Capitulo 3. Gorrión

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Decidí acompañar a mar, debería estar entrenando, pero no tengo ganas, y pensé que caminar por el centro de la ciudad seria mejor, que estar en mi casa sin hacer nada, eso creí, pero no fue así, estar caminado por el centro es lo mismo que estar en mi casa sin hacer nada.
-Emi, te estoy hablando.
Mire a mar con el ceño fruncido.
-¿De que?- pregunte sin pensar.
Mar se freno y la imite. Mirando el piso con miedo a que me vuelva a hablar sobre el tema prohibido. Estaba sufriendo no encontraba la forma de evitarlo, quería sonreír airosa pero eso no significa que pudiese hacerlo.
-Quizás debamos volver- mar me dedico esa mirada oscura tan especial.
Me arrugue la remera a la altura de mi pecho por el dolor que me causa esa mirada.
-Basta- suplique ahogada en dolor.
-Lo siento- murmuro mirando la vidriera de ropa más cercana que teníamos.
-No puedo olvidar- admití.
-Ya paso un año.
Un año y dos semanas.
-Ya se me va a pasar- tome sus manos entre las mías y con suplica en mi ojos pedí- solo pido paciencia.
-Si me miras así, te doy todo lo que me pidas.
Abrace a mar con todo el cariño que le tenia, fue un abrazo muy fuerte.
-¿Qué tal tu entrenamiento?- volvió a su humor de siempre -Le mostraste a agustín nuestro poder.
-Si, y quiere saber el secreto.
-¿Que le dijiste?- pregunto preocupada.
-Que, no se.
-Esta bien.
Seguimos caminado otro trecho.
-Entrene con martín.
-Eso es bueno.
Me fregué las manos.
-Te sigue gustando.
La cara de mar se volvió tomate.
-Mira que hermoso vestido- dijo huyendo de mi.
Con una sonrisa la seguí. Así que aun le gusta.
Cuando estaba nuevamente en mi casa, en vez de entrar a mi casa, pase al fondo, era un fondo modesto, lo único interesante era el gran roble que esta haciendo estragos con los mosaicos de la galería, sus raíces se expanden cada vez mas, queriendo entrar a mi casa.
Querían cortarlo pero lo impedí, el roble era importante para mi, pase toda la infancia sobre el.
Conocí a alguien especial cuando estaba encima de el. Si alguien me pregunta si me arrepiento haberlo conocido. Respondería, no se.
Mi papa estaba enojado porque había roto un vaso, mientras tiraba cereal al piso . Corrí hacia el patio de mi casa y me subí al árbol, tan alto que trepe el tapial de mi vecino, quedándome ahí, con miedo a bajar.
-¿Que haces?- casi caigo por esa inocente pregunta.
-No me delates- pedí.
El nene me miro unos segundo más , y con una pequeña sonrisa grito.
-Esta aquí.
Mis ojos se abrieron por la sorpresa.
-Emilia baja de ahí.
-Te odio- le grite al nene.
-No eres mas que un débil gorrión- dije mientras me sacaba la lengua y me daba la espalda.
Ese día mi papa me tuvo una hora limpiando, luego del extenso sermón.
Ese niño buchón era nicolas, ese fue mi primer encuentro y desde ahí comenzó a llamarme gorrión. Ese fue el inicio de nuestra extraña y errática amistad.
-Gorrión- murmure en voz baja.
El era la única persona que me decía así. Según martín por que era todo marrón.
Ojos marrones, cabello castaño.
según nicolas por que era un pajarito.
Debía encontrar la manera de derrotar a ese cazador, cueste lo que me cueste.
Tenia una voz poderosa, pero si no pudiese hablar, tendría una ventaja.
¿Como logro eso?. Fruncí el ceño. Tengo que imaginar algo mejor.
Comencé a trazar una secuencia de suposiciones de ataque, pero todas tenían una falla, en todas me vencía. En todas me mataba.
Mire el calendario que tenia en la ventana pegado, dentro de una semana comienzan las vacaciones de invierno, y estaré una semana en el campamento que realiza agustín. Estoy ansiosa por ver que nos tiene preparado.
Luego mi mirada se desvío a una foto que tenia cuando era niña y estaba junto a nicolas. Sus ojos ambarinos se distinguían de una manera hipnotizante, su cabello rubio que ese momento parecía blanco, se le fue oscureciendo cuando creció. Estaba con su camisa blanca manchada como siempre. Sonreí al recordar que admitió que lo hacia para enojar a su niñera.
Irse sin ninguna explicación, fue lo peor que pudo haberme hecho, pensé enojada, arrojando la almohada contra la pared. Apreté los puños tan fuerte que sentí como mis uñas se clavaban en mi piel. Por mas que tarde otro año lo olvidare. Del amor al odio hay un solo paso.
Con decisión tome la foto de mi infancia, y con odio comprendí que no las podía romper. La volví a acomodar en su lugar, pero ocultándola con otra foto en la que estoy con mi hermano.
Comía con la mirada en el plato, no podía levantar la vista y ver las miradas de mis padres, no podía soportarlo. Y menos la de mi hermano.
Desde que me rompieron el corazón, no quise salir. No podía salir.
-Emilia- llamo mi papa.
Exaltándome demasiado. Tire el tenedor y gemí.
-Yo... solo
-Perdón, solo me asuste un poco.
-Estuvimos hablando y es mejor que salgas un poco, hable con Héctor y Martín.
-Serán como mi niñeros- sonreí sin humor.
-No sería tan así.
-Así que deberías salir, hoy es viernes.
-sí, antes salías- dijo mi papa sin mirarme.
Antes. Me recordé a mí misma.
-Está bien- concluí.
Ni había comido la mitad de mi plato que me levante, sin preámbulos.
Llame a mar, mientras me sentaba en mi cama.
-¿Te llamo mi mama?-pregunte con ironía.
-Si, pero no me pareció mala idea.
Si había salido a caminar al centro hoy, porque insisten en que haga cosas.
Me vestí informal, no tengo edad para los boliches solo para los bares.
A las nueve mar tocó el timbre de mi casa.
Atendí girando con una sonrisa falsa para que viera como estoy vestida.
-Me encanta como estas vestida, estas hermosas.
-Gracias- dije.
Caminamos hablando de tonterías hasta llegar al auto.
-Hola Héctor- salude distante.
-Hola, Emi, ¿Qué tal?
-bien- dije sin humor.
-Hola- esa voz me hizo recorrer un escalofrió por mi columna vertebral.
No respondí, me quede sin habla. La persona que estaba sentado en el asiento de acompañante, se giró.
Sus ojos oscuros me miraron detenidamente.
Agustín. ¿Qué hace aquí?
-¿Estas bien?- pregunto preocupado - Estas un poco pálida.
Yo solo lo seguía mirando. Su cabello oscuro era demasiado brilloso. Quise extender la mano y tocarlo.
No respondí, así que solo me miro por unos segundos más y se giró, acomodándose nuevamente en el asiento.
Sentí el codo de mar, clavarse en mis costillas.
-¿Qué?- articule con los labios.
-¿Qué te pasa?- articulo ella igual.
-Agustín- murmure por lo bajo.
Mar abrió grandemente sus ojos negros, sorprendida.
Mejor la ignoro. Mire por la ventana, aunque me arrepentí, porque desde ahí podía verlo a través del espejo lateral.
Así que solo mire un punto muy lejos de él.
Cuando llegamos al bar, busque con la mirada a Martín, este apareció como del aire, y vino hacia mí.
-Emilia.
-Hola- dije bajando la mirada.
-Hola- Martín se detuvo a medio camino y me miro incómodo.
Así que solo seguí caminado por el bar, y me senté en la barra.
Después de una hora seguía sentada en el mismo lugar, con el mismo vaso, cuando Martín volvió a acercarse.
-¿Porqué esta aquí, agustín?- pregunto Martín sentándose lado mío.
-No lo sé, me parece que es amigo de Héctor.
Volví la vista hacia el aludido, y me devolvió la mirada. El aire parecía espeso a mí alrededor. Debía ignorarlo.
Camine hacia el baño y me intercepto.
-¿Que?- le pregunte cuando no me dejo pasar.
-Hola, Emilia- sonrío.
El es la única persona que puedo decir mi nombre de forma tan arrogante.
Seguí observándolo sin decir nada.
-¿Qué queres?- tuve que gritar porque se decidieron a subir mas la musica del lugar.
Agustín se me acerco mucho, y me aleje por inercia.
-¿Intentas insinuarte?.
Agustín sonrío muy cerca de mi oído.
-No, Emilia.
-Perfecto- dije algo decepcionada. -Puede notar un deje de decepción en tu voz.
-Y yo puedo notar, aunque intentes ocultarlo, que empiezo a gustarte- me humedecí los labios- ¿Porqué ?¿ desde cuándo ?.
El sonrío con notable alegría.
Me mordí la parte interna de la mejilla, hace tanto que no coqueteaba con alguien, que no sabia como hacerlo. Espera, nunca coquetee, con nicolas todo era tan fácil, no me tenia que esforzar.
-¿Emilia?.
Levante la vista y me encontré con los ojos marrones de agustín, lo corrí desespera y me escape al baño. Ahogando un sollozo.
Esperando que mi respiración se calme. No podía pensar en el, no podía querer que estuviera aquí. Debo odiarlo o comenzare a odiarme a mi misma.
Después de eso la noche fue un fiasco, estaba muy nerviosa por la manera en que agustín me miraba, que no disfrute nada.
No entiendo que se propone ahora, espero que no sea nada extraño. Intentando olvidar la escena que hice, acordándome de los estúpidos ojos de nicolas, debería odiar esos maravillosos ojos. Y con ese pensamiento me dormí.

Queriendo al enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora