Capitulo 12

168 3 0
                                    

Narra Alexandre

-Cálmese señora no me ha dejado terminar.- dijo el medico haciendo que los llantos de la madre de Alicia se detuvieran.- Hicimos todo lo que pudimos. Hemos hecho el mayor trasvase se sangre. Su hija es una luchadora. Se encuentra todavía inconsciente, pero ahora mismo la van a subir a la sala de observación. No necesitaba escuchar mas. Comencé a saltar de emoción. Seguía viva. Eso era lo verdaderamente importante.- Les aconsejo que regresen a casa y descansen. Puede que mañana ya pueda recibir visitas.- y dicho eso regresó dentro de Urgencias.

 Debíamos descansar. Era obvio que mañana a primera hora le pediría a mi madre que me llevase de vuelta al hospital. Me negaría a regresar al instituto sin poder verla y saber que verdaderamente estaba bien.

Narra Alicia

Todo estaba oscuro pero entonces lo escuché. -¿Acaso estaba en el cielo? ¿Si lo estaba como era que escuchaba su voz?- pensé.

Su voz llamaba por mi. Como si me tratara de despertar de un sueño. Pero yo me había suicidado. -Si estoy muerta ¿Como puedo oírle llamar por mi?- me pregunté. Traté de hacer algún movimiento. No sabía si estaba consiguiendo algo pero trataba de mover mi mano. Y pereció haber funcionado. Se le escuchaba gritar que le había apretado la mano. -Que extraño.- pensé.

Ahora era la voz de mi madre quien llamaba por mi. Sentía como agarraba mi rostro con sus manos y me suplicaba que volviera con ellos. Era demasiado tarde.

Narra Alexandre

Mi madre me llevó lo mas pronto que pudo al hospital. Quería ver lo antes posible a Alicia. Los médicos me informaron de que todavía no se había despertado.

Tomé el asiento y lo coloqué al lado de la camilla. Sujeté su mano y mirándola a los ojos que permanecían cerrado la llamé.

-Alicia, Alicia. Despiértate. Necesito saber que llegué a tiempo para que una gran chica no muriese. Alicia...- seguí repitiendo su nombre con la cabeza hundida en mis brazos que estaban cruzados y apoyados sobre la camilla.

Escuché como alguien entraba en la habitación. Yo no dejaba de repetir su nombre. Noté como aquella persona apoyó su mano sobre mi espalda y la acarició como tratando de consolarme. Pero entonces me asusté.

-¡Me ha agarrado la mano!- comencé a gritar levantándome de mi asiento. Repetí la frase dos veces mas mientras me daba al vuelta y miraba la cara de sorpresa de la madre de Ali. Ella se acercó hacia su hija y sujetó su rostro. Lágrimas corrían por su cara mientras en sollozos llamaba por ella, suplicándole que regresara.

Apreté su mano al ver como su rostro formaba una mueca y comenzaba a abrir los ojos. Su madre la abrazó al ver como los abría. Yo me encontraba en shock y parecía que ella también.

Narra Alice

Traté de abrir los ojos. La luz entró por mis ojos molestándome. Vi como mi madre me sujetaba y abrazaba. Yo estaba en shock. ¿Estaba viva? Vi la cara de Alex que parecía estar igual de sorprendido que yo.

-Gracias a Dios.- repetía una y otra vez mi madre. Vi a mi madre llorar emocionada mientras abrazaba a Alexandre.

-Gracias Alex. Por llegar a tiempo.- le dijo. ¿Llegar a tiempo? No podía ser de verdad. ¿No era capaz nunca de hacer algo a derechas? Yo no apartaba la mirada de Alex y el tampoco a mi. Se le veía feliz, ¿Pero yo? ¿Lo estaba?

Desvié mi mirada de él hacía un lado de la habitación. Sabía lo que me esperaba. Ahora mi madre recriminaría mi intento de suicidio. Seguramente que Alex, a pesar de estar feliz porque siguiera viva, estaría enfadado conmigo por lo que había hecho.

-¡Como se te ocurre hacer esa tontería!- escuché a mi madre gritarme. Pasé mi mirada sobre ella y vi lo verdaderamente furiosa que estaba. Agaché mi mirada. Comprendía que estuviera molesta conmigo. Escuché como Alex trataba de tranquilizarla. Ella lloraba de frustración y yo de culpa. Sabía que lo que había hecho crearía mas problemas en la familia y por ello mi sentimiento de culpa aumentaba.

Ella continuaba gritandome pero ya ni la escuchaba. Derrepenté todo se calmó. Levanté mi mirada llorosa y solo ví a Alex. Tenía una mirada triste. Quizás por haber presenciado todo lo que me había dicho mi madre.

Estaba de pie obserbadome atentamente. Ninguno decíamos nada. Toda la habitación había quedado en un horrible silencio. Después de lo que había hecho no podía mantenerle la mirada a nadie. Y menos a Alex que había sido el que me había salvado de las garras de la muerte. Entonces se acercó a mi lado y se sentó al borde de la camilla.

-¿Como has podído?- me dijo casi en un susurro. Su voz sonaba desgarradora por la tristeza.- Ali dejame ayudarte. Una buena persona como tu no se merece un final así.- agarró mi mano y la apretó fuerte como tratando de darme ánimos.- Dejame ayudarte a cambiar tu vida. Te mereces ser feliz.

Lo miré sorprendida. -¿De verdad se preocupaba tanto por mi? ¿Me merecía a alguien como él a mi lado después de mi intento de suicidio?- pensé.

-No entiendo que has visto en mi. No merece estar con alguien que esta sufriendo constantemente.- le dije sin ser capaz de mirarle.

-He visto a una persona con un gran corazón. Un corazón que con los estereotipos de la sociedad nadie es capaz de ver. Todo el mundo sufrimos una vez. Y yo estoy aquí junto a ti porque quiero ayudarte a verte feliz. Porque ya la sociedad te ha hecho mucho daño. Y una persona con gran corazón no se merece eso.- parecía tener un dialogo preparado. Cada frase tan bien dicha saliendo de sus labios. Era difícil de creer de de verdad apareciese en mi vida después de tantos años, alguien que de verdad se preocupase por mi.

-Yo quiero dejar de sufrir.- dije en un susurro y casi sin voz por la amargura que recorría mi cuerpo.

-Pues dejame ayudarte.- me susurró al oído.- Pero antes tendrás que prometerme una cosa.- lo miré interrogante para que me dijera cual era su condición.- No mas cortes, por favor.

El peso del almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora