d i e c i s i e t e

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Mi padre había llegado a casa ebrio, con la corbata desatada, la camisa blanca que llevaba debajo del saco estaba desfajada e impregnada a su pálida piel debido al sudor, cargaba los zapatos de vestir en una mano y había dejado su cinturón en quién sabe dónde, su rostro se había tornado de un color rojo intenso y sus labios estaban hinchados. Odiaba haber sido yo quien tuvo que abrir la puerta de la casa y encontrarlo así. Odié su expresión al verme a los ojos en ese momento, su sonrisa cínica y descarada ante mi ceño fruncido, al notar que lo había observado detenidamente de pies a cabeza con una mirada inconsciente de desaprobación, carraspeó para llamar mi atención y que volteara a verlo a la cara.

-¿Por qué esa expresión, Michael?- sonrío empujando levemente mi hombro- ¿no te gusta cómo luzco hoy?- sorbió los mocos de su nariz.

Decidí no responder porque en realidad no tenía ganas de discutir con él, estaba cansado.

-¿No me vas a responder?- volvió a hablar. Negué con la cabeza- bien, idota, no me hables. Hazte a un lado, necesito entrar a casa, los vecinos pueden verme así- volteó hacia los lados balanceándose sobre sus talones como si buscara algo en la calle, después me miró con una enorme sonrisa, y al ver mi mirada extrañada se soltó en carcajadas.

¿Qué mierda? Debía estar muy ebrio.

Tan sólo me hice a un lado para dejarlo pasar. Una vez que estuvo dentro se sentó en el sillón del salón y se quitó de una vez el lazo de la corbata color vino que llevaba sobre el cuello.

-Hijo, ven- me llamó mientras palmeaba en asiento a su lado.

Sabía que no tenía ningún sentido oponerme, ya que de todas formas me obligaría a hacerlo pero sería peor. Me encaminé hacia el lugar libre a su lado, apretando mis rodillas con mis manos.

-¿Cómo has estado, Michael?- preguntó sin girarse a verme mientras encendía un cigarrillo. No entendía el por qué de aquella pregunta, yo ni siquiera le importaba en realidad.

-B-bien, c-reo- respondí algo extrañando mientras pellizcaba mi antebrazo con mis uñas.

-Muy bien, sólo a los idiotas les va mal- sonrió echando su cabeza hacia atrás formando un aro con el humo del cigarrillo.

Guardé silencio, la verdad no había nada que pudiera responder.

-Quiero hacerte una pregunta, bueno otra- soltó una risita (si había algo que odiara más que a mí padre, era a mi padre ebrio), siempre ente asentí- ¿Quién es Luke?

Al escuchar aquella pregunta sentí mi corazón paralizarse al igual que todo mi sistema, pasé saliva pesadamente, el roce de mis uñas contra mi piel se había intensificado gracias a los nervios.

-Uh, un amigo- respondí intentando no sonar tan alarmado por escuchar a mi padre mencionar su nombre- es también nuestro vecino de al lado, el hijo de Andrew Hemmings.

-Ya veo... Te llevas muy bien con ese chico, ¿no es así?- inquirió después de toser unas cuantas veces.

-A-así es, es mi mejor amigo- dije aún tenso.

-¿Seguro?

-Sí, ¿por qué me preguntas eso?

-Bien ¿Sabes? David Hood también es mi socio y mi mejor amigo- me mostró una sonrisa- ¡Pero no por esa razón voy a besarme con él!- cuando menos me di cuenta su puño había impactado contra mi mejilla.

El dolor del impacto recorría todo mi rostro entumeciéndolo, sentía como mi mejilla palpitaba y las lágrimas en mis ojos comenzaban a acumularse y a picarme.

-¡¿Creíste que no me iba a enterar, estúpido?!- otro puñetazo fue directo a mis costillas haciéndome gemir de dolor mientras sentía como las lágrimas acumuladas comenzaban a deslizarse sobre mis mejillas- ¡No llores! ¡No seas aún más marica!

-¿Q-quién t-te ha dicho e-eso?- inquirí de la forma que pude aguantando el dolor.

-¿En serio ni siquiera vas a negármelo?- apretó su mandíbula y me dedicó una mirada fría- Mira, Michael, esto me lo ha dicho Constance, la chica con la que te presenté hace unos meses en la cena en casa de los Fisher, porque eso era lo que quería para ti, una chica. Ella ha venido decepcionada a mí preguntado me por qué jamás le dije que mi hijo era gay siendo que la había ilusionado contigo. Me sentí el ser más jodidamente idiota de todos- talló sus manos contra su rostro aún colorido- ¡¿Maldición, te das cuenta por la humillación que nos has hecho pasar?!

-P-padre, y-yo...- intenté decir algo en mi defensa o mínimo una disculpa, pero él me interrumpió.

-¡Cállate, no me importa lo que sea que fueras a decir, estúpido marica!- otros dos puñetazos impactaron contra mis costillas- ¡Sólo haznos un maldito favor y aléjate de ese chico! No quiero que vuelvas a hablarle, no quiero que lo mires si quiera.

Hola... Gracias a aquellas chicas que hablaron
conmigo y me apoyaron, las amo.
Dedico esto a Andy, Sash y a ti que estás leyendo esto.
Linda noche.

broken home ☪ mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora