Say
Miro la hora en mi reloj; son las nueve de la mañana. Me acerco a mi agenda donde tengo apuntados todos los clientes que tengo para hoy y hasta la tarde no me viene el próximo. Recojo el material que he utilizado y me preparo la mesita para el próximo.
Escucho la campanita de la entrada indicando que ha entrado alguien pero supongo que es porque tiene hora con Michael así que dejo que sea él quien vaya a atender a quién quiera que sea.
Me meto la mano en el bolsillo buscando mi móvil y al dar con él miro la pantalla para comprobar que no tengo ni un mensaje ni una llamada. No sé por qué albergaba la tonta sensación de que Lena en algún momento me hablaría. Ves, eso te pasa por acercarte a ella. Aparece alguien en tu vida, le conoces, le coges un poco de cariño y luego si te han visto, no se acuerdan. Say sabes perfectamente que siempre es así, me digo. ¿De qué te sorprendes?
La última vez que la vi fue en su coche cuando por mi culpa ella le acabó prometiendo a su madre que me llevaría a conocerla y desde ese momento ni una sola llamada, ni un solo mensaje y no sé por qué le doy tanta importancia si al fin y al cabo voy a acabar viéndola en clase pero una parte de mi, por pequeña que fuera, quería saber que ella también puede echarme en falta como parece que yo lo estoy haciendo. Siento que hacía demasiado tiempo que no compartía mis días con alguien y hasta ahora que he empezado a hacerlo no me he dado cuenta de lo solo que muchas veces me siento. Claro que sabía que estaba solo pero pasar de no estarlo a volver a estarlo es bastante jodido. Podía sentirme vacío, sí, pero no he sentido más vacío que el de estar con Lena y al segundo siguiente despedirnos y que ya no esté. Y no entiendo por qué, os juro que no lo entiendo.
-He venido a ver a Say -escucho en la entrada haciendo que vuelva a la realidad. Esa voz la reconocería en cualquier parte.
-Yo estaría encantado de atenderte -escucho decir a mi colega y sonrío saliendo por la puerta para llegar al mostrador.
-Pero a ella no le encantaría que lo hicieras -le reto divertido y me mira- Me busca a mi y no a ti -le informo y levanta las manos en forma de rendición.
-Tranquilo tío -se ríe- No sabía que era tuya -arqueo una de mis finas cejas- Pero recuerda que trabajas para mi -dice bromeando y dándome una palmada en la espalda para luego dejarme a solas con ella.
Apoyo mis codos en el mostrador y la miro desde ahí. Le sonrío divertido y me mira arqueando una de sus cejas. Repica los dedos en el mostrador y el sonido de sus uñas contra él me pone de los nervios. Quién lo diría cuando soy el primero que lo hace. Acerco mi mano a la suya para detenerla y me mira divertida.
-¿Qué te trae por aquí Lena? -le pregunto con una sonrisa.
-Creo que me prometiste algo -me recuerda y asiento. Le hago un gesto con la cabeza indicándole que pase y dejo que pase delante de mi. Le señalo con el brazo indicándole que siga el pasillo y me obligo a no sonreír. No debo hacerlo, me repito. Siento que si lo hago estaré confirmando algo y ese algo es que existe sobre la faz de la tierra una persona capaz de hacerme sentir mejor y eso, eso nunca puede ser bueno.
-¿Dónde puedo dejar esto? -me pregunta llamando mi atención y señalando su pequeña mochila.
-Dame -le digo y me la pasa con una sonrisa. La cuelgo en un perchero que hay detrás de la puerta para después cerrar ésta- Te hice unos bocetos -digo intentando romper el hielo- Si no te gustan puedes decirme como lo quieres exactamente -me mira sonriendo y asiente. Me acerco a la mesa de trabajo y le enseño dos bocetos de cada uno de los tatuajes que quería hacerse y no estaba del todo segura.
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No quiero quererte...
RomanceIncluso la persona que menos se lo merece; tiene su excepción.