14.

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Harry se encontraba en su sillón con una manta encima y una taza de té entre sus manos. Le dolía la cabeza, ya que minutos atrás discutió con Michael. El rizado le había contado que se encontró con Louis en el pub, a lo que, Michael reaccionó peor de lo que había esperado. Le había gritado y casi amenazado con tal de no volver a ver al castaño. Habían discutido un buen rato. La mayoría eran gritos y reclamos por parte de Michael.

Ahora Michael estaba arriba dándose un baño mientras Harry miraba un poco de televisión. El programa era poco interesante a su criterio, pero era mejor que sus pensamientos. Colocó la taza en la mesa de enfrente, preparándose para seguir viendo su programa cuando tocaron la puerta. Harry se levantó sin esperar a nadie en realidad, le daba igual, solo quería deshacerse de la persona que estuviera detrás e irse a descansar. Abrió la puerta y se encontró de nuevo a Louis ahí. Intentó cerrarla, pero el castaño se lo impidió poniendo la mano en la puerta con fuerza.

—Harry, por favor. Tenemos que hablar. —suplicó.

—Te dije que no me buscaras. —dijo nervioso, no quería un enfrentamiento entre Michael y Louis, mucho menos en su hogar.

—Un momento, dame un momento. —siguió empujando la puerta.

—No, Louis. —miró las escaleras esperando que Michael no bajará.

—Harry...

—No, ahora no. —dijo desesperado.

—¿Mañana? El día que tú quieras, pero hay que hablar, Harry. —titubeó.

—Está bien, está bien. Mañana, lo prometo. Ahora vete. —cerró la puerta. Suspiró sentándose en el piso.

—¿Cafetería frente al parque cerca de aquí? —habló contra la puerta.

—Sí, sí. —dijo, sin recibir respuesta de vuelta.

Soltó un suspiro de alivio. Quizás sí hablaba con él por fin lo dejaría en paz.

—¿Quién era? —Michael se encontraba con solo una toalla en la cintura al principio de la escalera.

—Una niña... Vendía galletas. —dijo sin mirarlo.

Michael se le quedó observando unos segundos. Asintió, subiendo las escaleras.

Harry movía con impaciencia su pierna, estaba nervioso y no tenía idea porque. Le había mentido a Michael, le había dicho que iría al supermercado. El chico insistió en acompañarlo, pero el rizado se rehusó diciendo que iría rápido; y se encontraba ahí, en una cafetería esperando a Louis. Se sentía muy mal por mentirle, pero no tenía elección, no quería otra pelea con él. Había pensado mucho sobre lo que ocurriría y diría, pero no importaba en qué pensaba, todas las posibilidades le aterraban. Respiró hondo tratando de tranquilizarse.

Vio a Louis entrar con desesperación, caminando con dificultad con su bastón. El castaño volteo a todos lados hasta que lo vio y se acercó.

—Lamentó tanto la tardanza. Zayn no dejaba de sermonearme. —se sentó frente a él, hablando con dificultad por el cansancio y falta de aire.

Harry percibió un perfume, leñoso, con un toque de naranja y limón. Sintió marearse por unos segundos, ese aroma lo conocía, pero no estaba seguro de dónde. Tomó su cabeza entre sus manos y respiro profundo, recuerdos borrosos de la preparatoria lo marearon, una sombra que no reconocía; preocupando al castaño.

—¿Harry? ¿Estás bien? —trató de acercarse.

—Sí, estoy bien. —balbuceó. Se enderezó parpadeando varias veces. Se tomó unos segundos antes de hablar. —Solo acepté venir para decirte que no me busques más. — Lo miró, volviendo su semblante serio. Dejando pasar lo sucedido.

No me dejes |l.s|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora