Sin razones para seguir

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No sé quien soy. Bueno, creí que sabía quién era pero en realidad no soy esa persona. Supongo que ahora eso no es lo importante, porque perdí mi diario y jamás recordaré quién era yo en realidad.
Todo se fue a la mierda cuando me caí a ese maldito hueco. La forma de escribir cambió desde ese punto y ahora me siento como una idiota por no haberlo notado.Todo antes de ese punto no era mi vida y todas esas hojas que antes lo eran todo no eran más que basura, aunque siendo honestos serían más como cenizas, porque las quemé en un ataque de rabia. No uno de mis mejores momentos, lo sé.
Sólo había conservado las cosas a partir de la caída, las cosas de Anne, y ahora estaba trabajando en diferenciar lo que si era real para mí, cosa que era casi imposible.

Mirar mi diario, que antes estaba tan lleno, era doloroso. Unas cuantas páginas era todo lo que me quedaba de mi misma, así que empecé a escribirlo todo.
Cosas cómo que yo amaba el maní, lo mucho que me gustaba correr, lo útil que era la "leche de magnesia" con mis quemaduras, lo fácil que se quemaba mi piel, cual era mis chaqueta favorita, que clima me gustaba más, cómo me hacía sentir la lluvia o las tormentas, o cómo me sentí al descubrir que sólo había tomado el diario de otra persona, lo mucho que lloré, grité; cosas cómo esas para llenar los vacíos del diario.

Caminé sin rumbo, algo que antes me gustaba, pero ahora sentía que no tenía un propósito. Eso era lo que me había mantenido sana por tanto tiempo. Yo era alguien, era "Daniela", y tenía algo por lo cuál seguir.
¿Pero ahora? No era nadie. Sin memorias ni identidad. Me senté mirando al horizonte y disfrutando la caricia del viento en mi corto cabello y un el suave calor que infundía el sol que se ocultaba en mi piel.

Sin nombre. No era nadie. No era nada.

Cerré los ojos y pensé sobre quedarme ahí. Simplemente sentada. Para siempre. Nunca moverme y tampoco preocuparme por cosas como identidad o metas en un mundo en el que esas cosas ya no importaban.
Abrí los ojos y sonreí con una amargura que pude sentir en mi garganta. Me mataría el aburrimiento antes que el hambre. Cogí mis cosas y empecé a andar con un nuevo y único propósito. No estar aburrida.

Canturreé una canción olvidada hace mucho, sobre un niño pobre de una familia pobre y como había que salvarlo de la monstruosidad. La letra se repetía una y otra vez en mi mente, sin ritmo aparente. Cuando al fin decidí descansar en una biblioteca, mi mochila estaba llena de cosas que habían llamado mi atención. Abrí mi diario para escribir.

Debo descubrir el funcionamiento de las cosas en la mochila azul, también usar "leche de magnesia" en las quemaduras de la cara. Debería intentar conseguir una gorra o algo para protegerme del sol.

Pensé que con lo cansada que me sentía me dormiría de inmediato, pero aunque mis ojos pesaban mi mente estaba hiperactiva. Ahora que tenía una meta, más y más ideas sobre lo que haría después llegaban una tras otras, y estuve tentada a escribirlas todas, pero mi cuerpo se negaba a levantarse de donde estaba desparramado. Estaba satisfecha de ya no ser sólo un saco de instintos y memorias perdidas, con el tiempo iba a construir mi identidad y sería mi propia persona, alguien con quién me podría identificar y que estaría orgullosa de ser.

Un olor desagradable me hizo arrugar mi nariz y el dolor me hizo recordar que tenía que echarme mi amada "leche de magnesia", que inmediatamente alivió el ardor que sentía.
Empecé a cantar la canción que tenía pegada en mi mente, bailando al ritmo que apenas recordaba.
Todo estaba bien. Bueno, casi todo.

Miré la botella que aún tenía en mi mano y sonreí de medio lado cuando se me ocurrió una idea.
—Magg—Dije para mí misma, sintiendo el nombre en mis labios y amando cómo sonaba. Con una sonrisa de lado a lado grité a todo pulmón:

—¡Yo soy Magg!

Fin

Gracias a todos los que siguieron y apoyaron esta historia. Espero que la hayan disfrutado.

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