No cabía en mí de tanta felicidad.
-¿Estás cien por ciento seguro de que se fue a Chile?
-Yo mismo la he visto abordar el vuelo -sentenció el Español.
-¿Tú le pagaste el pasaje?
-Ni de coña. Sus padres le han enviado el dinero.
Todo rastro de enojo desapareció automáticamente de mi cara. Sonreí abiertamente y abracé al Español.
-¡No eres tan weón como pensaba! -le dije sin soltarlo. El Español me dio unas palmaditas en la espalda.
Fuimos juntos a Mercadona y compramos vasos plásticos y mi barra de chocolate blanco. Cuando llegamos a la casa el Ibizo no disimuló su sorpresa al verlo entrar.
-No te molesta, ¿verdad? -le pregunté muy piolamente.
-Mmm... no, qué va -respondió con mirada suspicaz.
Juntos seguimos ordenando y despejando todo para no tener problemas con la fiesta. Yo hice la bandera de México, Chile y España con unas cartulinas y las pegué en el living como adorno. Me anduve emocionando y casi se me cayeron unas lagrimitas, pero pasé muy piola.
Llegó la noche y empezaron a llegar los invitados. Una de las primeras en llegar fue la Colorina con la Mexicana, que casi se emocionó al ver la bandera de México colgando. Su amiga nos saludó y se fue a hablar con el Ibizo. Tal parecía que al Ibizo no le importaba que la Colorina le llegara con suerte a la mitad del brazo, porque le respondía animadamente y se reían quién sabe de qué cosas. En un momento la mirada del Ibizo y la mía se encontraron, así que miré para otro lado y me puse roja. Me daba vergüenza que pensara que lo andaba sapeando.
-¿Todo bien? -dijo el Español que apareció con dos vasos de copete en las manos.
-Sí -tomé un vaso y le di un sorbo. Era roncola-. Oye, esa Colorina de ahí... ¿la encontrai bonita?
El Español le pegó una mirada evaluadora y declaró:
-Es guapa. ¿Por qué lo preguntas?
-Porque... no sé. Están como muy amiguis.
-Tal parece que está colado -dijo el Español.
No hice comentarios al respecto.
Poco a poco empezaron a llegar más y más invitados. Por la puerta entraban principalmente españoles, pero también llegaba gente de la universidad que estaba de intercambio: una pareja de chinos, un grupito de alemanes, dos brasileñas, una venezolana, un trío de argentinos zorrones y unos cuantos gringos.
-¡Es la fiesta más chida en la que he estado! -dijo la Mexicana pasando por mi lado con senda jarra de cerveza.
-Yo nunca había estado en un carrete tan internacional, me siento como en una película -le dije.
Poco a poco el ambiente empezó a prender. Los alemanes se encargaron de la música e iban preparados para ello, porque sacaron un notebook que conectaron a los parlantes del Ibizo y empezó a sonar dubstep de fondo. Seguía entrando gente por la puerta y yo no cachaba si tantas personas iban a caber en la casa.
-¿Han puesto el anuncio de la fiesta en el periódico? -preguntó el Español a modo de talla pero en volá era cierto. De un momento a otro ya habían como cincuenta personas y se había formado una pista de baile en el medio del living.
-¡Ojalá no terminemos hechos mierda como la otra vez! -le grité a la Mexicana porque la música estaba a todo chancho.
Los gringos fueron variando por distintas gamas de la electrónica hasta que la venezolana se puso al mando del notebook y cambió la música a ritmos más tropicales. Ese fue el momento peak de la fiesta, cuando todos estábamos en la pista salseando como locos.
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Pepi la fea /TERMINADA/
De TodoPepi cree que sus lentes gigantescos, su exuberante cabello, su sonrisa con frenillo y su abultada cintura no le favorecen. Y por ese motivo prefiere el mundo anónimo del Internet que el peligroso y expuesto mundo real. Sin embargo, de un momento a...