-¿Sebastian? ¿de verdad sigues molesto? Por favor trata de entenderme un poco...
Varios días habían transcurrido desde la romántica velada de amo y mayordomo pero el conde en esta ocasión no se encontraba en alguna situación llena de dulzura como las anteriores, trataba de hacer entrar en razón al hombre vestido de negro frente a él, sin embargo, este no se dejaba
- Digame una cosa ¿Como se pondría usted si me encontrase en la cama con la mujer del circo?
-¡Eso es completamente distinto Sebastian! Tú si te acostaste con ella y Elizabeth sólo estaba dormida junto a mi, yo no sé ni en qué maldito momento llegó, no entiendo por qué comparas a mi prima con esa zorra - recriminaba Ciel mientras cruzaba los brazos y cerraba los ojos, completando su ademán de indignación.
Sebastian seguía con el mismo semblante de seriedad desde que entró a la habitación, pero no pudo evitar soltar un bufido al escuchar semejantes palabras <<¡Por supuesto que es una zorra! Además de estúpida>> Pensó el mayordomo
-¿Y eso que fue...? ¡¿Te estas burlando de mí Sebastian?!
-De ninguna manera joven amo, yo no haría eso.
-¿¡Entonces que fue ese maldito sonido!? ¿¡Que carajo estabas insinuando!? - gritaba Ciel mientras arrojaba las almohadas a su sirviente- ¿¡Que Elizabeth es una zorra!? ¡No lo es carajo! Es una niña, entiende que la han hecho crecer con la idea de que nos vamos a casar... Pero yo te amo a ti. Además... Dudo que en algún momento podría llegar a casarme, ni con ella ni con nadie, yo ya tengo el tiempo contado...
-¿Y por eso se da la libertad de besarlo cuando se le da la gana?
-¡Sebastian! ¡Fue un maldito beso en la mejilla! - gritaba desesperado el joven, hasta que mejor decidió darse por vencido, su mayordomo no cedería jamás, era algo que tenían en común, ambos eran sumamente tercos -Puedes retirarte, ya no quiero hablar sobre el tema, si lo que quieres es que todo esto se quede así me parece perfecto, de ahora en adelante quiero que sea Tanaka quien me atienda. Dile que me traiga el desayuno por favor...
El azabache se había quedado completamente congelado al escuchar esas palabras, sabía que si seguía con esa actitud lo haría enojar, pero no esperaba que tomará tales medidas
- Si lo que busca es enamorarme no debería tratarme así
-¿disculpa? Soy yo quien ha estado dando todo de sí, ¡no deje que Elizabeth me hablara en días! ¡Fui yo quien organizó nuestra única velada romántica! Fui yo quien... dejó el orgullo por ti... Sinceramente ya me estoy cansando. Retirate.
-Bocchan...
- ¿No me oíste? Es una maldita orden ¡Largate!
-Entendido...............
Sebastian
Vaya... Tal vez si me pase un poco con mis celos, pero no puedo evitarlo, cada que los veo sólo recuerdo ese día...
*toc toc toc
-Buenos días joven amo, despierte, el clima de hoy es esplend...
<<¿Que diablos hace esa niña ahí? >>
El mayordomo observaba con el rostro lleno de horror aquella escena, Elizabeth se encontraba recostada en la cama de Ciel abrazándolo mientras él estaba acurrucado junto a ella
-¡Ciel! - susurró Sebastian jalando las sábanas del conde para despertarlo, el pequeño apenas iba abriendo los ojos cuando replicó
-¿¡Que te pasa Seb... ¿¡Elizabeth!?
Al parecer la rubia ya estaba despierta, lo cual sorprendió al mayordomo ya que no pudo darse cuenta desde que momento era así
-¡Ciel!- exclamó la chica mientras se abalanzaba hacia el conde para abrazarlo
-¿Que haces aquí? - preguntó Ciel
- Uuhhmm... Lamento eso, es que con la tormenta de anoche no podía dormir, y recordé cuando éramos más pequeños y dormíamos en la misma cama, no pensé que te molestaría - decía en una mueca de inocencia que se volvió de fastidio al distraerse Ciel y mirar a Sebastian <<debo estar alucinando>> pensó el mayordomo ante tal acto de desafío de parte de la rubia.
-No... No me molesta, pero deberías ir a tu habitación antes de que Paula note tu ausencia y lo agregue al informe que le dará a tu madre
-Hum... Cierto, ya me voy - la chica se levantó trabajosamente de la cama y caminó hacia la puerta pero justo antes de salir corrió de nuevo hacia la cama y dando un salto alcanzó a su primo besándolo en la mejilla - buenos días Ciel - dijo con una sonrisa de oreja a oreja y por fin salió del cuarto.
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YUANFEN
FanfictionSebastian Michaelis, el mayordomo perfecto ha roto las reglas del inframundo al enamorarse de su contratista y ahora ambos deben pagar por su traición, sin embargo ninguno de los dos se resignará tan fácil.