Pánico

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Me limpié los labios e intenté ignorar el sabor amargo que había en mi boca. Era la tercera vez hoy que vomitaba y ya estaba harta del olor. Si sólo fuera el vómito, honestamente no estaría preocupada, pero desafortunadamente había más síntomas.
Tenía los tobillos hinchados, la espalda me dolía, tenía náusea todo el tiempo y mi abdomen estaba hinchado.
Decidí buscar en una biblioteca un libro que me ayudara a saber que tenía.
Me demoré bastante en encontrar una biblioteca y casi no encuentro un libro que sirviera.
Pase las páginas buscando síntomas similares a los que tenía e iba a la mitad del libro cuando encontré algo que coincidió.
Inmediatamente leí por encima lo que era y me quedé congelada.
Mierda. Estaba completamente jodida.
Embarazada.
Empecé a hiperventilarme, me recosté contra una pared y entré en pánico. ¿Qué iba a hacer? No sabía quién era el padre, cuándo había quedado embarazada o cuánto tiempo de embarazo tenía. ¿Cómo carajo iba a cuidar un bebé? ¿Qué pasaría si olvidaba que estaba embarazada y hacía algo que lastimara al bebé? ¿Qué pasaría si olvidaba el bebé en algún lado? ¿Qué iba a hacer en parto?
Ya bastante histérica con esos pensamientos, comencé a respirar profundo e intenté calmarme. Tenía que estar segura antes de perder la cabeza. Si sí estaba embarazada... ya vería que hacer.
Me levanté de donde estaba recostada y comencé mi busqueda por una prueba de embarazo.
De farmacia en farmacia buscaba la dichosa prueba, sin suerte alguna. Mi espalda estaba cada vez más adolorida y sentía que los tobillos se me iban a estallar. Mi estómago rugía fuertemente, pero sólo pensar en comida me daba náuseas. Mientras caminaba iba pensando en nombres. Si era una niña la iba a llamar Anne, pero no tenía ningun definitivo si era niño. Tal vez Jack o Leo... David me gustaba, y Chris también. Matt, Daniel, Alan, Steven, Arthur, Bill, Dean, Charlie, Sam...había tantos nombres que me gustaban, y seguí buscando mientras elegía. Al final encontré una farmacia con la bendita prueba, y seguí las instrucciones al pie de la letra para estar completamente segura que los resultados iban a ser exactos y me puse a esperar el minuto necesario.
Sin poder contener mis nervios me paseé de una esquina de la farmacia a la otra y cuando por fin reuní el suficiente valor para acercarme a la mesita donde estaba la prueba, mi pierna se encalambró y dejó de sostener mi peso.
Colapsé al piso y mi visión se desenfocaba a ratos. Intenté levantarme pero el mareo no me dejó.
—Sólo descansaré un momento—me dije a mí misma somnolienta—Un momento y me levantaré...

Cuando volví en mi ya estaba oscuro. Mi cuerpo entero dolía y mi ropa estaba húmeda por lo mucho que había sudado. Cuando me levanté cada músculo protestó, pero al final logré llegar hasta la prueba de embarazo.
Negativo.
¿Entonces qué...? Antes de que pudiera terminar de pensar comencé a vomitar violentamente. Aún cuando mi estómago estaba vacío las arcadas no se detenían y empezó a salir bilis y ácido estomacal. Cuando por fin se detuvieron las arcadas me alejé débilmente del vómito y me recosté en contra de una pared temblando. ¿Qué me estaba pasando? Quité mi mochila de mi espalda, la abrí para buscar mi diario y un olor horrible golpeó mi nariz. Tapando mi nariz para no volver a vomitar, vacié todo el contenido de la mochila al suelo. Una lata medio llena sellada con una bolsa plástica llamó mi atención y cuando la abrí me arrepentí inmediatamente. Un olor putrefacto llenó mis ojos de lágrimas y la tiré lo más lejos que pude.
Al menos ya sabía el porque del vómito y el dolor abdominal. Al parecer había comido de la lata, que estaba en mal estado y había logrado intoxicarme. Genial.
Al final no pude aguantar el olor de vómito y putrefacción, así que con dificultad me levanté, recogí todo y caminé fuera de la farmacia, pensando que la mochila era horriblemete pesada y que tenía que alivianar el peso. Me acomodé en una esquina y me dispuse a dormir. El corto viaje me había agotado mucho y no recordaba la ultima vez que había dormido. Abrí mi diario para verificar hace cuanto no dormía o paraba y quedé perpleja.
Casi cuatro días sim parar a descansar, ¡no era sorpresa que mis tobillos estuvieran tan hinchados! Y seguramene con el cansancio seguramente no le presté atención a lo que comía y me envenené con la lata.
Contenta por haber resuelto el misterio, anoté todo lo que había pasado hoy en el diario. Una brisa me hizo estremecerme a mitad de mi escritura. Me sentía inusualmente caliente. Lo más probable es que tuviera fiebre. Ignorando lo pegajosa que me sentía o como el frío me quemaba la cara. Al final cerré mi diario satisfecha. Todo estaba documentado y nada se olvidaría.
Lo último que recuerdo antes de que las alucinaciones llegaran era haber escrito grande y resaltado

 Lo último que recuerdo antes de que las alucinaciones llegaran era haber escrito grande y resaltado

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Memorias PerdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora