Capítulo 15

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Quedé más metida que colalé de taxista. Me iba a pasar mil rollos pero al final decidí que mi ya fea cara no podía quedar más fea de lo que era, me sentía casi como Gary Medel con estitiquez, así que le pedí al Ibizo que nos fuéramos cascando al médico y que después hiciéramos teorías del por qué el español, que trabajaba en una joyería, me pasaba un fajo de euros con yeso.

Tomamos un taxi y fuimos a una clínica. Estuve esperando como una hora a que me atendieran, nada que envidiarle a las salas de la posta central. En realidad yo le digo clínica pero no sé que chucha era la weá.

Me da un poco de wea ir al doc, porque mi ex antes de venirme a España era dostor. Pa más cagarla me atendió un weón igual a él, con esa cara larga de roedor. Me bajoneé un poco pero se me pasó cuando me dijo que era una herida superficial y que no dejaría marca. Me recetó una pomada que compré a la salida, en una farmacia. El Blondie con el Ibizo andaban muy acaramelados y me daba una weá en la guata. ¿En serio el Ibizo chuteaba pa las dos canchas? Me costaba creerlo.

Fuimos caminando a tomar taxi y los observaba. Blondie como que apoyaba la cabeza en el hombro del Ibizo y se reían ene. Qué lindo el amor weón, el amor hetero, el amor fleto, el amor filial, toda la weá de amor era hermosa. ¿Por qué chucha la vida no me daba una cagá de oportunidad de vivir así de feliz? Lo merecía. Y entonces volví a recordar a Dr Ratón. Había sido feliz con él, sin tanto drama como con el español. Preferí disipar esos pensamientos de mi cabeza, porque no me iban a llevar a ningún lado.

Tomamos el taxi y llegamos a mi depto. Estaba hecho pico.

-Pero cuánto orden-dijo el Blondie arrugando la nariz.

-Chucha sí, es que no he tenido tiempo.

-Prepararé algo de comer -dijo el Ibizo desde la cocina. Yo me senté en el sillón porque estaba cansadísima, mientras el Blondie se puso a mirar las cosas que tenía encima.

-¿Y esto qué es? -me preguntó, levantando un circuito eléctrico.

-Un circuito eléctrico casero. Son fáciles de hacer... los hago cuando estoy aburrida.

-¿Y esto?

-Son los planos de iluminación de un castillo para gatos.

-¿DVDs de Harry Potter?

-Ah sí, es que amo a Hagrid.

Me miró raro y después me sonrió. Siguió preguntándome por cada cosa: los mapas de la Tierra Media pegados en las paredes, mi colección de figuras de gato, las fotos de mi gato, la gran pizarra blanca llena de cálculos. Me preguntó a qué me dedicaba y le dije que era ingeniera civil eléctrica.

-Yo soy diseñador, pero ya ves que la cosa no anda bien. Ahora mismo trabajo en una pizzería.

Me cayó re bien el Blondie, era como el típico fleto buena onda. Claro que los ojos se me desviaban a cada rato a sus ajustados short plateados bajo los cuales se le notaba excesivamente el paquete y eso me incomodaba un poco, pero pico. Nadie era perfecto.

Después tomamos once y me fui a bañar. Cuando volví, pensaba que se habían ido, pero estaban bien instalados en el sillón.

-¿Y si nos vamos de juerga? -propuso el Ibizo. Blondie apoyó la moción aplaudiendo emocionado.

Me negué harto rato pero después entre los dos me convencieron. Les pedí que primero descansáramos, necesitaba reponerme un poco, así que se quedaron en el sillón viendo tele y yo me tiré en el sofá contiguo con mi notebook. Abrí la página de Pepi la fea y tecleé una actualización de estado, más que nada para que la gente supiera que seguía con vida.

Pepi la fea /TERMINADA/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora