XIII.

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Cuando mides tus acciones con las de otro, haciendo las cosas por tu fuerza, sin mirar y honrar a Dios, el enemigo trabaja en tu mente para hacerte creer que eres inferior.
Esto me ha pasado muchas veces. Constantemente me sentía inferior a los demás, mayormente en la secundaria, de una manera tal que si veía a alguien haciendo lo mismo que yo pero mucho mejor, sentía que lo mío no servía, creía que estaba horrible, que no era necesario hacerlo porque otro podía hacerlo con mejores cualidades.

Este es un sentimiento que como cristianos no podemos permitir en nuestro interior. Cuando te encuentras en un momento de molestia, confusión, tristeza y decepción contigo mismo, muchas cosas pasan por tu cabeza.

Cuando me sentía en esa situación pensaba:
- Debí estar es el grupo de él/ella porque todo lo sale perfecto.
- Quisiera no volver al aula.
- Todo lo que hice desde el principio está mal.
- No doy o no sirvo para esto.

Lo primero que debemos tener en cuenta en cuanto a esto es:

- Soy cristiano/a y mi actitud ante el problema es lo que me hace diferente.
- Recuerda que cuando las actitudes de otros no están colocadas sobre la roca que es Cristo, entonces puede venir el viento y destruirlas.

Cuando dejar de mirar a Dios como centro, las cosas que suceden a tu alrededor te afectan en gran medida. Las cosas que hacen los demas te importan más que las tuyas, y por ende comienzas a mirar las cosas que hiciste con tu esfuerzo como insignificante o sin valor.
Luego comienzas a sentir que no perteneces a ese lugar y que eres muy retardada comparándote con ellos.
Todo esto me sucedió en un momento crucial de mi vida, ya estando a ley de medio año para terminar la secundaria.

Al empezar el semestre, lo tome todo a la ligera. No hacía las cosas con la misma responsabilidad de antes. Comencé a hacer las cosas no tan bien sabiendo que este año debía ser todo lo contrario. Pero como cada acción trae sus consecuencias, mis notas bajaron considerablemente. Mi madre me había recordado todo el semestre que tengo mucha capacidad, que soy muy inteligente, que puedo hacerlo mejor pero no lo creía hasta que Dios me hizo entender.
Siendo franca, sentía dentro de mi mente una batalla. Sentía como los pensamientos negativos me invadían, se reflejaban en mis acciones, me alejaba de los demás, me hacían mas amargada, etc., me hacían pensar que no daba para más, que mis notas no van a subir, que voy a reprobar el año, que debo retirarme del instituto porque ya tengo el año perdido, que nada de lo que estoy haciendo va a resultar, que no le importo a nadie, que si no estoy presente un día en un lugar nadie lo notará, que todo lo que había empezado no va a servir en el futuro, que no voy a lograr lo que me propuse, que muchas personas tienen mas capacidad que yo, que habían personas perfectas que nada les salía mal, por lo que no tenían que pedirme nada a mí siquiera un favor porque lo haría todo mal.
Sinceramente, como cristiana sabía que no debía pensar eso, porque no son pensamientos gratos ni agradables, por lo que se hacía mas difícil la lucha.
Pero, mientras pensaba eso, también llegaban pensamientos a mi mente que me hacían recordar que soy para Dios, que aunque muchas personas realicen las cosas mejores que yo, no significa que no sea importante, que todo el mundo puede fallar en un momento hasta los que se crean más perfectos, que soy una persona de mucha capacidad, que me limito al tratar de hacer las cosas con mi fuerza, conociendo que solo Dios tiene el control, que soy importante para los demás, que puedo influir sobre una personas según mi forma de comportarme, que las acciones que realice, como tratar de huir, encerrarme, ofender, etc., harán que mi testimonio pierda peso, que el enemigo, cuando sabe que una persona tiene un propósito de peso en Dios trata de evitar que se dé a conocer, sea de cualquier manera…
Cuando todos esos pensamientos negativos llegan a tu mente, aquellos que no fueron determinados por Dios para tu vida, es porque dejaste de pensar en agradarlo a él y pensaste en agradar al mundo. Si dejas de honrar a Dios en todo lo que haces, entonces, ¿Para quién lo haces, si el hombre es injusto, no valora, no es fiel y siempre encontrará el punto negativo en ti?

“Deja que las aves vuelen sobre tu cabeza, pero que no hagan nido sobre ella”

Cuando dejas que los pensamientos negativos invadan tu mente y tomen el control, verás que las demas cosas negativas que se formarán en ti. Por ejemplo, estaba entristeciéndome prácticamente todos los días, porque medía mi desempeño escolar con otros compañeros en la clase, y cuando veía que no pude ser una nota alta entre los demas, para mí eso era decepcionante. Pero, al superar la situación, algo lenta, pude darme cuenta de que si dejaba que el enemigo jugara con mi mente, como si fuera un títere, llegaría al punto de odiar a mis compañeros, envidiarlos, guardarles rencor, desvalorarlos, tratar de hacerlos sentir inferiores, etc.
Es mas difícil curar una herida que tratar de quitar los sentimiento que pueden llevar a esa acción, por eso debemos tratar de mantener los pies firmes en el señor porque el enemigo lo único que busca es alejarte del plan de Dios para ti.
Siempre mantente fiel en el señor para que sean firmes tus pasos en el caminar porque muchas cosas llegarán para confundirte, y serán por tus debilidades, para poder sacarte del plan, pero recuerda que en todo lo que es bueno debemos pensar.
Inmediatamente esos pensamientos negativos te invadan, debemos saber cómo enfrentarlos. Por eso, siempre tengamos presente que Dios es que debe controlar nuestra mente y no darle cabida a aquello que nos aleja de él.

Recuerda:
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.                Filipenses 4:13

A pesar de lo que haga el enemigo para desviarte, Jehová es tu fortaleza, a pesar de que te quiera confundir para que llegues al mal camino, recuerda que Jehová es tu fortaleza. No importa lo que venga sobre ti, el señor siempre estará contigo, así que no te aflijas, no desmayes, Dios te dará la fortaleza para resistir las amenazas de enemigo.

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