Fueron las más simples de las palabras las que me rompieron. Fueron las más catastróficas de las frases las que me dañaron más allá de poderme reparar. Fuiste tú quien me robó el corazón; no, más bien yo te lo entregué, como una ilusa, pensando que lo cuidarías y lo alimentarías con amor todos los días. No, tuviste que enfriarlo hasta romperlo con tus propias manos, aunque yo recogí todos los trozitos y te los mostré para que los cogieras y los lanzaras al suelo otra vez. Me pisoteaste el corazón demasiadas veces. Creo que me lo has roto.
Y el dolor no es sólo aquí dentro, en mi cabeza. Cuando de amor se trata, el dolor está por todas partes. Lo siento físicamente; como mi respiración se entrecorta al pensarte, y como mis párpados se cierran durante el día, y se abren como faros por la noche. Mis manos tiemblan al recordar tu tacto, y mis labios te desean al memorizar tus caricias. A pesar del dolor que me has infligido, y el corazón que me has roto en pedazos, yo aún te amo, con todas las piezas.
Y sí, llámame estúpida; es lo que soy. Soy estúpida por creer que algún día volverás, y que no habrá chica alguna a tu lado. Por creer que me abrazarás, y que yo ya te habré perdonado. Por creer que tu amor por mi renacerá, y que pensarás en mi de la misma forma que yo pienso en ti.
Mientras mi amor por ti es una vida entera, para ti yo sólo fui un cometa, que destelló, y luego, se apagó. Mientras yo fui solamente una estrella en tu colección de constelaciones, tú fuiste todo mi cielo. Fuiste cada maldito planeta, cada maldita galáxia. Fuiste un universo entero para mí.
Ya no puedo más, escribiste en la nota que encontré después de despertar sola. Supongo que yo ya tampoco.
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[p]oemas nocturnos.
Şiirérase una vez, un príncipe sin princesa, un rey sin trono, una reina sin rey y una princesa sin reino. érase una vez un reino abandonado.