—Hogar, dulce hogar. —Michael ayudó a Harry a entrar a la sala de su casa.
—Sí... —Harry miraba todo como si fuera nuevo, como si se acabara de mudar. Se sentía cálido en aquella casa, pero algo le faltaba y no sabía que era.
—Sera mejor que descanses, ha sido un largo día. Yo iré a la cocina y haber que preparo. —le dijo Michael, acercándose un poco al rizado. —¿Quieres que te ayude a subir?
—Está bien, iré solo.
Harry subió la escalera y se dirigió a la que creía era su habitación. Todo se veía normal, pero se sentía tan extraño. Esa había sido su casa toda la universidad, pero había tantas cosas distintas, más muebles, colores de pared diferentes. Miró la ventana, la televisión, el mueble debajo de la televisión, para terminar en la cama. Quitó las cobijas, sabanas azules... el recordaba sábanas blancas ¿en qué momento había decidido cambiarlas? Tocó las sabanas, sintiéndola con suavidad bajo sus dedos, levantó la vista viendo un muñeco reposado en el mueble junto a su cama, un pequeño oso de colores. Lo tomó entre sus manos y se sintió mareado. A su mente llegaron imágenes, sus manos recibiendo un oso y unas rosas, abrazando a alguien, asintiendo frenéticamente. Se sentó en la cama y respiró. No sabía que había pasado, ni quien era esa persona. Su visión fue borrosa.
—Amor, ¿pasa algo? —Michael se adentró al cuarto, lo miró confundido, esperando una respuesta.
—Este oso... —Harry lo observó con duda. Con el oso en el pecho. —Este oso, ¿tú me lo regalaste?
—Eh... ¡Sí! Yo te lo regale. —dijo Michael nervioso. —En un aniversario.
Harry lo miró confundido, pero asintió.
—¿Y las sabanas en que momento la cambie?
—Hace un tiempo. ¿Pasa algo? —preguntó confundido.
—No, solo tenía la duda. —le restó importancia dejando el oso en la cama.
—Está bien. Baja, la comida ya está servida. —Besó los labios de Harry.
Harry se quedó quieto, analizando la situación. Le sonrió a Michael con incomodidad.
Durante la comida el ambiente estaba tenso, ninguno hablaba, solo se oía los cubiertos chocar con el plato. Lo único que quería Harry era irse a su cuarto a descansar. Michael no sabía que decirle a Harry. Estaba nervioso, solo miraban su plato. Iba a hablar cuando Harry lo interrumpió.
—Termine de comer. Todo estuvo muy rico. Gracias. —dijo levantándose. —Pero ahora, lo único que quiero es irme a acostar y descansar un poco, fue un día agotador.
—E-está bien, lavare los platos y me iré.
El rizado asintió subiendo a su habitación. Entró al baño para poder tomar una ducha. Se sentía mal, sabía que no era justo tratar a Michael así, era su novio, debería estar con él o al menos despedirlo. Pero no sentía que debía hacerlo. No quería hacerlo sentir mal, pero las cosas aún eran muy extrañas para él. Un día estaba bien y al otro 5 años de su vida olvidados. No era fácil. Pasó 10 minutos en la ducha, para después salir y poder vestirse. Tomo unos boxers, un pantalón deportivo y una camiseta blanca. Antes de ponerse la camiseta se miró al espejo, los moretones en su cuerpo y su rostro se notaban con un fuerte color morado y rojizo, el parche en su cabeza recién colocado cubriendo una parte de su cabello, su cuerpo lleno de tatuajes, no recordaba haberse hecho tantos. Pasó su mano por cada uno de ellos, no eran feos a decir verdad pero no conocía la razón ni el significado para habérselos hecho. Negó colocándose la camiseta. Se secó el cabello con cuidado de no lastimarse ni abrir la herida. A los 15 minutos escuchó el ruido de la puerta, supuso que Michael se había ido. 10 minutos después tocaron la puerta, Harry bajó encontrando todo impecable. Abrió la puerta sin fijarse quien tocaba.
—¿Se te olvido...? —Harry vio que no era Michael quién estaba en la puerta, si no Niall. Lo miró con confusión.
—Hola, Harry. ¿Puedo pasar? —dijo cubriendo su cuerpo con sus manos, titiritando de frío.
—Claro, pasa. —se hizo a un lado dejando pasar al rubio. Cerró la puerta tallándose los brazos, sí que hacía frío afuera. Michael debió prender la calefacción antes de irse.
—¿Cómo estás? —preguntó parándose en medio de la sala.
—Bien. Siéntate, —dijo señalando el sillón. — ¿pasa algo? —preguntó confundido, sentándose a su lado.
—Gracias, solo quería ver como estabas.
—Estoy mejor, gracias.
—Bueno, yo venía a ver cómo estabas y a hablarte de Louis... Y bueno, él... él está en coma... —le dijo mirándolo con tristeza, a pesar de mostrarte fuerte con sus amigos, a Niall le afectaba mucho el estado de su amigo.
Harry lo miró con los ojos abiertos. Sabía que lo que Louis hacía estaba mal, que no debía preocuparse, qué tal vez no debería ni acercarse más. Pero su corazón le decía otra cosa, su pecho le dolía de preocupación. Trató de no mostrarlo.
—¿Y-y cuando despierta? —se removió nervioso.
—No lo sabemos. El doctor dice que todo depende de él y su cerebro. Él necesita mucho de nuestro apoyo, y más cuando despierte. El doctor dice que puede tener secuelas del accidente. Esperemos que eso no pase. —suspiró. —Solo quería decirtelo, yo tengo que regresar al hospital a suplir a Liam. —Niall se levantó del sofá y abrazó a Harry. —Louis se recuperara, hay que ser fuertes. —se separó y lo miró con los ojos cristalizados.
—Eso espero... —dijo con sinceridad.
—Oh, lo olvidaba. Toma,—le entregó un teléfono. —el tuyo quedó destrozado por el accidente y ese era mío, aún funciona, está mi número anotado por cualquier cosa que necesites.
—Muchas gracias. —dijo. Acompañó al rubio a la puerta, despidiéndose de él.
Cerró la puerta con seguro cuando esté ya se había subido a su auto. Regresó al sillón, poniendo sus piernas en su pecho. Estaba preocupado y no entendía porque, no debería estarlo, ellos le mintieron, lo engañaron. No podía estar preocupado por un acosador y mucho menos por alguien qué tal vez causó su accidente.
F V

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No me dejes |l.s|
FanfictionHarry y Louis sufren un accidente automovilístico que casi les cuesta la vida. Harry pierde la memoria. Louis hará lo que sea para recuperar a su novio. "Aún un accidente tiene una dirección, un propósito; una razón de ser. Solo debemos ver más all...