Un nuevo año comienza en Hogwarts para Jack, Mérida, Hiccup y Rapunzel.
Un nuevo año cargado de amores, magia y nuevos misterios, pues ahora que han descubierto la verdad una nueva puerta se ha abierto para ellos... ¿Tendran el valor cruzarla? ¿Logr...
-Esa herida parece bastante fea... -comentó Elsa mientras caminábamos hacia la enfermería.
-Me encantan los ánimos que me das –le dije mientras me recolocaba el paño que tenía cubriéndome la herida.
Llegamos a la enfermería y nos encontramos con Hiccup saliendo de ella.
-Vaya Mérida, ¿qué ha ocurrido? –me preguntó observando el paño.
-Nada grave, ¿vas a algún sitio?
Este asintió y me enseñó una carta.
-Voy a la lechucería.
Asentí y le dejé marchar, seguramente la carta era para Percy o Annabeth.
-¿Por qué saldría de la enfermería? –me preguntó Elsa mientras ambas entrábamos.
Entonces me di cuenta de lo extraño que era aquello y, justo cuando iba a girarme hacia mi amiga una voz estalló.
-¡Por los dioses Mérida!
En seguida tuve a Rapunzel encima de mí observándome la herida con preocupación.
-¿Se puede saber qué haces tú aquí, Rapun?
-La señorita Toothiana ha tenido que ir a Hogsmeade y, como al final decidí comenzar a hacer unas prácticas con ella, me ha dejado hoy al mando.
Lo de Rapunzel era increíble, además de haber llegado hasta los cuartos de final del torneo, (el cual me había dejado a mí retirada justo en la fase antes, derrotada por un chico alto y moreno de Ilvermorny) estaba sacando aquellas clases y estudiando para los exámenes. A mí todo aquello me sonaba a intentar olvidar a Flynn por medio del trabajo.
-Deja que te vea eso y te cure, Elsa puedes irte ya si quieres. Tendrá que permanecer aquí toda la tarde.
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***
(Narra Hiccup)
Empiezo a aburrirme de este bosque... comentó Desdentado mientras se zampaba un cesto de peces que había conseguido coger de la cocina.
-Se supone que estás en busca y captura, nadie puede saber que te tengo –le repliqué mientras volvía la vista a mi libro.
Desdentado había crecido considerablemente desde el mes de enero, en apenas cuatro meses había duplicado su tamaño y ahora ya podía incluso montar en él, aunque él no me dejase.
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