Capítulo 2:"Flores blancas"

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Emma

Cuando salimos de casa, nos encaminamos hacia el hospital. En el camino, pasamos por un par de casas muy lujosas y un campo inmenso, lleno de girasoles. Entonces pensé, que si no fueran de color amarillo, los girasoles serían mis flores favoritas, pero en su lugar se encuntran los jazmines, rosas blancas y damas de la noche. Todas blancas, como mi color favorito.

Luego de cruzar un par de calles, llegamos al edificio. Visitamos el lugar muy seguido, por lo que el personal de allí nos conocía.

-Buen día- saluda mi abuela al recepcionista del hospital. Él le devuelve el saludo con un gesto.

-Hola Cal- le digo, al canoso hombre detrás del vidrio.

-Hola Emma- respondió amablemente.

Cal me conoce desde que yo tenía 7 años, cuando internaron a mi abuelo aquí, por cáncer.

Cuando llegamos al cuarto de mi abuelo, tocamos con dos golpes seguidos; el primero mas fuerte que el otro, como siempre hacemos para avisar que llega alguien de la familia. Aunque tan solo seamos 5 integrantes.

Cuando entramos, lo primero que divisé fue a mi abuelo, en su camilla, recostado. Parecía cansado y aburrido. Estaba leyendo, como siempre.

-Hola abuelo- dije apenas entré, me acerqué y lo besé en la frente -¿Cómo amaneciste hoy?- me hizo un gesto con el pulgar arriba, haciendo una cara chistosa, a lo cual reí.

-Hola Rafael- le dice mi abuela imitando mi gesto. Luego se sentó en la silla que está al lado de la camilla de mi abuelo y comenzaron a hablar del día de ayer. Hacen lo mismo cada vez que se ven: se cuentan que tal pasaron el dia anterior. Supongo que es porque no están juntos para vivirlo, no como antes.

Yo, como siempre, busqué inmediatamente la caja de cartas en el cajón de su mesa de luz. Como si fuera una máquina acostumbrada a la rutina.

Las saqué y las baraje. Mi abuelo se acomodó para jugar. Jugamos un gran rato y nos divertimos hasta que se hizo la hora de almorzar. El tiempo pasó volando.

Mi abuela sacó unos sándwiches de jamón cocido y queso y los repartió. Comimos en un minuto. Cuando terminé mi segundo sándwich, miré la hora: 13:25. Entonces me acordé de algo.

-Lía me dijo que vendría hoy,- anuncié-después del instituto.

Su clase de baile finalizaba a las 13:30, por lo que seguro llegaría en cinco minutos mas tarde.

Lía es mi prima, hija del desaparecido hermano de mi padre. Somos casi hermanas, crecimos juntas. Tenemos la misma edad, con solo unos meses de diferencia. Podria decirse, que si no fuera por nuestra manera de ser y nuestro nada parecido físico, Lia y yo somos iguales.

Nunca llegamos a conocer a nuestras madres. Pero al contrario de la suya, la mía murió cuando yo nací, por parto prematuro. En cambio su madre desapareció junto con su padre, hermano de Nicolás, mi padre. La abandonó unos dias después de que nació.

La historia es muy enroscada, pero no nos gusta preguntar sobre el tema. Según mi padre, sabemos lo mismo que él.

Ya casi no me duele recordar, pero aún me perturba imaginar que si no fuera por mí, mi madre seguiría viva, y la sonrisa de mi padre, estoy segura, sería deslumbrante, como lo fué alguna vez.

Me distraje de mis pensamientos cuando oí a mi abuela reir. Observé como mi abuelo le mira y le sonríe. Siempre admiré su manera de amarse, están juntos en las buenas y en las malas.










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