capítulo 31

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Al llegar a casa me encerré en mi habitación, aun cuando no había nadie, cerré bajo llave la puerta. Mi corazón latía fuerte, sentía un gran dolor ahí. No podía creer que había matado a alguien frente a mí. Faltaba más de una hora para verme con Juuzou, debía arreglarme y, sobretodo, tranquilizarme. Me duché con el agua más fría posible, me cambié con ropas cómodas, no debía dejar que el resto de mi día fuera malo, a pesar de que Ayato hacía lo imposible para arruinarlo.

Me sobraban 34 minutos, lo aprovecharía caminando lento y calmado. No entendía cómo había sucedido lo de Ayato y Hinami, Kaneki debía ser demasiado sobreprotector con Hinami como para permitir que anduviera con un matón. Tal vez sería falso, pero por qué inventaría una historia como tal.

— ¡Mirei! — Juuzou corrió hacía mí. –Creí que llegaría tarde.—

—Llegaste a tiempo, no te preocupes, igual acabo de llegar yo.

La energía de Juuzou de alguna forma me tranquilizaba, hacía cualquier cosa divertida para llamar mi atención. El resto de mi día no pudo pasar mejor hasta este punto.

—Mirei, tú me gustas. ¿Me darías una oportunidad?

Juuzou había cambiado de tema tan abruptamente que no sabía cómo reaccionar. Juuzou era una persona muy linda, era sincero, aunque podría mentir para salvar algo, pero no podía hacerle algo así a él. Acababa de salir de la relación más toxica que podía tener, mi herida estaba demasiado fresca.

—No sé qué responder— hablé con toda la sinceridad, intentando no lastimarlo— ¿Podrías darme tiempo para pensarlo? —

Él sin dudarlo aceptó. Seguimos caminando sin rumbo alguno por la ciudad. Platicábamos de cualquier cosa que se nos metiera en nuestro camino.

—Ah, creo que he visto a ese chico.

Miré hacía donde estaba apuntando. Ayato tenía a Hinami entre sus brazos, ella estaba roja y el gesto de él parecía ser neutro. No podía procesar lo que estaba viendo. Nuevamente con ese dolor en el pecho comencé a dar pasos en falso para atrás. Coloqué mi mano sobre mi pecho evitando que mi corazón se saliera o terminara de romper.

— ¿Qué sucede? — No pude oír a Juuzou, todo se había nublado, sentía húmedas mis mejillas. Él sin dudarlo me abrazó. –No entiendo qué sucede, pero no me gusta que estés así. — Por su altura tapó mi vista, me aferré a él y lloré como si no quedara de otra. Acariciaba mi cabello para tranquilizarme, cosa que realmente había funcionado.

—Lo siento.

—No tienes por qué disculparte. — Me brindó esa tierna sonrisa, lo hacía nada más para mí.

—Suzuya, sobre la pregunta que me hiciste...

—No importa si dices que no.— Me interrumpió.

—No, lo que quiero decir es que está bien, te daré la oportunidad.

No había visto a Juuzou tan feliz como aquel momento. Realmente me alegre de verlo así. Nuestra cita continuó, realmente no cambió mucho al inicio, solo era él, pero más feliz.

—En realidad, necesito confesarte algo. — lo jale hacia mí. —Es algo que debí haber dicho antes de todo. —

—¿Eres hombre?

—¡No! ¡No es eso! — no sabía qué estaba haciendo, pero no podía parar — Tú eres un investigador de la CCG. —

—Sí...— Afirmó confundido.

—Yo... Agh, es muy difícil decirlo. — alboroté mi cabello, un tic nervioso que tenía.

—Solo suéltalo, dudo que sea algo realmente malo. —

Tan solo comida (Ayato Kirishima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora