desconocían todos y cada uno de los problemas por los que estoy pasando o he pasado.

Después de cenar regresé a mi habitación para preparar las cosas para el día siguiente. Mañana tenía instituto y un examen de matemáticas del cual, como era habitual en mi, no había estudiado. Mi habilidad en las matemáticas me permitía que con solo atender a las clases a la hora del examen no necesitara estudiar.

Cogí mi móvil y los cascos para poner mi música y así poder conciliar el sueño. Desde el cambio de casa había tomado la costumbre de meterme en cama y poner mi música para quedarme dormida. Mis padres se extrañaban de ello. Para ellos mi música era demasiado "ruidosa" como para poder conseguir dormirme. Pero yo odiaba esa música relajante que ellos siempre me aconsejaban. Yo para dormir necesitaba ese sonido heavy de las guitarras eléctricas. Raros para algunos. Pero era así.

Ese ruido irritante de mi despertador comenzó a sonar. Abrí mis ojos con pesadez y apagué el estúpido despertador, que me sacaba el mal carácter por la mañana. Me di mi ducha rutinaria de las mañanas y me vestí. Antes de salir de mi habitación comprobé que tenía bien puesto el paño de mi muñeca y salí con mi mochila.

Por las mañanas mis padres ya no estaban en casa. Los dos se pasaban el día fuera por culpa de sus trabajos y yo casi nunca los miraba. Se podía decir que a mis 15 años era la persona mas independiente de mi familia. Si no fuera por la música, el estar horas sola encerrada en mi casa me habría vuelto loca hace años. La música era lo único que conseguía hacerme evadir de mis problemas.

Salí de casa a paso rápido. Siempre salía de casa con el tiempo justo para llegar al instituto y no tener que esperar sola a que sonara el timbre.

El llegar allí y que todos me dirigieran miradas de odio se había vuelto una rutina, por lo que ya estaba acostumbrada a ignorarlos. Entré en mi clase y saque las cosas para la primera clase. La clase estaba distribuida por parejas. Pero al ser impares en clase, había tenido la suerte de no tener a nadie a mi lado. Comenzó la clase y como era habitual comenzó la lluvia de bolas de papel y yo como diana. Odiaba ese comportamiento de niños de 5 años pero prefería no seguir les el royo. Ya había comprobado que si le decía a la profesora lo que estaban haciendo no ganaba nada. Ella se limitaba a llamarles la atención y a pesar de que ellos continuaban con su diversión, esta nunca los echaba de clase, ni los mandaban a junto del director. Si decía algo solo me ganaría mas bolitas de papel.

La clase fue interrumpida por el director que entró para pedir unos minutos de atención. -Al menos en esos minutos me dejarían en paz.- pensé. Entró y le pidió a alguien que entrara con él. Era un chico de nuestra misma edad, y el director comenzó a explicar que era un chico nuevo que había llegado de Inglaterra. Pero al parecer a los de mi clase no le agradaba mucho, enseguida comenzaron a hablar por lo bajo cosas sobre el y poniéndole mala cara. La profesora lo hizo sentar en el único asiento libre de la clase, que era a mi lado. Y la profesora continuó con la clase.

El peso del almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora