Galaxias.

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Espere a Alioth, lo espere hasta que el sol volvió a dominar en el firmamento, el no vino, quizá solo tuvo problemas, porque claro, las estrellas también tienen problemas, creo.

Mire como sus demás compañeros, ellos brillaban en mi absoluta soledad, esta vez el blanco resplandor que tantas veces me pareció cálido, me daba frío, me hacía sentir diminuta, diminuta en esa enorme e indescifrable cantidad de astros sueltos en el lienzo natural sobre mí

Quien me jurase que esa noche era cálida, mentía, fue helada, obscura a pesar del brillo majestuoso que las pequeñas sonrisas brindaban.

Perdida en mis solitarias y desesperadas cavilaciones me atormentaba a mí misma con la idea que la soledad ofrecía arrimándose a una pequeña esquina de mis sentidos formando pequeñas constelaciones que llegaron a preocuparme en cierto punto de la madrugada.

Y pensar que esa pequeña estrella es la que provoca en mi, infinitos amaneceres. Y eso que aún no sabía con certeza que sentía por esa pequeña estela en el firmamento que me calmaba con sus suaves y frágiles versos, pero siento que si sigo mirando las uniones maravillosas de la obra maravillosa que es el cielo, descubriré todas las respuestas del universo. De mi universo.

Me sentía una pequeña bolita de lamentos en las penumbras de mi absolutamente no cálida habitación, pero nadie debería disculparse por lo que sus pensamientos dictan, el cuan fuerte ardan o el colapso que estos causan internamente, pues eso es de lo que las galaxias están hechas, y esa noche me sentía una pequeña galaxia, más que nada por los miles se sentimientos que albergaba cada célula dentro mío.

Después de todo, todo ser es solo un punto en el espacio que está en continuo cambio y no sabemos cuándo es nuestro límite de desfrutar estas cosas, el pensamiento, las noches, ya sean frías o cálidas, las estrellas, el hablarse a sí mismo también es un acto que hay que valorar, ya que, la única persona que pueda llegar a conocerte un poco más que las demás personas, eres tú mismo, tu voz interna, aunque, nada de eso me importo, yo quería dejar de sentirme tan rara, como colapsando internamente, creando galaxias, miles de ellas, dentro de mí, luchando entre ellas, como pequeñas explosiones de luz y oscuridad, mezclando el frío y calor en mi interior, creando combustión, tanto al punto de que mis sentidos llegaron a colapsar, y las lágrimas dieron una forma de evacuar mi sentido de miseria y tristeza.

El chico de las estrellas. (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora