Capítulo 2

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Mis pies aterrizaron con firmeza sobre la grava

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Mis pies aterrizaron con firmeza sobre la grava. La escoba golpeó ligeramente el pavimento haciéndome estremecer. Los demás aterrizaron después de mí. Remus se colocó a mi lado al igual que Dora. Alastor hizo una seña para que entráramos. Abrió la puerta con un simple hechizo (Alohomora) y entramos velozmente.

Después de registrar la casa y darnos cuenta de que no había nadie, decidimos subir las escaleras para ver dónde se encontraba Harry. Todo iba perfectamente antes de que Dora tropezase y algunas cosas se cayeras e hicieran un ruido estridente. Scorpius se quejó del sonido y se enrolló en mi cuello con ímpetu.

—Nymphadora, por favor —le regañó Moody, mirándola con severidad.

Fruncí el ceño al escuchar a alguien hacer un movimiento desde la parte de arriba de la casa. Caminé escaleras arriba, evitando a toda costa hacer mucho ruido. Agudicé el oído. Una respiración un tanto agitada se escuchaba detrás de una de las puertas más lejanas del pasillo.

—Hay alguien arriba —dije, devolviéndome los escalones que había subido. Oí pisadas en los escalones—. Y ese alguien está bajando las escaleras —señalé y bajé los últimos escalones hasta estar donde estaban los demás.

Era la silueta de un muchacho. Y llevaba la varita en alto.

—Baja la varita, muchacho; a ver si le vas a sacar un ojo a alguien —dijo Alastor.

Harry seguía con la varita en alto.

— ¿Profesor Moody? —preguntó con tono inseguro.

—No sé si debes llamarme «profesor» —gruñó Moody —; nunca llegué a enseñar gran cosa, ¿no? Baja, queremos verte bien.

Harry bajó las escaleras con inseguridad y sin bajar la varita.

—Sé que es difícil confiar si somos nosotros en verdad —murmuré, volviendo a guardar mi varita en la cazadora que llevaba puesta.

—No pasa nada, Harry. Hemos venido a buscarte —musitó Remus con una sonrisa tranquila.

— ¿P-Profesor Lupin? ¿A-Artemisa? —preguntó con incredulidad—. ¿Son ustedes?

Dora susurró algo y lanzó el hechizo Lumus, alumbrando así el lugar. Harry abrió grandemente los ojos al vernos. Mi mirada y su mirada se conectaron y le regalé un tierna sonrisa, que no me llegó a devolver.

— ¡Oh! Es como me lo imaginaba —dijo Dora, con la varita en alto. Su cabello estaba de color violeta oscuro y estaba un poco despeinado. Me reí internamente de lo extraña que se veía, parecía una especie de duendecillo—. ¿Qué hay, Harry?

Harry la quedó mirando, perplejo.

—Sí, entiendo lo que quieres decir, Remus —terció Kingsley —. Es clavado a James.

—Salvo por los ojos —aportó otro mago de cabello plateado que hablaba con voz jadeante—. Los ojos son de Lily.

No pude evitar soltar una risita. Harry debía de haber presenciado varias veces una conversación como ésta.

Artemisa Slytherin y la Orden del Fénix ➁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora