27. Fortaleza

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El doctor entró a la habitación. Yo me encontraba mirando al techo. Una enfermera me pidió que me cambiar con ropa habitual pues ya me darían de alta.

- señora Wendy, ¿como se siente? Esta usted lista para irse a casa- me decía el doctor.

- bien. Creó que si - respondí.

- muy bien. Cualquier dolor o molestias, no dude en venir.

- esta bien doctor.

Salimos de la habitación y Gerardo ya me esperaba.

-hola Gerardo.

- hola amor. Lista para irnos a casa - me decía mientras me abrazaba.

Como poder dejar a este hombre que me inyecta paz en cada abrazo. Que sus palabras tienen un extraño efecto en mi corazón. No, no puedo.

- si, quiero ver a mi pequeña.

- gracias por todo doctor.

Nos despedimos del doctor y salimos hacia el estacionamiento, Gerardo me llevaba del brazo, por lo tanto aproveche para oler su deliciosa fragancia que llevaba. Me sonreía mientras veía el camino. Al llegar el abrió la puerta del copiloto, pero escuche un grito desesperado atrás de mi.

- Wendy.

Pero no pude voltear, ya que se escucho un sonido que me hiso caer al suelo. De mi hombro derecho salía ese líquido llamado sangre. Sentí mucho dolor, Gerardo se incoa mi lado y me tomo entre sus brazos. Se veía pálido. Volteaba asía todos lados y después me miro con esos ojos cafés llenos de angustia y desesperación.

- Estoy bien, solo me du-ele un poco mi... hom-bro – le dije con una media sonrisa fingida. La verdad me dolía mucho, sentía que el brazo me ardía, pero no podía decirle eso en estos momentos ya que el estaba mal también.

- Tranquila, todo estar bien – me decía mientras acariciaba mi cabello.

- Sabes, siento que me gustas – el sonrió, con una sonrisa tan hermosa que asta el dolor se me olvido. Quisiera tener esa sonrisa siempre junto a mí.

De pronto llegaron unos jóvenes vestidos de banco. Y lo apartaron de mí, me subieron a una camilla y de nuevo me introdujeron al hospital.

Gerardo miraba asía todos lados, pero no encontraba a alguien o algo sospechoso.

- Como te traviste- decía un hombre a una mujer que tenia agarrada por los hombros.

- Sabes que la odio Edén. Ojala que le haiga dado en el corazón y se muera la maldita zorra!- le contesto esa mujer llena de rabia.

- Si ella muere tu iras ala cárcel, de eso debes de estar muy segura, Angélica – le respondió Edén mientras la zangoloteaba un poco.

- Déjame, sabes que la odio con todas mis fuerzas. Ella me robo tu amor, la odio, la odio! – repetía la mujer mientras giraba la cabeza asía los lados.

- Te llevare con la policía, tu no debes de andar por la calle así, esta loca- pero de pronto la chica levanto la rodilla y le pego en la entrepierna. Eso hiso que Edén la soltara y callera de rodillas ante ella.

- Lo siento -le decía la mujer mientras acariciaba su cabeza – no puedo dejar que me lleves, para que me encierren. Antes debó de matar a esa zorra. Adiós – y se alejo mientras escondía su arma en su espalda.

Mientras dentro del Hospital, a una mujer la pasaban a quirófano para extirparle una bala que tenia alojada en su hombro.

- señor Gerardo, pensé que ya se habían dado de alta a la señora Wendy - decía una enfermera llamada Ana.

Cuando El Sol Se VaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora