Capítulo 16

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 – ¡Ya basta, chicos! –Mascullé, levantándome de la butaca roja – Cuando tengas una decisión, comunícamela – Le dije a Hermione, alejándome de ellos – Buenas noches, muchachos. – Salí por la puerta que conectaba al pasillo del tercer piso.

¿Qué estás pensando, Arts? – Scorpius se deslizó por mis hombros, parando a mis pies. – ¿Qué piensas hacer?

Un poco de aventura no me vendría mal, la verdad. – Señalé, respirando profundamente – Granger tiene razón, Scorpy. Ellos necesitan aprender a defenderse, Voldemort no esperará mucho para volver a atacar. Ya quiero que sea viernes, tengo tan cosas que decirle a Canuto.

**

– ¡Albus! – Entré en su oficina, corriendo como una niña pequeña – Tengo noticias.

El anciano de barba blanca y larga me sonrió desde su escritorio, entre sus manos llevaba un pequeño bol de caramelos de limón, lo sabía porque él adoraba los caramelos de limón.

– Artemisa, has llegado más temprano de lo que esperaba. – Me ofreció el bol y tomé unos cuantos caramelos de limón.

– Sí, es que tengo que contarte unas cuantas cosas antes de que vaya a la Casa de los Black. – Desenvolví uno de los envoltorios de caramelo para después meterlo en mi boca. – La situación es la siguiente: Quieren crear una especie de Ejército.

– ¿Quiénes? – Se acomodó los anteojos bajo el puente de la nariz, arrugando ésta suavemente.

– Hermione, Ronald y Harry. Quieren que Harry y yo demos clases de DCAO, en vista de que Umbridge no nos está enseñando nada de hechizos y ellos quieren aprender a defenderse. – Hice una pausa observando a Albus quien parecía inmerso en sus pensamientos.

– Acepta. Estoy seguro de que Harry dirá que sí, es un muchacho capaz de cualquier cosa. Pero necesito que pongas una pequeña condición. – Arqueé las cejas, sintiéndome confundida. – Necesito que ese "grupo" se llame El Ejército de Dumbledore.

– ¿Qué? – Lo observé con ojos desconcertados – ¿Por qué?

– Eso no es importante ahora, Artemisa, sólo hazlo. Necesito tener todo bajo la palma de mi mano. – Albus ni siquiera se inmuto, estaba tan impasible, tan tranquilo. No podía creerlo.

Albus está loco.

Le falta un tornillo en esa brillante cabeza.

– En fin, creo que ya debería irme. – Me encogí de hombros levantándome del sillón – Nos vemos el lunes, Al. – Me dirigí a la chimenea, tomé un puñado de polvos flu, y cerré los ojos.

– Cuídate, Artemisa – se despidió Albus, introduciendo un caramelo en su boca.

– 12 Grimmauld Place – Lancé los polvos flu y el fuego verde empezó a consumirme lentamente.

Dos semanas después

Primer sábado el cual no estaré con Sirius. Hoy era el día de la primera excursión Hogsmeade. Después de que Filch se cerciorase de que mi nombre se encontraba en la lista de estudiantes que tenían permiso para abandonar el terreno de Hogwarts, me quedé junto a una de las columnas que se encontraban en el área de afuera del castillo.

– ¡Artemisa! – Pegué un brinco al escuchar a alguien gritar muy cerca de mí. Me giré, apretando los dientes, forzando la mejor actitud que podía tener en esos momentos – ¿Aceptarás? – Hermione Granger, Ronald Weasley y Harry Potter se encontraban frente a mí.

Artemisa Slytherin y la Orden del Fénix ➁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora