Capítulo 4. Confesión

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Quizás no todo estaba perdido, pensé mientras caminaba por una calle desierta, estaba sola, lo sentía, mi piel no se erizo por una presencia extraña. Solo estaba yo. La calle estaba demasiado desierta, pero no me importaba, sabia donde tenía que ir, el problema era, si me iban a recibir bien.
Creo que no. Pensé.
Estaba muy oscuro, las casas también, como si nadie viviera aquí, pero sabía que eso no era verdad, aquí vivían muchas personas.
No me pregunten porque se alejan tanto, solo sé que no son muy sociables, y viven sus propias reglas, una comunidad.
Seguí con el rumbo fijo. No estaba segura si el camino que tome era el correcto, solo sé que debía estar aquí. Investigue demasiado, sé demasiado para dar marcha atrás.
Solo tenía que encontrar la casa amarrilla.
Seguí caminando ajustándome la campera, el mes de julio azotaba demasiado. Las vacaciones estaban empezando, aunque los demás descansan, sé que al entrar en esto no tendré descanso.
Una extraña emoción me rodeo cuando divise la casa amarrilla, sonriendo golpee la puerta, pero la sonrisa no duro mucho en mi cara.
-¿Qué haces aquí?- grito enojado.
Su rostro se había transformado, tenía una expresión de incredulidad y enojo.
-Hola- salude educadamente, mientras intente alargar el cuello para ver adentro.
Lo comprendió y cerró bruscamente la puerta, haciendo que mis huesos vibren.
-Te lo advertí.
-Quiero entrar- dije toscamente.
Empujándome con poca delicadeza me saco de la entrada y me llevo a una pared apartada. Me apoye en ella, mire un tremendo rosal que estaba justo lado mío.
-¿Cómo llegaste?- me pregunto apretando los dientes.
-¿Cómo no te diste cuenta que te seguía?-replique con orgullo de mi misma.
Sus labios se convirtieron en una fina línea.
-Sabias que eras un problema- dije mientras metía sus manos en los bolsillos y curvaba sus hombros.
-Déjame a prueba- rogué- si ves que no rindo, solo me echas.
-No sirves para esto, este no es tu lugar.
-¿Cómo sabes que no sirvo?- pregunte separándome de la pared y enfrentándolo.
-Lo sé- respondió con odio, empujándome nuevamente contra la pared.
Hice una mueca, las espinas del rosal se clavaron en mi mano, cuando intente volver a separarme de la pared.
Mire mi mano.
-Eres muy débil.
-No me conoces- dije observando la gota de sangre que salía del pequeño pinchazo.
-No entraras.
Fue como un ultimátum.
Me quede allí parada.
No. Me grite. Debo entrar, es lo que quiero.
Lo alcance rápidamente y lo tome de la mano.
-Haz que me arrepiente de haber entrado.
-Acaso no lo entiendes- siseó, apretando mi mano.
-Necesito entrar.
-No.
Mire nuestras manos enlazadas.
Me soltó rápidamente, como si quemara.
Antes de que volviera entrar, advertí.
-Volveré todas las veces necesarias.
Pero él no se giró, no desacelero el paso, solo entro sin mirarme.
De algo estaba segura, iba a entrar de una forma u otra.
Y asi fue, entre de tanto insistir. Puedo ser muy persistente, casi insportable. Sonrei ante eso.
Llegue a la casa amarrila, que tanto habia añorado entrar.
Cuando entre no habia nadie, asi que comence a limpiar, soy muy hiperactiva, y estar sentada no es lo mio. Tenia que hacer algo.
La semana pasada se habia quemada un foco, asi que traje para reponerlo. Arrime una silla para poder alcanzar el foco quemado, mi altura es la estander, ni alta ni baja. Pero eso no significa que llegue.
Mientras estabas reemplazando los focos, un grito me exalto haciendo que tire el foco quemado.
-¿Estas loco?- grite enojada.
-Vos estas loca, no desconectaste la luz.
Mire los ojos oscuros de agustin, y me senti extraña. Respirando profundo lo enfrente. -Una pequeña descarga no me hara nada.
-Una descarga es una descarga, emi.
Me tense. ¿Emi?. Me baje de la silla, y comence a limpiar el desastre de los vidrios rotos.
-Te ayudo.
-No- dije agresiva.
Debia calmarme, volvi a respirar profundo intentando ignorar a agustin mientras barria el suelo. Siendo dificil ya que se arrodillo a mi lado, acercando la palita para levantar la basura.
Sin poder resistirme, me arrodille a su lado.
Agustin se sorprendio por mi arrebato, y cayo hacia atrás.
-¿Que te sucede?.
-Con que- pregunto confundido quedandose sentado el suelo.
-¿Desde cuando me soportas?.
Agustin sonrio. Era la primera vez que lo veia sonreir, y el impacto fue inesperado. Senti como un puñetazo en la panza.
-Me gustas mucho.
Senti como toda la sangre de mi cuerpo se concentraba en mi cara.
Mi repiracion y los latidos de mi corazon se acelereron.
Muchos chicos se me habian declarado a lo largo de mi vida, pero ninguno logro afectarme. Hasta hoy.
-¿Es una declaracion?- pregunte torpemente.
-Si, emi.
-¿Emi?- murmurre, sonaba raro que el lo dijiera.
Agustin se sento sobre las puntas de sus pies y su cara quedo frente a la mia. Hizo cara de dolor, pero la borro instantaneamente.
Sin dejar de mirarlo, tome su mano y vi que se habia cortado con un pedazo de vidrio.
-¿No te hace acordar algo, esto?.
Negue con la cabeza, intentando sacarle el pedacito de vidrio.
-La primera vez que viniste a molestarme, te pinchaste el dedo con el rosal- inclino su cabeza, no me habia cuenta que lo estaba mirando fijamente, olvidando mi labor- y te tome de la mano, manchandome con tu sangre, estaba tan sorprendido y molesto a la vez, que no sabia como actuar.
Mire nuestras manos unidas, sonrei con ironia, ahora yo tengo la mano manchada con la sangre de el.
-¿Porqué molesto?.
-Porque me volvias loco, con tu insistencia, y queria enojarme con vos, pero no podia- bajo la mirada - y cuando no venias me preguntaba porque.
-¿Me extañabas?- pregunté con arrogancia.
Agustin sonrio de costado y con su mano libre me tomo del rostro, la tension del momento era palpable.
-Si- susurro.
-Los interrumpo.
Ambos saltamos hacia atrás, mire con censura a Martín.
-Llegaste temprano- acoto agustin mientras carraspeaba y se levantaba.
-Sera mejor que te limpies.
-¿Necesitas ayudita?- dijo martin meloso.
-No.
agustin me observo un segundo, que parecio una eternidad, y se fue al baño.
-¿Que te pasa?- pregunte a martin, mientras limpiaba.
-No me gusta esto, que salgas con el.
-No es de tu incumbencia.
Cuando iba a tirar el contenido de la palita, martin me sujeto del brazo haciendome tirar todo al suelo.
-¿Te gusta?.
-Soltame- sisee.
-¿Te gusta?- insistió.
-Si- admiti.
Me solte enojada, mientras volvia a levantar la basura.
Cuando me volvia a dirigir a tirar el maldito contenido de la palita, agustin se cruzo en mi camino.
-¿Que?- gruñi enojada.
-A mi tambien, me gustas.
Respire profundo, aunque solo logro enojarme mas.
-Ya me lo dijiste.
Lo esquive y al fin pude tirar el contenido a la basura.
Ya estaba oscuro cuando volvi a mi casa, me senti nostalgica cuando no habia ninguna persona esperandome, sentado en la vereda. Nicolás siempre me esperaba, habia dicho que me pasaria a buscar pero me negué, supuestamente asisto a un club de teatro. Totalmente una mentira.
Sentandome en la vereda en el lugar que siempre ocupaba nicolas, mientras me esperaba a que volviera de mi supuesto club.
Sostuve mi cabeza con mis rodillas. ¿Dónde estara hoy?.
Una solitaria lagrima se deslizo por mi mejilla, odiandome la limpie. No quiero recordarlo, pensar en él me lastima.
Como pude haberme enamorado. Pense que podia leer su expresión , pense que sabia lo que sentia, pense que sentia lo mismo que yo.
Pero solo pense mal, fue lo unico que hice.
Odiarlo no podria, nunca podria. Ni aunque quisiese. Me encantaria.
Mientras me acomodaba para dormir, alguien toca la puerta de mi pieza.
-¿qué?- dije sorprendida al ver a
mi hermano, entro apenas abri la puerta.
-Pasa tranquilo- dije con ironia.
-Me llamo.
Parpadee muchas veces, no queria hacerme muchas ilusiones, asi que solo intente hacer la cara mas inexpresiva que tenia.
-¿Quién ?- pregunte haciendome la dura.
-Nicolas.
Fue como si me pegaran una cachetada, girandome la cara mentalmente.
-¿Que queria?.
-Tengo que confesarte algo, y esto me esta matando.
Me quede callada, solo observandolo, me estaba imaginando que podia ser, pero nuevamente no queria hacerme falsas esperanzas.
Ignore mi celular vibrar sobre la mesita de luz, y solo preste atencion a mi hermano.
-Nicolas desde el primer momento que se fue, llamo todos los dias, sin falta, todos estos malditos dias.
De pronto una tristeza inmesa me embriago.
-¿Porque nunca me lo dijiste?- pregunte con la voz cortada.
-Porque el me lo pidio.
-No entiendo.
-Llamo todos los dias y se conformaba con que le dijiera que estabas bien.
-¿Porque no pidio hablar conmigo?
-Cuando se lopregunte, me dijo que asi era mejor.
-Sali- mumurre por lo bajo.
-Emilia.
-Sali ahora, marcos.
Cuando escuche como la puerta se cerro a mi espalda, me quede parada, petrificada y lo peor dolida.
¿Porque me esquivaba tanto?.
Tome el celular que estaba vibrando, y tenia un mensaje de agustin.
Tenemos que hablar. Leei.
si. respondi sencillamente.
Imaginando que esto es lo mejor para mi. Secandome las lagrimas con el dorso de mi mano, me acoste haciendme un bollito. Intente dormir, con mucho esfuerzo. Teniendo pesadillas sobre el dia en que tuve la mala idea de decirle lo que siento a nicolas.

Queriendo al enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora