Capitulo 1. Fracaso

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Estaba mirando el techo, demasiado cansada como para querer salir de mi cama. Eran las diez de las mañana. Gire mi cabeza para mirar por la ventana, y vi como las gordas gotas de la lluvia chocaban contra el vidrio.
Cuando no pude estirar mi cansancio, me levante lentamente.
Ayer a la tarde me choque con mi misión imposible.
Mientras me ataba el pelo a lo alto de mi cabeza, recordé que es lo que me tiene de mal humor. Soy una persona diferente a los demás, diferente de mi familia, como si fuera de otro universo, pero hay tantos como yo, que no puedo sentirme única, pero me siento única.
Cuando me preguntan que quiero hacer de mi vida, respondería "Esto", aunque nadie lo entendería. Hacer esto es el trabajo más pesado y cansador, pero es el más gratificante.
Soy una asesina. Mato a los parásitos del mundo. Mato a cazadores, seres que se alimentan de mi gente para poder sobrevivir.Ese es mi trabajo.
Hay distintos tipos de mi clase, hechiceros nobles, y hechiceros plebeyos. Soy una plebeyo, claro esta. Nací en una familia que no son hechiceros, siendo la única hechicera, lo mínimo que me queda es ocultarlo.
Me encontraron cuando tenia quince años, y me estuvieron preparando para luchar, excepto que ayer fue mi primera lucha en la que fracase totalmente.
Enojada tire al suelo todo lo que estaba en mi escritorio.
Maldito fracaso.
Agazapándome detrás de un árbol, mire a mi presa, estaba muy rodeada. Todos cazadores, maldije en voz baja. Sacando mi mochila metí mi disfraz.
Respire hondo, debía pasar frente a ellos, si quería salir de aquí. Mi colectivo frenaba justo al frente.
Tragando ruidosamente saliva, pase.
Ellos ni me notaron, y yo internamente agradecí su falta de atención.
Mi colectivo llego justo, así que subí y me dispuse a relajarme, solo éramos tres personas en el colectivo.
Un chico sentado a no más de un metro de mí, y el chofer.
Me dormí solo un momento, levantándome exaltada, el viaje a mi casa solo dura media hora. Mire mi reloj, solo dormí cinco minutos, así que suspire aliviada.
Mirando por la ventanilla comprendí algo.
-¿Me tome el colectivo incorrecto?- dijo en voz baja para mí misma.
Rápidamente me levante y toque el timbre.
Pero el chofer no freno en ninguna parada.
-Hey- grite al chofer- aquí bajo.
El chofer ni me miro.
-No creo que deberías bajar.
Ignorando al chico, pegue mi dedo al timbre.
-No creo que debas bajar.
-Creo que deberías callarte- replique molesta.
-Que humor.
Me digne a mirarlo, y quise golpear su sonrisa.
Tambaleándome por el pasillo del colectivo me acerque al chofer.
-Puede frenar el maldito colectivo- grite.
Esquive por poco su golpe.
Molesta lo patee en el hombro, pero giro tan precipitadamente que caí al suelo. El chico que había molestado abriendo su boca, me tomo de los pelo y me empujo lejos.
De un salto me subí a su espalda y golpe su cabeza lo más fuerte que pude. Inclinándose hacia adelante me tiro al fondo del colectivo.
Mareándome observe la salida de emergencia, tire la palanca y salió volando la puerta, cuando estaba por tirarme, un nuevo cuerpo entro en el colectivo, llevándome nuevamente dentro.
-¿Dónde vas?
Me levante lo más rápido que pude, y rompí el vidrio de una ventanilla, los trozos perforaron mi piel.
-No la dejes ir.
Y así fue, salieron dos personas más y me sostuvieron.
Gruñí, molesta, zamarreando mi cuerpo, pero aun así no me soltaron.
-¿Cómo estás?- pregunto apretando los dientes.
Fue como una ráfaga, pude ver su desconcierto cruzar su rostro, pero solo un segundo, que parecío irreal.
-No te importa- respondí relajada.
Rebanándome los sesos para encontrar un salida.
-Me contó un pajarito, que anduviste buscándome.
Lo mire indiferente.
-Dime, que es lo que quieres.
Cerré los ojos, ahí estaba el, con su voz. Este es el cazador que con su voz puede hacerte hacer lo que él quiera, por eso era tan importante eliminarlo.
Solo por abrir su maldita boca. Estoy perdida.
-Matarte- respondí.
-Que sincera- sonrió.
Sus ojos, sus malditos ojos, eran hermosos. Se me acerco lo suficiente como poder olerlo.
-Pretencioso- dijo, su perfume era demasiado rico.
-¿Pretencioso?- pregunto confuso.
Molesta lo patee, quería romper el hechizo que estaba tejiendo.
Pero el solo sonrió, pero la sonrisa no le llego a los ojos. Triste, pensé en voz baja.
-me gustas- murmuro aun sin borrar la sonrisa.
-a mí no.
-Qué pena.
-Mañana ni recordare tu cara.
-Pero yo si la tuya, por eso, será rápido.
-En eso estoy de acuerdo.
-¿Si?- dijo levanto las cejas.
-Si- murmure.
Mis dos apresadores me soltaron como si quemara. Es que queme. Mi cuerpo levanto la temperatura de un horno para derretir hierro.
Ambos sisearon, levantando el viento con mis manos, los saque fuera del colectivo.
Cuando mire al que me faltaba, este estaba sentado en los últimos asientos.
-Hola- saludo.
Maldije a lo bajo.
Me posicione para luchar.
-sos tan ridícula.
Molesta me abalance sobre él, pero solo golpee el aire.
Tomándome del brazo me tiro al suelo, como si no fuera nada, como si fuese solo una bolsa de arena vacía. Muy vacía.
Acerco su rostro al mío. Cerré mis ojos, no quería perderme de nuevo en su profundidad.
-Abre tus ojos- murmuro en mi oído.
Con un escalofrió los abrí.
-Eres demasiado llamativo- concluí.
Me sorprendió que solo me observara cuando rompí con mi brazo libre el barandilla del colectivo. Nos seguimos observando, hasta que sin parpadear, apunte a perforarle el hombro.
-Suéltalo.
Me tembló la mano, mi cuerpo quería obedecer, pero mi mente no. Negué con la cabeza.
-Ahora.
Lo tire lejos, y rodé también lejos de él. Estaba agitada, aunque el parecía que no respiraba. No podía luchar contra él, era demasiado fuerte. Que ilusa fui al creer que le haría un rasguño.
Se incorporó tan lentamente, que pensé que me tilde en mi lugar. Es un maldito demonio, ya se lo que provoca observarlo demasiado.
Él se tapó la cara con sus manos. -No observare como te vas.
Lo mire extrañada, ¿qué hacía?
Pero no lo pensé, Salí volando del colectivo que hasta el momento no había frenado en ningún lugar.
Debía ser astuta, no podía encontrarme con ningún cazador que saque por la ventana. Ni siquiera sabia donde estaba.
Saque mi celular y marque el único numero que no me iba a preguntar porque estaba tan lejos de mi casa.
Luego de media hora llego.
-Emilia- su voz sonaba preocupada, y apenas salí de donde estaba escondida me abrazo.
-Mar, estoy bien.
-Vamos antes que nos vean. Menos mal que nos podemos encontrar por gps.
Me tendió un casco y sonreí.
-Gracias.
Mar sonrío y sin perder tiempo, volvimos a mi casa a todo velocidad.
Mar es mi mejor amiga, la diferencia que hay entre ella y yo, es que ella es de la nobleza y yo una plebeya.
Ya era pasada las seis de la tarde cuando me encontré con agustín. No debí haber venido, por algo no quería levantarme de la cama. -Lo dejaste ir.
-No fue así- en realidad fue al revés, recorde.
-Si, fue así, pensé que era presa fácil para vos.
-Lo voy a intentar otra vez.
-Si,lo harás.
Agustín salio de la habitación para dejarme sola con mis pensamientos. Quería gritar, no podía creer que mi primer asesinato fuese un fracaso, me tenia tanta fe.
Sabia que no era fácil, intentar matar a ese cazador. Los cazadores cada vez son mas poderoso, tienen influencias.
Molesta conmigo mismo, tome mi mochila y decidí salir de aquí. -No te vayas- ordeno agustín.
-¿Porque no?.
-Mañana vamos a entrenar temprano y quería ultimar los detalles.
Quedándome parada en la puerta espere, en el grupo que esta cargo agustín, somos quince. Y solo soy amiga de uno. Las demás personas que están, mas de seguir ordenes no hacemos, no somos el típico grupo que se reúne y habla de tonterías, somos un grupo que cuando se junta solo hace estrategia para matar. Martín se acerco.
-Mal día, el de ayer.
-Si que lo fue.
-Emi, solo relájate.
-Me había preparado tanto- murmure cerca de las lágrimas.
-Lo se, te vi, sera la próxima.
Martín me abrazo, y acaricio mi cabello como si fuese una niña pequeña necesida de cariño.
-Ustedes dos, vengan.
Me solté de martín y mire directamente a mi jefe.
-Mañana a las cinco de la mañana, martín vos también.
Cuando nos fuimos, me quede pensando.
-¿Porque te quiere a vos también?- pregunte a martín con dudas.
-No lo se.
-¿A cuantos mataste?.
-¿Cazadores?.
-Si, ¿a que más mataste?.- sonrei.
-Solo tres.
-Eso es un montón.
-No emi, esto no te hace sentir superior.
Lo razone solo un segundo, para comprender que si me sentiría superior, si me sentiría superior. Martín se desvío a su casa y yo a la mía.
Me cambie rápidamente para salir a correr aunque sea un momento. La lluvia habia menguado.
-¿Donde vas?
Mire a mi hermano reojo.
-No te importa.
-Lo extrañas mucho al parecer, te volviste mas histérica.
Eso me hizo frenar en mitad de mi camino, para luego como si tuviera un resorte salír a corriendo.
Las lágrimas nublaron mis ojos, solo sentía como mis pies chocaban contra el suelo, como mi respiración se quería tranquilizar.
Cuando llegue a la plaza que estaba a unas cuantas cuadras de mi casa, comencé a estirar mis musculosos, intentando evitar que me sigan cayendo las lágrimas.
Recordarlo no es lo mejor en estos momentos, en estos momento cuando me siento tan fracasada.
Que es mas patético que estar enamorada de tu mejor amigo, que es lo mas patético de haberle dicho lo que sentías para que luego me rechace de esa manera tan cortante.
Como si nunca nos hubiera conocidos. Si me siento bastante mal. Pero no quiero que eso me afecte. Sinceramente no quiero.
En lo único que tengo que pensar ahora es en como eliminar a ese cazador.
El problema es que ahora no tengo una solución.
Con un mejor humor volví a mi casa, intentando volver a sentirme bien conmigo misma, y siento que la única manera es matando ese cazador me sentiría más realizada. Menos patética

Queriendo al enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora