Ya que iba pensando la idea de darle mi dirección a alguien (por sobretodo Cyro) me asusté un poco, la única persona que la sabía era Mario… y el chico en cuestión resultó algo loco. De cualquier forma revisé el número de la casa y le mandé un texto con la dirección; sentí que si pasábamos una tarde juntos podríamos resolver la “situación” que habíamos dejado sin revisar. Como había estado nublado los últimos días y hacía mucho frío en las noches, me duchaba por la tarde y esta ocasión no sería diferente.
-Si tú lo dices- Me respondí en voz alta a mis pensamientos. Algo burlón.
Me dirigí a mi habitación y la observé en su totalidad, había algo de desorden por lo que me puse y doble la ropa limpia, y la guarde en mi cómoda. Puse mis pantalones en el ropero y guarde el cargador de mi Macbook en el escritorio, algunos papeles los tiré a la basura. Cambié las sabanas por unas más limpias de un color parecido al Rubí y me metí a ducharme; estuve pensando en porque asee mi habitación hasta dejarla bonita. Él ni siquiera iba a entrar…. Nadie podía entrar allí.
Fui a donde estaba mi ropa y revisé bien las cosas que había, algunos 5 jeans solo color mezclilla y muy pocas blusas y camisetas. Me faltaba algo de ropa, tenía un par de faldas y un solo short… el que lleve al Coliseo… Proseguí a ponerme unos jeans de color azul claro y una blusa de tirantes, acompañada de una chaqueta gris. Unas botas de agujeta altas hasta la rodilla y me miré. Me hacía falta un corte de cabello, hablaré con Lucía o Andrés de eso, me sequé el cabello con la toalla y volví a darme un vistazo en el espejo.
Estaba delgada, un poco más de cuando llegué a Roma. Tenía más marcada la cintura y ya no tenía pancita, la comida de aquí era más ligera por lo que bajé algunos kilos. Apagué la luz de mi habitación y bajé las escaleras, revisé mi teléfono…
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Llego a las 4:00, no esperes demasiado. Ciao.
Cyro.
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Leí el mensaje al momento que miraba la hora, 4:02, probablemente estaría ya aquí y acerté. El timbré sonó y se podía ver la silueta de Cyro a través del cristal, me dio un poco de miedo pero me arme de valor y proseguí a abrir, no me quedaba de otra más que dejarlo entrar. Camine algo cuidadosa a la puerta y cuando estaba abriéndola pude ver a Cyro sonriendo muy sencillamente hacia mí.
-Hola –Me dijo muy tranquilo.
-Hola que tal, pasa.- Dije muy apurada, me sentía arrepentida desde ese momento. {Tenía miedo de que pudiera pasar}
-¿Cómo estás?
-Bien Cyro… ¿Quieres comer algo?
-Claro Astrid, por eso estoy aquí –Miro por todos lados- ¿Dónde está la cocina? Seguramente tienes hambre.
-Si, emm, esta justo allí, sígueme- Caminé hacia la cocina y crucé el arco para entrar acompañada de Cyro- ¿Y… qué piensas hacer?
- Spaghetti Cacio e Pepe
-¿Qué? No sé qué es eso…
-Es pasta, pimiento y pecorino de queso.
-Oh…-Dije algo desesperanzada
-Tranquila, es más rico de lo que suena.
-No sé si tengo todo lo que necesitas.
-No te preocupes por eso, es un platillo muy común en Roma. Todo el que vive aquí debe de tener pasta, pimiento y el pecorino se puede sustituir por queso.
-Manos a la obra entonces- Le dediqué una sonrisa, al parecer más sincera de lo que hubiera querido
-Me gusta tu sonrisa- Me dijo señalando mi barbilla con su dedo y pasó al refrigerador y sacó algunas cosas, después a la alacena y sacó la pasta.
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New Dawn
Teen FictionAstrid, va a Roma en un intento desesperado de su madre para que ella viva la lejos de su dolor. Conoce tanto de la vida allá, ¿Podrá enamorarse como lo espera? Acompañala en su historia