Capítulo 1: "Desayuno familiar"

67 3 0
                                    

Emma

Me desperté con el irritante sonido de mi despertador; y sin abrir mis ojos, tanteo mi mesa de luz, lo encuentro y lo apago. En el momento recuerdo que lo programe a las 8:00.

Me senté en mi cama, aun con los ojos cerrados. Me saqué las sabanas de encima y toque con mis pies el suelo: ¿mojado? abrí mis ojos algo turbada, y me encontré con el vaso de agua en el suelo. Lo levanté confundida, pensando en que tal vez lo tiré por la noche dormida, ya es la séptima vez que me pasa. Luego lo coloqué de nuevo en la mesa de luz.

Me dirijí al baño, dispuesta a ducharme. Entré y cerré la puerta. Abrí el grifo y mientras esperé a que el agua entibie, levanté el camisón por encima de mis hombros y me giré para observarme en el espejo. Al mirar mi cuerpo en ropa interior, casi desnudo, pálido, y con unas pocas curvas, me sentí desprotegida. Indignada por lo que encontré en mi reflejo, ignoré mi cuerpo y observé mi rostro, con mis grandes, marrones y ojerosos ojos. Mis mejillas estaban a penas ruborizadas, lucía como siempre; pero mi largo cabello, del mismo color que mis ojos, estaba todo alborotado y obviamente enredado.

Lugo de ducharme, me vestí sencillamente y miré mi reloj de mano: 8:23.

Bajé hacia el comedor descalza y con mi pelo goteando. En él me encontré con mi padre sentado a la mesa tomando el café y leyendo el periódico atentamente,vestía elegante,(seguramente para ir al trabajo). Luego vi a mi abuela preparando, seguramente, lo que sería mi desayuno.

-Buen día, linda - dijo la dulce voz de mi abuela.

-Buen día abuela- dije dirigiéndome a ella-, hola papá- le dije fuertemente para que me escuchara.

- Hola Emma- respondió friamente mi padre.

Cuando me senté a la mesa, mi abuela colocó mi taza de café por delante de mi y la miré con una sonrisa en forma de agradecimiento. Luego se sentó a mi lado.

-Iré con la abuela a visitar al abuelo al hospital...-le dije a mi padre revolviendo mi café. No le estaba piediendo permiso, simplemente lo informaba.

Sin levantar la vista del periódico asintió con su cabeza.

Revolié los ojos. Detestaba que no me prestara atención, y ultimamente lo hacia seguido. Repentinamente, mi papá se levantó de la mesa, tomó su maleta y se dirigió a la puerta sin despegar los ojos del papel. Salió sin despedirse, lo que me pareció extraño.

-¿Que le ocurre?- pensé en voz alta. Pero obviamente mi abuela me escuchó.

-Tu sabes bien lo que le pasa linda: se acerca tu cumpleaños y no solo esta nervioso, esta muy anisoso a la vez. No debe saber que regalarte. Ya eres toda una mujer, no puede comprarte cualquier cosa...-

Mi abuela siguió hablando de lo mucho que había crecido y de lo hermosa que estaba, a lo que yo no le creí ni una palabra. Cosas de abuelas.

Pero yo, que estaba absorta en mis pensamientos, no encontré la respuesta a porqué mi padre actuaba tan raro.

Termine mi café y subí para calzarme. Tomé mi celular y me cepillé el cabello rápidamente,

que seguía húmedo.

-Apresúrate querida- exclamó mi abuela.

-¡Ya voy!- grité para que escuchara.

Guardé algunas cosas en mi mochila y bajé casi corriendo. Mi abuela me esperaba en la puerta con su cartera en una mano y un paquete envuelto en papel madera en la otra, por lo que supuse que era el almuerzo. Siempre lo guardaba en ese papel, lo usaba para todo.

QuortaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora