Capitulo 4

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 -Disculpate al menos.- dijo Alexandre molesto porque ella había comenzado a reírse de mi. Para mi sus risas burlonas eran simple sonido, puede que por el hecho de llevarlas escuchando mas de 5 años. Esos horribles 5 años que llevaba viviendo en esta odiada ciudad. Pero entonces la risas cesaron.

-Chaval, con quien te crees que estas hablando?- le preguntó poniéndole cara de asco y levantando la cabeza en posición de superioridad.

-Con una maleducada, de eso estoy seguro.- respondió hábil a su pregunta.

-Deja la, Alexandre, ella no merece la pena.- dije por lo bajo. No quería que nadie mas me escuchara. Mi experiencia en aquella situación me advertía de que si le respondía me ganaría que uno de los chavales amigo suyo me pegara. Lo peor de todo ello era el llegar a casa y tener que ocultar con maquillaje los numerosos moratones que dejaban en mi piel.

-Haz caso a la idiota esa, deja la. Estando cerca de ella te meterás en problemas.- dijo acercándose a el y pasando una mano por el brazo de el.- ¿Sabes que? Podré hacer una excepción contigo. Eres muy guapo a pesar de esa ropa barata que llevas.- dijo mirándolo de arriba a bajo.

-No me interesa estas cerca de alguien tan superficial.- dijo zafándose de ella y agachándose junto a mi ayudándome a recoger mis dibujos.- Son unos dibujos muy buenos.- me dijo con su gran sonrisa. Y se lo agradecí por lo bajo. Ya que me avergonzaba que todo el mundo estuviera prestando atención a lo que estaba pasando. La chica que se había metido conmigo se había ido murmurando cosas pero estaba claro que no eran nada buenas.

Entramos por fin en clase y continuando con la rutina, los de mi clase comenzaron a tirarme aquellas insoportables bolas de papel. Pero entonces una alcanzó a Alexandre. Este se levantó y se giró con una cara de odio hacia el grupo que se reía de la situación.

-No se quien ha sido, ni tampoco me importa. ¿Quienes os creéis? Ni los niños de 5 años son tan estúpidos como para perder el tiempo tirando bolas de papel a la gente. No creo ni que tengáis una razón de porque lo hacéis. Sois patéticos.- se desahogo casi en un grito.

-Señorito Lawrence,- le llamó la atención el profesor- Haga el favor de volver a sentarse y no volver a interrumpir la clase. No querrá que lo eche.

-Pero...- trató de defenderse el. A mi no me sorprendía. Todos los profesores eran iguales. Pasaban por completo del bullying que había en este instituto.

-Pero, nada. Cayese. Y no me vuelva a interrumpir.- le ordenó de forma severa.

Alexandre se resignó al hecho de que el maestro no tomaría ninguna solución al respecto. Y como no, la lluvia de bolas de papel continuó.

Al terminar por fin las clases salimos juntos.

-No me lo puedo creer. El profesor ni se ha molestado.- dijo furioso y molesto.

-¿Porque crees que yo no he dicho nada en toda la hora? Por mucho que se lo digas al profesor no ganas nada. Solo les llamará la atención.

-¿Cuanto tiempo llevas sufriendo esto?- me preguntó con un tono algo preocupado.

-Llevo 6 años viviendo aquí, por lo que llevo pasando por esto 6 años.

-¿Desde que llegaste, ya te trataban así?- me preguntó sorprendido a lo que me limité a asentir. No me gustaba el contarle mi vida a nadie, por eso me limité a contestar a su pregunta. No quería que nadie sepa por los problemas que he pasado o que estoy pasando. Soy muy reservada a la hora de hablar con alguien sobre mi. Para mi nadie era lo suficientemente cercano como para contarle todo lo que pasaba por mi cabeza.- Es increíble, que lo lleves aguantando tanto tiempo.- me limité a encoger me de hombros. Cierto era que hasta ese momento nunca me había parado a pasar la cantidad de numerosos días que había pasado sufriendo el bullying. Pero eso solo era una pequeña parte de lo que creaba sufrimiento en mi.

Salimos del instituto y me despedí de Alex, me coloqué mis auriculares y le di al play a la música. Rock. Eso era lo único que ahora me hacía sentir mejor. Al llegar a casa encendí la televisión dejándome caer en el sofá del salón. Pero entonces mi teléfono móvil comenzó a sonar.

El peso del almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora