Capítulo 19

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El invierno siempre ha sido mi estación preferida del año. Me gustaba la nieve, por la forma en que decora todo. Hace que las cosas se vean más delicadas, más hermosas y le da un carácter especial a todo.

Me gustaba observar como los copos de nieve caen con lentitud hasta el suelo, formando una gran capa de nieve. Me gustaba sentarme horas en la nieve, haciendo cualquier cosa, porque me hace sentir libre y fresca.

Hoy teníamos la primera clase con Hagrid. Scorpius estaba bastante contento, Hagrid y él siempre han sido muy unidos. Bueno, siempre desde el año pasado.

Junto a Draco, Theo, Blaise, Crabbe y Goyle, nos encontrábamos en camino a la cabaña de Hagrid. Scorpius no dejaba de moverse, entusiasmado. Íbamos muy juntos, protegiéndonos del frío mutuamente. Draco sostenía mi mano, proporcionándome un poco de calor corporal. Cuando llegamos a la cabaña, ahogué un grito al ver a Hagrid. Estaba...tan lastimado. Tenía cortes sangrantes, moretones horribles y rasguños por todo el rostro. Sobre su hombro cargaba un gran bulto. Madre mía, ¿qué le habrá pasado a Hagrid?

— ¡Hoy vamos a trabajar aquí! —Anunció alegremente a los alumnos que se le acercaban, señalando con la cabeza los oscuros árboles que tenía a su espalda—. ¡Estaremos un poco más resguardados! Además, ellos prefieren la oscuridad.

Mi rubio amigo se tensó a mi lado.

— ¿Quién prefiere la oscuridad? —Preguntó Draco ásperamente a Theo, Blaise, Crabbe, Goyle y a mí con un deje de pánico en la voz—. ¿Quién ha dicho que prefiere la oscuridad? ¿Ustedes lo han oído?

Draco parecía estar preso de pánico, apreté mi agarre, transmitiéndole confianza y tranquilidad. No creo que haya funcionando de mucho.

— ¿Listos? —Preguntó Hagrid festivamente mirando a sus estudiantes, le sonreí cuando sus ojos hicieron contacto con los míos—. Muy bien, he preparado una excursión al bosque para los de quinto año. He pensado que sería interesante que observaran a esas criaturas en su hábitat natural. Verán, las criaturas que vamos a estudiar hoy son muy raras, creo que soy el único en toda Gran Bretaña que ha conseguido domesticarlas.

— ¿Seguro que están domesticadas? —preguntó Draco, y el deje de pánico de su voz se hizo más pronunciado—. Porque no sería la primera vez que nos trae bestias salvajes a la clase.

Lo miré con confusión, ¿a qué se refería?

Los estudiantes de Slytherin murmuraron en señal de adhesión, y unos cuantos estudiantes de Gryffindor también parecían opinar que Draco tenía razón.

—Claro que están domesticadas —contestó Hagrid frunciendo el entrecejo y colocándose bien la vaca muerta sobre el hombro. ¿Por qué Hagrid cargaría una vaca muerta?

—Entonces, ¿qué le ha pasado en la cara? —inquirió Draco, aunque su tono pasó de ser miedoso a ser mordaz.

— ¡Eso no es asunto tuyo! —respondió Hagrid con enojo —. Y ahora, si ya han acabado de hacerme preguntas estúpidas, ¡síganme!

Se dio la vuelta y entró en el bosque, pero nadie se mostraba muy dispuesto a seguirlo. Bufé, si son miedosos. El año pasado pasé por cosas peores que lo que sea que Hagrid nos muestre ahora. Di un paso adelante, jalando a Draco y a Theo. Harry, Hermione y Ronald también empezaron a andar junto a nosotros.

Estuvimos caminando alrededor de diez minutos, Draco no había soltado mi mano y Theo no había querido despegarse de mi lado. Llegamos a un sitio donde los árboles estaban tan pegados que no había ni un copo de nieve en el suelo y parecía que había caído la tarde. Hagrid, con un gruñido, depositó la media vaca en el suelo, retrocedió y se volvió para mirar a los alumnos, la mayoría de los cuales pasaban sigilosamente de un árbol a otro hacia donde estaba él, escudriñando nerviosos los alrededores como si fueran a atacarlos en cualquier momento.

Artemisa Slytherin y la Orden del Fénix ➁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora