Capítulo 24

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Al otro día desperté en la cama con un hachazo cuático. Me dolía la cabeza como si una estampida de rinocerontes hubiese bailado música country en mi cabeza y veía borroso como siempre.

Busqué a tientas mis lentes, me los puse y se hizo la luz. Tenía la cagá en la pieza y desde afuera se escuchaban conversaciones y ajetreo. La voz del Ibizo hablando en inglés con los gringos me trajo a la mente los vivos recuerdos de la noche anterior y la mansa cagá que había quedado: Blondie gritando como sirena de bombero, Blondie tirándose el pelo, Blondie cayéndose a la piscina, Blondie saliendo de la piscina llorando, Blondie intentando pegarle a la colorina, Español agarrando a Blondie para que no le pegara a la Colorina, yo pegándole al Español para que soltara a Blondie para que sí le pegara a la Colorina, Ibizo gritando weás que nadie entendía, todo el mundo riéndose creyendo que era una broma, gente grabando con los celulares, Blondie entrando a la casa gritando y llorando, mojado como un perrito. Blondie lleva un bolso y se va.

Me dio un retorcijón en la guata acordarme del pobre Blondie yéndose de la casa con su bolsito de Hello Kitty. Me paré de la cama y caché que estaba vestida como la noche anterior, toda cochina y hedionda. Pobre Blondie, no merecía su desgracia.

Salí al living. La Colorina estaba tirada en el sillón a lo largo, con una mano tapando sus ojos, mientras que el Español y el Ibizo andaban con escobillones barriendo. Se había ido casi todo el mundo, solo quedaban un par de gringos y la china ayudando a limpiar.

-¡Oh la cagó, qué onda el olor!-exclamé, porque estaba más hediondo que la estación Carlos Valdovinos en verano.

-Madre mía, ¿ves? El olor cojonudo no se va -le dijo el Español al Ibizo.

-Es que encontramos vómito en la alfombra, pero la hemos tirado afuera -respondió el Ibizo arremangándose el chaleco.

Saludé a los gringos y a la china y me puse a ordenar. Estaba la pura cagá. Había vasos plásticos esparcidos por todo el suelo, manchas de copete en todos lados, papeles, colillas de cigarro, hasta calcetines con sus respectivas papas.

Fui a la cocina a buscar una bolsa y el Español apareció y me abrazó desde atrás.

-¿Todo bien?

-Sí. Milagrosamente se me quitó el dolor de cabeza. Eso de comer chocolate antes de tomar parece que sí funciona.

-Menudo lío el de anoche -comentó.

-Me da demasiada pena acordarme del Blondie.

Me rugió la tripa y el Español me obligó a comer algo antes de seguir ordenando. Llené un vaso con jugo y mastiqué pan de pipas mientras miraba a los demás haciendo aseo. La Colorina ni me pescó cuando la saludé y tampoco tenía intenciones de levantar la raja y ayudar al resto. Terminé de comer, tomé una bolsa y empecé a recoger basura del suelo.

-Si mi madre llegase ahora, me deshereda -comentó el Ibizo mientras pasaba un trapo por la muralla.

-Oye, ¿y tú no pensai trabajar nunca?

-Me viene bien la vida de mantenido por el momento. Quiero un año sabático, tantos años de universidad me han dejao seco.

Me encogí de hombros y seguí recogiendo basura. Cuando no había nada más que recoger empecé a limpiar y después me fui al patio. El Español me siguió y mientras limpiábamos cuchicheábamos y nos reíamos. En un momento me tomó de la cara y estiró el hocico para darme un beso.

-¡Permiso que acá voy yo! -El Ibizo pasó en medio de nosotros empujándonos para los lados. Llevaba dos bolsas llenas de basura y las fue a dejar a la calle.

Pepi la fea /TERMINADA/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora