Memorias y fobias

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Abrí los ojos de repente y me senté rápidamente. Cuando lo hice me arrepentí. Me dolían los brazos y mi pierna izquierda me estaba matando. ¿Qué me había pasado? Me arrastré hasta mi diario y lo leí. Una memoria borrosa de la explosión vino a mi mente. Que recordara era un avance, así que lo escribí en mi diario. Noté que quedaban pocas hojas, tendría que conseguir más o algo, pero lo principal era conseguir algo para mi pierna. Tal vez en el botiquín había algo útil. Después de hurgar un rato decidí utilizar vendajes y un liquido llamado "leche de magnesia". Me pregunté que clase de animal era la magnesia, tal vez una especie de cabra... Cuando sentí que estaba la venda estaba bien asegurada, cogí mis cosas y salí a buscar más medicinas, baterías o más papel.

Un rato más tarde me di por vencida, la pierna no me dejaba hacer nada. Sólo quedaba una opción. Busqué por un rato y al fin encontré lo que necesitaba. Un auto que aún sirviera. Me monté y comencé a manejar a las afueras de la ciudad. Si era cuidadosa y mantenía mi enfoque total en el presente los blancos no llegarían.

Ya iban varias horas de manejar tranquilamente cuando finalmente pasó. Estaba en una carretera libre de obstáculos y al siguiente los vidrios delanteros estaban llenos de sangre. Alcé mi mano y toqué mi cara. Mis manos tenían sangre. Me salí del auto y a pocos metros estaba el cuerpo de una persona. Una persona que yo había atropellado. Cogí mis cosas y me alejé del lugar.

Cuando por fin encontré una esquina donde sentarme, algo me estaba molestando. Sentía que algo importante se me estaba pasando. Abrí mi diario y comencé a leer.
Ahí.

Aparentemente le tenía fobia a la sangre

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Aparentemente le tenía fobia a la sangre. Miré mis manos manchadas, no me estaba provocando ninguna reacción en especifico. Acerqué el liquido un poco más, tal vez simplemente aún no reaccionaba.

Nada. Había perdido mi fobia a la sangre. Más bien la había olvidado. Estaba perdiendo parte de mí. Traté de sentir el miedo y asco que alguna vez me produjo la sangre, pero no lograba que llegara.

Ya había anochecido cuando me levanté de la esquina. Mi cuerpo estaba tieso por la mala circulación y el frío me había entumecido los dedos.
Cojeé buscando un lugar donde dormir, pero al final tuve que juntar varios cartones contra una esquina. Mis ojos estaban pesados pero mi mente estaba intranquila.
¿Por qué había olvidado mi fobia? Que mi mente olvidara y mi cuerpo respondiera por instinto era una cosa, pero olvidar algo que hace parte del subconciente era preocupante.

Sin poder dormir decidí caminar por la ciudad. El frío me quemaba la cara y las manos me dolían, así que entré en el edificio más cercano a mí.

—Una biblioteca—Dije maravillada. Era inmensa y había estantes repletos de libros. Estaba un poco destruida pero a pesar de eso sólo conseguía verse aun más idílica. Pasé mi mano por las espinas de varios libros escogí uno al azar y comencé a leer.

Ya era el amanecer cuando terminé el libro. Me sentía mucho más tranquila y con la mente más clara. Miré con algo de remordimiento la biblioteca. De verdad me quería quedar y leer todos los libros, pero en este mundo lo único que queda es seguir adelante. Estaba tentada a llevar libros pero eran un peso que no podía cargar. Lo único que podía hacer era escribir cada pequeño detalle para intentar volver después.

Caminé fuera de la ciudad y cuando estaba lejos miré hacia el lugar donde estaba la biblioteca. Una brisa movió mi corto pelo negro. Me prometí a mí misma que volvería.

¡Gracias por comentar! El siguiente capítulo se publica el próximo lunes.

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