Capitulo 9.

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Sarah no quiere levantarse de su cama hoy y Neal no está para ayudarme. Ha tenido que reunirse con un cliente para desayunar y aunque no estuve de acuerdo porque tenía cosas que hacer en la mañana antes de pasar por Sarah al colegio, he accedido porque no quería anexarle a nuestra larga lista de peleas de la última semana una más. Todas nuestras peleas son por su mal humor debido a haber perdido el caso que estaba llevando, pero no importaba lo que hiciese, él no parecía dispuesto a permitirme ayudarlo. Así que decidí hacerme cargo de llevar a Sarah al colegio hoy, para restarle estrés a él.

—Vamos dormilona, arriba

—No quiero —replica ella.

Blanqueo los ojos y maldigo a Neal en mi mente por haber permitido que Sarah se durmiese después de su hora de dormir la noche anterior.

—Sarah Analise, estoy agotando mi paciencia ahora —digo firmemente—. Voy a preparar tu baño y espero que estés fuera de tu cama para cuando éste esté listo

La amo con todo lo que soy, pero a veces ella necesita un poco de carácter. El cual funciona, porque apenas termino de preparar la tina ella está metiéndose en ella. Bosteza mientras toma una esponja y yo la dejo para que se bañe mientras alisto su uniforme.

Gracias a Dios salimos a tiempo de casa y no tengo que exceder el límite de velocidad para llegar a tiempo a dejarla. Durante el camino, Sarah continúa bostezando sin cesar.

—¿Ahora entiendes porque no quería que te quedases despierta hasta tan tarde? —le pregunto mirándola a través del espejo retrovisor.

Ella parpadea muchas veces antes de enfocar su vista en mí y asentir.

—Lo siento mamá

Sonrío sacudiendo mi cabeza.

—Está bien cariño, pero intenta que no vuelva a suceder o te pasará de nuevo

—De acuerdo mamá

Al estacionar frente a la escuela, Sarah sale corriendo hacia la entrada donde están algunas de sus amiguitas, incluida la vecina del frente con la que a veces juega. Sacudo la cabeza imaginando por lo que pasa Neal cada día y me quedo observando un rato más en su dirección, a la niña nueva en su grupo, que resulta ser la pequeña Nicole.

Busco con la mirada a Carlos solo para sentirme mejor con el hecho de que mi hija me ha dejado de lado por sus amigas. Pero solo veo a padres que reconozco de reuniones de padres, excepto por la mujer que observa el mismo grupo de niñas que yo. Me acerco con cautela hacia ella quien no tarda demasiado en notar mi presencia.

—¿Se le ofrece algo? —pregunta con tono neutral.

—Oh, lo siento si la he asustado. Es que nunca la había visto por aquí antes

Ella se relaja visiblemente.

—Soy nueva en la ciudad, nos mudamos hace poco

—Ya lo sabía —miro al grupo de niñas—. ¿También trae a una niña?

—Si, a la pequeña de ojos verdes. Esa de la mochila rosa y el lazo en la coleta a juego —me explica.

Habla de Nicole. La única que lleva un lazo rosa en su coleta.

Inmediatamente pienso en lo equivocada que estaba al pensar en Nicole siendo huérfana, pero centrando mi atención en ella, luce más bien como su abuela.

—Oh, ¿usted es la abuela de Nicole?

Ella me frunce el ceño.

—¿Cómo sabe su nombre?

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