Lena
Miro la fachada del edificio donde vive Say para después mirar la hora en mi reloj de muñeca; ha dicho que no tardaría en cambiarse y que en cinco minutos bajaría para poder irnos pero está tardando demasiado.
Apoyo la cabeza en el asiento y cierro los ojos; sigo pensando que esto es una mala idea. Que no puede salir nada bueno y más conociendo a mi madre y a su novio, Nick, siempre son de los que se meten donde no deben. Son así con todos del mismo modo que también lo fueron con Ethan. Suspiro agarrando fuertemente el volante. Solo quiero intentar pasar una buena noche y olvidarme por unos instantes de él aunque sé que se me hará raro porque la última persona que conocieron mis padres fue él. Estaba acostumbrada a ir junto a él los domingos a hacer una barbacoa o quedar de vez en cuando a echar un café, no sé. A pesar de lo malo siempre habían cosas buenas junto a él; y eran tan buenas que siempre me valían demasiado la pena como para tener en cuenta los malos momentos. Teníamos nuestros más y nuestros menos pero... ¿cómo todos no? Cuando conoces verdaderamente a alguien y esa persona te conoce a ti corréis el riesgo de aún siendo el uno para el otro; chocar constantemente. Y no me importaba porque el resto de momentos me hacía sentir simplemente viva. Me hacía reír, me hacía olvidarlo todo, se picaba constantemente conmigo e intentábamos que lo malo del otro, fuese un poco menos malo.
Y desde él sentía que me faltaban tantas cosas y que echaba de menos otras... entonces en ese momento llegó Say que sin quererlo y sin tener ni puta idea de nada; ha hecho que me sienta mejor. Es ese tipo de persona que acaba siendo un apoyo aunque al principio ni lo esperabas o aunque ni yo misma me lo quiera admitir. Porque sí, puede que la mayoría del tiempo hablemos de estupideces pero alguna que otra vez ha sabido leerme como Ethan sabía hacer al principio. Ha sabido qué me molestaba y qué no, ha sabido qué era lo que me dolía y qué me haría reír. Él y sus estúpidas bromas de que en cualquier momento me lanzaré a por él porque me tiene loca. Sonrío levemente; está como una puta cabra.
Si las cosas fuesen distintas, si nos hubiésemos conocido de otra forma. Si él no fuera quién es y yo no fuese quién soy quizás podría hasta llegar a quererle pero en esta vida en la que estamos no puede ni gustarme. Y si os soy sincera no sé ni por qué estoy pensando en eso..bueno tal vez sí lo sé; cualquier persona que nos viera pensaría que tenemos algo y no puedo permitirlo. Say nunca dejará de ser Say; el chico de mi clase de filosofía.
Después de esto, volveremos a tener la misma relación de siempre, nada más; me prometo.
Escucho cerrarse la puerta del copiloto de un portazo y sacudo la cabeza ante mis pensamientos.
-Hola mi amor -dice divertido y le miro arqueando una de mis cejas- ¿Qué? -dice abrochándose el cinturón- Tendré que acostumbrarme a tratarte como si te quisiera, ¿no crees?
-No -digo intentando no sonreír y poniendo el coche en marcha. Acerco la mano al cambio de marchas y él acerca la suya para ponerla justo encima. Le miro sin saber a qué viene eso y hace un gesto con los hombros.
-Me estoy metiendo en el papel -se ríe- No soy para nada cariñoso y me está costando.
-Eres idiota -le reprocho.
-Gilipolleces -dice sin más- ¿No vas a decirme si voy guapo mi bomboncito? -pregunta y hago una fingida arcada ante tal apelativo y le escucho reír.
-Primero deja de llamarme eso -digo soltándome de su mano y le escucho reír- Segundo; mis padres saben que no soy muy cariñosa así que no hace falta que te propases.
-¿Y tercero? -pregunta juguetón. Le miro de arriba abajo y me fijo en que lleva unos pantalones ajustados negros un poco rotos en la rodilla, unos zapatos totalmente negros y una camiseta blanca de manga corta que hace que resalten todos sus tatuajes. Le miro un par de segundos a los ojos para después fijarme en su pelo despeinado y sonreír levemente. Vuelvo la vista a la carretera y me muerdo el labio unos segundos.
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No quiero quererte...
RomanceIncluso la persona que menos se lo merece; tiene su excepción.