¿Acaso para ti no existen personas por las que esperarías?

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Lena

Abro la puerta de la cafetería sabiendo que llego tarde y que lo más seguro Say querrá matarme por ello. Le busco con la mirada y me preocupo al no encontrarlo, ¿donde se ha metido? Miro el reloj de mi muñeca y me fijo en que aún queda rato para que llegue su padre. ¿Se habrá ido porque no tiene los cojones suficientes para estar aquí? 

Escucho el sonido de una puerta cerrarse, levanto la vista, y lo veo aparecer por lo que supongo que es la puerta del baño. Le regalo una leve sonrisa sabiendo que me he hecho esperar demasiado pero tenía clase a última hora y no podía escaparme. Me devuelve una sonrisa nervioso y me acerco a paso rápido sin pensármelo dos veces. Me siento a su lado sin dudarlo aún sabiendo que nos estamos arriesgando demasiado, aún sabiendo que no deberían vernos juntos. 

Say esconde su cara entre sus manos y me doy cuenta de que está nervioso a rabiar. Me muerdo el labio sin saber muy bien que hacer. Me acabo acercando a su hombro y me apoyo en él haciéndole saber que estoy ahí. Él, aún estando así, acerca una de sus manos a la mía y la entrelaza sin dudar. 

-¿Estás bien? -le pregunto en un susurro.

-Has llegado tarde -dice dejando de esconderse. Me separo levemente de él y le miro sonriendo intentando que me perdone. Se lleva mi mano a sus labios haciéndome saber que no hay nada que perdonar. 

-Lo siento -susurro de todas formas.

-Tenía miedo de que no llegaras -confiesa en un susurro, ¿desde cuando es tan inseguro? -No iba a poder hacerlo sin ti.

-No creo que... -me muerdo el labio un segundo-... ¿es buena idea que esté aquí? -pregunto sin saber si debo dejarles a solas.

-No lo sé -admite apretando mi mano- Pero quiero que estés aquí -dice sin más. Le miro durante unos segundos, diciéndole de todo con la mirada para después acabar mirando a mi alrededor. Al ver que no hay nadie conocido acerco mi mano, la que no tiene entre las suyas, a su barbilla y me acerco lentamente para robarle un beso. Me sonríe cuando me separo y le regalo otra sonrisa de las mías.

-¿Te he dicho que estás muy guapo con el pelo así? -digo fijándome en él, se ha peinado y eso es algo que no suele hacer. Siempre se despierta y se deja el pelo tal y como le queda; aunque a veces se pelea con él e intenta arreglarlo pero nunca sirve de nada. Siempre va con ese aire despreocupado y con esa imagen de chico malo que te sonríe y te enamora. Aunque Say muy en el fondo no es un chico malo; es el típico chico que se comportará como un capullo pero que cuando te tiene cerca te cuida sabiendo que eres lo más preciado que tiene.

-No me lo has dicho -dice más relajado- ¿Te gusta? -dice coqueto.

-Estás para comerte -digo susurrando acercándome a su oreja.

-¿Literalmente? -pregunta y asiento- ¿Sin excepciones? -pregunta curioso.

-Enterito -digo sin más ganándome una expresión de confusión por su parte- ¿Qué pasa? -le digo chinchándolo con una sonrisa en los labios.

-No puedes estar haciéndome esto ahora -dice sin más y le miro frunciendo el ceño.

-¿El qué? -pregunto como si no supiera de lo que habla.

-No es momento de ponerme cachondo en público cuando voy a tener una conversación con mi padre -dice intentando hacer broma.

-No estaba intentando eso -digo apoyando mi mano libre encima de su pierna. Me mira con una sonrisa y desvía su vista hasta mi mano. Subo lentamente y le escucho tragar saliva al estar tan cerca- O sí -digo frenando la mano y riéndome al ver su cara. Me levanto y escucho un soplido a mi espalda- ¿Magdalenas de chocolate? -le pregunto girándome y mirándole coqueta- Tus favoritas -digo explicándole y asiente con una sonrisa en los labios.

No quiero quererte...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora