Diez [KEO]

Capítulo 2

  La vida es 10% de lo que me ocurre y 90% de como reacciono a ello.  

La lista del señor Kim, consistía en nueve puntos, había borrado el número 10 para agregar el punto que Leo había escrito, finalmente la lista había quedado de esta manera:

1. Reírse hasta que te duela el estómago.

2. Ver una Aurora Boreal.

3. Dar 1000 abrazos.

4. Salvar una vida.

5. Hacerse un tatuaje.

6. Plantar un árbol.

7. Bailar frente a una audiencia.

8. Subirse al edificio más alto de la ciudad.

9. Componer una canción.

10. Vender un cuadro.

Leo, que casi nunca se preocupaba de otra cosa que no fuera ver sus pinturas, pensó que no estaba mal terminar la lista en cuanto tuviera tiempo, al fin y al cabo eran solo números en una hoja.

Siguió asistiendo al grupo de los optimistas. Realmente estaba haciendo efecto en él, ya que de vez en cuando sonreía con las anécdotas de las demás personas y platicaba un poco más. Incluso la doctora Park, pudo notar su avance, lo cual le permitió decirle que en un par de sesiones más tal vez, y ya no sería necesario su servicio de psicóloga, pero podría seguir viéndola como amiga.

Desde que le dieron la lista del señor Kim siempre la cargaba en la cartera, para recordarse a sí mismo que tendría que cumplirla algún día. Una mañana que salió a buscar algunos repuestos para sus cuadros y pinturas que necesitaba, caminando por una de las calles menos concurridas, escucho los gritos de varias personas a su alrededor mientras que otras corrían a ver qué pasaba.

Muchas de ellas estaban observando la horrible escena desde la acera, entonces Leo se percató de lo que se trataba, un muchacho estaba en la azotea de un edificio intentando suicidarse.

Todo era bastante surrealista para Leo, se preguntaba porque nadie había subido a hablar con él, y entonces no sabía ni cómo, ni de dónde, sacó la fuerza y la valentía para acercarse más al lugar, subiendo las escaleras de emergencia puestas a los costados del edificio, subió hasta la azotea e intentó hablar con el muchacho.

— Oye, tú, ¿estás loco? ¿qué estás haciendo? — le gritó Leo desde un extremo de la escalera.

— ¡Vete! ¡Ya nadie puede ayudarme! — le respondió aquel chico.

— Te entiendo, créeme. Pero esta no es la solución.

— ¿Y tú como lo sabes?, si ni me conoces.

— Yo sé lo que te digo, esta no es la solución para nada.

— El que no entiende eres tú, ya no voy a seguir sufriendo más.

— ¿Y crees que quitándote la vida es lo mejor que puedes hacer?

En ese momento, una de las manos del muchacho se estaba empezando a acalambrar, debido a la posición en la que se encontraba, entonces al soltarse, Leo, con unos buenos reflejos, lo tomó del brazo izquierdo e impidió que cayera al vacío, los gritos de los que estaban viendo la escena no se hicieron esperar.

— No seas idiota, la vida, no se resuelve de esta manera — le dijo Leo mientras lo ayudaba a llegar a la escalera.

Después de unos minutos, por fin, pudieron bajar del edificio.Pese a todo lo que intentaba hacer el muchacho, le agradeció a Leo el haberlo salvado, un vez que toda la adrenalina dejó su cuerpo se echó a llorar en el hombro de Leo, el cual se quedó estático sin saber qué hacer, así que sólo le dio un par de palmaditas en la espalda.