Sono pazzo di te

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-Nhh... Sebastian... ¿No crees que vamos muy rápido? - decía entre gemidos el joven conde a su mayordomo
- ¿Rapido? Tú solo disfruta - contestaba este besando su cuello, con la respiración agitada y los ojos carmesí brillando más que nunca.
-Se...Sebastian... ¿Y si me lastimas?....Yo no se nada de esto- replicaba Ciel un poco más agitado que antes, al escucharlo su mayordomo se detuvo, quedando sobre él levanto la vista poco a poco hasta que sus ojos quedaron a la altura de los de su pequeño amante - Si no te sientes listo yo lo entiendo, puedo esperar todo el tiempo que tú quieras aunque dejam cosa: yo no te lastimaría... Mi deber es protegerte no herirte, ¿Confías en mí?
- Sí... - susurró Ciel en los labios de Sebastian - a ti te confiaría hasta... Mi alma - Con ese último comentario el mayordomo cerró los ojos y depositando un suave beso en los labios de Ciel comenzó su labor.
El tiempo pasaba rápido entre cada caricia, al principio el más joven de los dos demostraba un poco de nervios e incluso vergüenza en sus movimientos pero con el paso del tiempo y la ayuda de su amante tomó confianza.
Eran ya las dos de la mañana, aún así su acto apenas comenzaba, Sebastian besaba levemente el cuello de Ciel mientras este se retorcía debajo suyo como respuesta al trabajo de su mayordomo, poco a poco Ciel se quitó el saco dejándose sólo la camisa, después con un poco de trabajo pero sin dudarlo despojó al mayor de sus ropas, al intentar desabrochar el pantalón de Sebastian logró sentir su erección , enseguida sintió como su rostro ardía aunque no sabría decir si era por vergüenza o por la excitación del momento <<Vamos Ciel, no puedes echarte para atrás ahora>> pensó y sin dudarlo bajó los pantalones de su mayordomo dejándole sólo la ropa interior, Sebastian al ver actitud tan ruda de parte de su amo decidió que no se quedaría a atrás y tomando por la cadera al pequeño jaló sus pantalones llevándoselos en conjunto con la ropa interior de Ciel
- No creiste que te dejaría divertirte solo ¿cierto? - decia el demonio con una sonrisa divertida en el rostro
-Ibas demasiado lento, si continuabas así me quedaría virgen por siempre
- Mi Querido Ciel... Aún no has entendido que no debes provocar a un demonio, pero si eso es lo que quieres...
Sebastian tomó de entre las flores el listón que Ciel utilizaba para el cuello y con un poco de brusquedad llevó las manos del pequeño hacia arriba y juntando sus muñecas lo amarró dejándolo casi inmóvil
-¿Que haces? - preguntó Ciel
- Sólo me divierto un poco, no te preocupes... Tú también lo vas a disfrutar
A una velocidad considerablemente lenta Sebastian recorrió el pecho de Ciel con la lengua dejando sobre él un rastro de saliva, cuando por fin llegó a uno de sus pequeños pezones no dudo en usar toda la boca, para deleite de su amo, la lengua de Sebastian jugaba moviéndose de un lado a otro y Ciel jadeaba de placer.
-Se... Sebastian... Ya no puedo... Desatame...
Al esuchar las suplicas de su amo, el mayordomo comenzó un nuevo recorrido besando la piel de Ciel mientras bajaba hasta el punto que requería más atención.
Al ver la ereccion de su amo sólo sonrió y dijo lo siguiente - Mira me... - Ciel levantó su rostro con trabajo, apenas podía respirar y en su cara se notaba un tenue color rojo, Sebastian pasó la lengua por los genitales de su amo, comenzando en la punta y terminando en la base, Ciel al sentir semejante rose arqueó la espalda y casi grita debido al placer que le producía, el mayor repitió lo anterior y después de eso se metió el miembro completo de Ciel en la boca para posteriormente sacarlo, siguió con el vaivén cambiando la velocidad de vez en cuando para producirle más placer a Ciel, aunque no hace falta por que este se entregaba por completo al placer a pesar de ser primer acercamiento de este tipo.
Pasados unos segundos Ciel no pudo contenerse más y arqueando la espalda se corrió dentro de la boca de su demonio, en ese momento su mente quedó completamente en blanco, no podía hacer más que concentrar su mente y cuerpo en lo que ese ser le provocaba, la humedad de su boca mezclada con el calor de su eyaculación, la fuerza con la que los labios de Sebastian presionaban su miembro, también pudo sentir como todos y cada uno de sus músculos se contraía y tranquilamente regresaban a la normalidad, sólo entonces recordó que había dejado de respirar y es que durante su orgasmo anterior parecía no necesitarlo, el aire ahora se sentía caliente al entrar, le tomó casi un minuto completo calmarse y poder hablar
- Eso fue... Maravilloso - decía Ciel entre jadeos
- Y aún falta...
Al escuchar eso Ciel miró sorprendido a Sebastian, pero este sólo le limitó a sonreír y mientras lo desataba con una mano con la otra se encargaba de estimular de nuevo el miembro de su pequeño
-¿Que planeas..? - preguntaba Ciel dejándose llevar una vez más
- Es mi turno de disfrutar - respondía Sebastian mientras se deshacía de su ropa interior dejando a la vista su prominente erección, sujetó a Ciel por la cadera lo colocó en cuatro - claro que no puedo ser tan rudo así que comenzaré despacio - dicho esto Sebastian humedeció uno de sus dedos con su propia saliva para después introducirlo poco a poco en la entrada de Ciel
- ¡Auch! Ten... Cuidado... - jadeaba este
- Ssshhhh.... Tranquilo pronto lo disfrutarás
- Más te vale...
Cuando el cuerpo de Ciel por fin se acostumbró a la sensación Sebastian comenzó un pequeño vaivén, al principio los gemidos de Ciel era más de dolor pero al poco tiempo ya lo hacia por placer
-Bien... Creo que estas listo para otro poco - y sin esperar un segundo metió un segundo dedo en él, repitió lo mismo una tercera vez hasta que notó que el cuerpo de Ciel pedía más y más
- Creo que ya es hora, ¿estas listo? Esto va a ser un poco más doloroso que antes...
Después de un largo suspiro el más joven contestó - esta bien...
Sebastian acariciaba la espalda de Ciel con una mano mientras que con la otra se ayudaba para entrar en Ciel
-Mhp... ¡Auch! ... Ah... Des...despacio...- replicaba el pequeño al sentir su cuerpo invadido
- Ya casi termino... Relajate
- ¿¡Como me pides que me relaje si tengo un monstruo intentando entrar en mi cuerpo!?
-¿Ves? Ya está...
Respirando pesadamente Ciel asintió, todo parecía bien hasta que escuchó lo siguiente
- Ya voy a moverme
Con sumo cuidado Sebastian salió del cuerpo de Ciel para volver a entrar en él - Uff... Se siente... Muy bien - gemía el mayordomo
- hablas sólo por ti - le recriminaba el más joven con una mueca de fingida molestia
- Vamos... No deberías hablar así, más pronto de lo que te imaginas me rogarás por más
- Callate...
Los movimientos de Sebastian eran lentos pero no por eso desacompasados, continuó así hasta que por fin en los gemidos de Ciel sólo podía distinguirse placer, sólo entonces decidió acelerar su velocidad, mientras mas gemía el pequeño más rápido se movía Sebastian. Ambos duraron en ese satisfactorio vaivén varios minutos hasta que Ciel estuvo a punto de llegar a su segundo orgasmo
- Se... Sebastian...
- ¿Podrias hablarme más fuerte? Casi no te escucho - decir trabajosa y maliciosamente el demonio
- ¡Sebastian! ¡Sebastian! ¡Sebastian! - repetía Ciel entre gritos y gemidos mientras su esencia se extendía sobre la sabana, el mayordomo al escuchar su nombre repetidas veces y sentir como se contraían los músculos de Ciel al rededor de su miembro no aguanto más y tambien experimento el más maravilloso orgasmo de toda su demoníaca vida.
- Sono pazzo di te - susurró Sebastian
-¿Que?
- Estoy loco por ti...

..........

Ciel
-¡Ciel! ¡¿Estas escuchándome?!
Creo que me he quedado dormido sobre la mesa sin darme cuenta, son sus malditos gritos lo que me despiertan
- S..sí, por supuesto - respondo mientras me esfuerzo por mantener los ojos abiertos
- ¿ah sí? Y que fue lo que dije
¡Carajo!
- Dijiste: ¡Ciel! ¡¿Estas escuchándome?!
- ¿a que hora llegaron tú y Sebastian anoche?
- Eeemmm... No lo recuerdo bien, pero ya era bastante tarde
- No deberías desvelarte tanto, francamente pienso que Sebastian no cuida bien de ti

Sebastian lleva parado junto a la mesa todo el desayuno y la misma chica que lo defendió hace unos días ahora aprovecha cada oportunidad para atacarlo
-¿Como dices eso? Por supuesto que cuida bien de mí, es sólo que ayer se nos complicó llegar temprano ¿a caso tienes algo contra él?
Su expresión sufre varios cambios en milésimas de segundos pasó de molestia a sorpresa y posteriormente a indiferencia
- Claro que no - dice mientras toma su tasa de té
- Lady Elizabeth tiene razón joven amo, no cuide de usted como debía - responde él - pero no tiene de qué preocuparse, le prometo que haré todo lo posible con cuidar muy bien del joven amo
No puedo evitar sonrojarme al escuchar eso pero no me da tiempo ni siquiera de verlo por que en ese instante escucho como algo choca contra el piso y se rompe en mil pedazos
- Lo.. Lo siento - Elizabeth ha dejado caer su taza, Sebastian sin pensarlo acude a limpiar el desastre
- ¿Estas bien? - le pregunto con un poco de preocupación
- Si... Sólo se me resbaló de las manos, lo siento, iré a recostarme
Estoy a punto levantarme y ayudarle cuando Meyrin entra al comedor
- Joven amo
- Dime Meyrin
- Lo busca un señor, me dijo que se llama... ¿Como dijo...? Ah si ¡Undertaker!
Pfff... ¿Y ahora que quiere?
- Dile que pase
-No hace falta... - no se como ni cuando pero él ya está dentro del comedor
- Buenos días - dice mi prima sin alzar la vista del piso, desde aquí puedo notar que las lágrimas corren por su mejilla
-Buenos días señorita
-¿Lizzy, estas bien?
-¡Si! Con permiso, me siento cansada
Elizabeth sale casi corriendo de la cocina, ha estado muy extraña hoy
- Querido conde
- ¿Que sucede? - respondo con hostilidad
- Sólo vine para regresarles algo que les pertenece
- ¿De que hablas?
- Verá, anoche me encontraba caminando en el bosque y...
¿El... El bosque...?
- Encontré algo un poco interesante...
No... Puede ser...
Dirijo la mirada a donde se encuentra Sebastian incado limpiando y puedo notar como sus músculos se tensan
- ¿ah si...? Y eso... ¿A mi que me importa? - contesto con fingida indiferencia
- Oh creame que le interesa - responde con una sonrisa de oreja a oreja mientras del interior de su túnica saca un listón color azul, el mismo maldito listón que Sebastian coloca en mi cuello todos los días... A excepción de hoy.
¡Maldición!

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