Hablando de la música para el trabajo, Alex me acabó contando a que conciertos había ido. Cuando vivía en Inglaterra su padre lo había llevado a ver a Scorpions y también fuera a un concierto de Green Day. Sin duda el era muy afortunado. Yo jamás he podido ir a ningún concierto, ya que no podía ir sola. Justo cuando terminó de contarme como había sido el concierto de Green Day, mi radio comenzó a sonar. Se me había olvidado desactivar la alarma que tenía puesta para que se volviera a encender.
-¿Te gusta Thirty seconds to mars?- me preguntó sorprendido. ¿Y si a el no le gustaban? ¿Y si el los detestaba y al decirle que si ya no le caía bien? Hasta ahora todos los grupos de los que habíamos hablado nos gustaban a los dos. Seguramente el me notó algo nerviosa por lo que añadió.- Yo tengo su primer CD ¿Donde lo conseguiste?- entonces me calmé, si tenía un CD de ellos era obvio que a el también le gustaba.
-Si. Hace no mucho que los descubrí y lo conseguí en la tienda de música que está en frente de la plaza.- dije emocionada. Por lo que sabía de ese grupo, no había muchos fans españoles.
-Sabes que llevo poco tiempo viviendo aquí. ¿Que te parece si un día quedamos y vamos juntos?- preguntó emocionado. No era mala idea a Kevin, el dependiente de la tienda, le encantaría saber que le traigo un cliente nuevo. Con el tema de las descargas ilegales cada vez ganaba menos. La industria de la música sigue en pie gracias a los verdaderos amantes de la música.
Es cierto que yo también descargo música pero si un grupo me gusta verdaderamente siento la necesidad de tener sus CDs y hablar con el y que me hiciera descubrir nuevos grupos era lo mejor. Era un hombre ya algo mayor pero con conocimiento de toda la historia de la música. Sin duda en cuanto Alex lo conociera le caería bien.
Dejamos los temas de nuestros grupos favoritos y nos concentramos en terminar de una vez el maldito trabajo.
El estaba recogiendo ya sus cosas para marchar cuando llegó mi madre. -Mierda.- pensé para mi. Sabia como era mi madre. Alex y yo salimos de mi habitación. El debía irse ya o mi madre comenzaría a acosarlo a preguntas.
-Hola cariño.- me saludó al verme ir hacía la entrada de la casa.- Y hola jovencito. ¿Y tu quien eres?- preguntó algo sorprendida al ver que después de años viviendo en esta casa era la primera vez que traía a alguien a casa.
-Alexandre Lawrence.- dijo estrechándole la mano a mi madre.- Soy el nuevo compañero de clase de su hija.
-Por fin conozco a un amigo de Ali.- dijo mi madre emocionada. Antes de que comenzara a contarle cosas de mi como hacía siempre, la interrumpí.
-Bueno, lo siento mucho por ti mama. Pero Alex se tiene que ir ya.
-Un placer conocerte Alex.- le dijo mi madre que había quedando detrás mía mientras yo lo acompañaba a la entrada.
Me despedí de el y regresé a mi habitación para recoger todas las cosas de clase. Me puse algo cómodo como pijama, cené y volví a mi habitación. Conecté la música y me dejé caer en mi cama.
Ya era sábado por la tarde. Había quedado en la plaza con Alex para ir a la tienda de música. Pero ya llegaba tarde.
Mi madre me había visto numerosos moratones en mi brazo derecho y había comenzado a interrogarme. Yo me limité a decirle que había tropezado y caído sobre ese brazo. Estoy casi segura de que no se lo creyó, pero como había quedado con Alex, me dejó ir. Seguramente a la noche volvería a insistir en el tema.
Llegué a la plaza y lo busqué. Lo encontré sentado en uno de los bancos que estaban al lado del gran sauce que era el elemento central de la plaza. Junto a el se hallaba una pequeña niña que hablaba con el.
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El peso del alma
Non-FictionPesadillas, maltrato, bullying, sucesos horribles en la familia es lo que causa mi situación. ¿Se puede cambiar una situación de la cual nunca has sido la causante? ¿Tengo alguna posibilidad de alcanzar la felicidad? ¿O acaso he nacido para sufrir? ...