Capitulo 13

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Ya que iba pensando la idea de darle mi dirección a alguien (por sobretodo Cyro) me asusté un poco, la única persona que la sabía era Mario… y el chico en cuestión resultó algo loco. De cualquier forma revisé el número de la casa y le mandé un texto con la dirección; sentí que si pasábamos una tarde juntos podríamos resolver la “situación” que habíamos dejado sin revisar. Como había estado nublado los últimos días y hacía mucho frío en las noches, me duchaba por la tarde y esta ocasión no sería diferente.

-Si tú lo dices- Me respondí en voz alta a mis pensamientos. Algo burlón.

Me dirigí a mi habitación y la observé en su totalidad, había algo de desorden por lo que me puse y doble la ropa limpia, y la guarde en mi cómoda. Puse mis pantalones en el ropero y guarde el cargador de mi Macbook en el escritorio, algunos papeles los tiré a la basura. Cambié las sabanas por unas más limpias de un color parecido al Rubí y me metí a ducharme; estuve pensando en porque asee mi habitación hasta dejarla bonita. Él ni siquiera iba a entrar…. Nadie podía entrar allí.

Fui a donde estaba mi ropa y revisé bien las cosas que había, algunos 5 jeans solo color mezclilla y muy pocas blusas y camisetas. Me faltaba algo de ropa, tenía un par de faldas y un solo short… el que lleve al Coliseo… Proseguí a ponerme unos jeans de color azul claro y una blusa de tirantes, acompañada de una chaqueta gris. Unas botas de agujeta altas hasta la rodilla y me miré. Me hacía falta un corte de cabello, hablaré con Lucía o Andrés de eso, me sequé el cabello con la toalla y volví a darme un vistazo en el espejo.

Estaba delgada, un poco más de cuando llegué a Roma. Tenía más marcada la cintura y ya no tenía pancita, la comida de aquí era más ligera por lo que bajé algunos kilos. Apagué la luz de mi habitación y bajé las escaleras, revisé mi teléfono…

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Llego a las 4:00, no esperes demasiado. Ciao.

Cyro.

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Leí el mensaje al momento que miraba la hora, 4:02, probablemente estaría ya aquí y acerté. El timbré sonó y se podía ver la silueta de Cyro a través del cristal, me dio un poco de miedo pero me arme de valor y proseguí a abrir, no me quedaba de otra más que dejarlo entrar. Camine algo cuidadosa a la puerta y cuando estaba abriéndola pude ver a Cyro sonriendo muy sencillamente hacia mí.

-Hola –Me dijo muy tranquilo.

-Hola que tal, pasa.- Dije muy apurada, me sentía arrepentida desde ese momento. {Tenía miedo de que pudiera pasar}

-¿Cómo estás?

-Bien Cyro… ¿Quieres comer algo?

-Claro Astrid, por eso estoy aquí –Miro por todos lados- ¿Dónde está la cocina? Seguramente tienes hambre.

-Si, emm, esta justo allí, sígueme- Caminé hacia la cocina y crucé el arco para entrar acompañada de Cyro- ¿Y… qué piensas hacer?

- Spaghetti Cacio e Pepe

-¿Qué? No sé qué es eso…

-Es pasta, pimiento y pecorino de queso. 

-Oh…-Dije algo desesperanzada

-Tranquila, es más rico de lo que suena.

-No sé si tengo todo lo que necesitas.

-No te preocupes por eso, es un platillo muy común en Roma. Todo el que vive aquí debe de tener pasta, pimiento y el pecorino se puede sustituir por queso.

-Manos a la obra entonces- Le dediqué una sonrisa, al parecer más sincera de lo que hubiera querido

-Me gusta tu sonrisa- Me dijo señalando mi barbilla con su dedo y pasó al refrigerador y sacó algunas cosas, después a la alacena y sacó la pasta.

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