Capitulo 14

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-¿Astrid?

-Lucía, acá estoy.

Se acercó a mí con un par de bolsas plateadas de plástico en las manos. –Astrid, ¿Qué haces aquí?

Pensé muy rápido- Estaba viendo la luna, a veces siento como si estuviera en otro planeta- Se situó junto a mí, y soltó sus bolsas dándome un abrazo de lado.

-Aquí estás segura, nada malo te va a suceder. Te lo prometo, se qué nunca hablamos bien, pero es para darte tu espacio… ¿Entiendes eso no?

-Si… gracias- Le devolví el abrazo, a pesar de sus palabras tan sencillas para mi significaban mucho, pero me dio vergüenza que fueran por una mentira.- Lucía, hoy vino un amigo

-¿A sí? ¿Lo pasaste bien?- me dijo con emoción

-De maravilla- Dije mirando la mano que Cyro besó

-¿Y ya son novios?- me respondió rápido

-Lucía madura, solo es un amigo…-Dije soltandola

-Entonces son novios….- Nunca había visto a Lucía tan infantil, y tenía que llegar el minino a ronronear

-¿Tu también Eleazar?

-Ven mi amor, vamos a darte de comer…- Me reí por lo bajo, yo ya le había servido. Pero corrí hacia arriba, me puse una blusa de Búho que me regaló Vince hace tiempo, me lavé los dientes, sujete mi cabello en una trenza sencilla y abracé  mi almohada muy fuerte, quedándome dormida.

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Desperté, me sentí algo confundida con el cuarto limpio y las sábanas de otro color, pero cuando recordé la razón me sentí muy feliz; recordé su sonrisa cuando se despidió y cuando estuvimos en el Coliseo en Septiembre. Miré mi cabello, ese tan feo color rubio que lo cubría todo,  ondulado además. Me senté y busqué  mi teléfono, se me hizo extraño no despertar por la alarma…

-8:49-

-¡Mierda!  ¡¡Me quedé dormida!! –Grite llevando mis palmas a la cabeza, ¿Cómo pude dormirme así?- Me fui a la cama temprano…- murmuré como excusa para mí misma.

No me quedó más que aguantar la hora y bajar a desayunar, Lucía estaba en la biblioteca, vestida con una blusa blanca de cuello en V, unos jeans claros y unas pantuflas delgadas, además  leyendo otro libro… No entendía bien el nombre pero tenía una portada en colores verdes y tintos muy  linda.

-Hola Lucía

-Buenos días, dormilona. Ya avisé a la escuela que no pudiste ir hoy, dije que estabas enferma.

-Oh, gracias. No te hubieras molestado. Discúlpame

-Tranquila, intenté todo lo que pude para despertarte, debiste haber estado muy cansada…

-¿Qué estás leyendo? –Dije mientras me sentaba en la orilla del sofá donde Lucía se encontraba.

-Otelo, ¿Lo conoces? –Negué con la cabeza y emití un sonido infantil en señal de negación –Mira, compre esta edición cuando fuimos a España, tu tío Andrés y yo. Trata de… bueno, es algo un poquitín complicado, para simplificar las cosas; Otelo era un moro muy rico, que se casó con una niña rubia muy hermosa- dijo tocando mi cabello, pero soltándolo rápido- Desdémona. Uno de sus lacayos, Yago, lo engaña, haciéndole creer que ella lo había traicionado con un amigo, por medio de un pañuelo robado. Otelo, loco de celos, mata a Desdémona y, al darse cuenta de su error… No te contaré el final, tendrás que leerlo.

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