Prólogo

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Olimpo. Finales de Agosto.

(Narra Poseidón)

-Debes calmarte, hermano...

-Casi era mejor que mantuvieras la boca cerrada. Lo tuyo con aquella mortal ya fue bastante y ahora... ¡Tenían que ser magos! ¿En qué narices estaban pensando?

Mi hermano no se había tomado demasiado bien los informes que habíamos recibido de parte de los guardianes del mundo mágico, aunque para mí no era una noticia desconocida pero... eso no tenía por qué saberlo nadie.

-¿Dónde narices están esos cuatro? –gritó de nuevo Zeus mientras un trueno retumbaba a lo lejos.

-Querido no sé qué esperabas... De tal palo tal astilla –comentó Hera mirando altivamente a su marido, todavía no le había perdonado lo de Jason y Thalia Grace.

-Debes estar ocultándome entonces cosas querida, porque no sé de dónde ha podido sacar Hefesto ese gen si no de ti.

Sonreí ante el corte que le había metido mi hermano a su esposa.

Sin embargo no tuve tiempo de pensar en nada más, en ese instante cuatro dioses entraban en el salón del trono y se detenían contemplando la figura furibunda de Zeus.

-Hola padre... -comentó Atenea tras lanzarme una mirada de desdén.

Yo le sonreí con cortesía, ya iba a recibir bastantes palos por parte de su padre.

-¿Puedo preguntar por qué hemos tenido que venir aquí y... por qué nosotros cuatro? –preguntó Ares mirando por encima del hombro a Bóreas.

Zeus les fulminó con la mirada y se sentó en su trono al momento que hacía aparecer una esfera delante de los cuatro dioses.

-De todos los mortales que hay en el mundo... ¡Y tenéis que elegir los propensos a tener magos! –estalló haciendo resonar otro trueno, este mucho más cerca.

Atenea se quedó petrificada mirando la burbuja mientras observaba a una chica rubia corriendo por las calles de Alemania. Hefesto también observaba sin decir palabra a un muchacho trabajando en un escritorio.

-¿Que... Cómo íbamos a saber eso? –preguntó Ares tras echar una simple mirada a su hija.

-Si te molestases en leer mis informes lo sabrías –comentó entonces Hécate, surgiendo entre la niebla.

Ares parecía que iba a protestar pero, ante la severa mirada de su padre se calló.

-Señor yo... los informes no llegan a mis dominios –comentó Bóreas, sin duda intimidado ante la presencia de Zeus.

Zeus parecía que echaba chispas por los ojos, se giró hacia Hefesto.

-Yo... Hermes no...

-De nada sirve justificarse ahora –cortó Atenea –la acción ya está hecha y es un hecho que estos magos conocen la existencia del campamento... algo de lo que otros tienen la culpa –entonces Zeus se giró hacia mí.

-No solo fue mi hijo el que les abrió las puertas, tu hija...

-Dejad de discutir de una vez, me dais dolor de cabeza... -comentó entonces Hera.

Hubo un silencio en el salón del trono en el que Zeus hizo resonar un nuevo trueno.

-He hablado con Norte hace poco, ha movilizado a sus guardianes y ellos tienen uno propio... Hasta lo que sé están protegidos.

-¿Y ese colegio en el que estudian... es peligroso? –preguntó Ares.

-Hogwarts es el lugar más seguro del mundo –exclamó Hécate algo indignada.

-Es la primera vez que se da la unión de mago y semidiós.... Yo sugiero que esperemos y estemos atentos a lo que los guardianes nos digan. –comenté.

Zeus soltó un gruñido y con voz solemne añadió:

-Espero que al oráculo de ese desastre de hijo que tengo no se le ocurra soltar ninguna profecía, si lo hace más os vale cuidar vuestro pellejo.

THE BIG FOUR. Los magos mestizos IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora